Aníbal. La foto es propiedad de José Melendez. Colección Ramón Alfredo Corniel .
ANÍBAL UN SER CELESTIAL DE MI PUEBLO
Aníbal,
Un ser de gran corazón
envuelto en guarda camisa
calzado de zapatos de patente
flojo el pantalón
sujetado por un cordón
Carita de uva pasada,
flojo el pantalón
sujetado por un cordón
Carita de uva pasada,
mirada de pájaro errante
cuando asomaba el día,
lo aventaba la brisa
A veces de cunclillas
lo aventaba la brisa
A veces de cunclillas
Entre tranco y tranco
doblaba las canillas
como alcaraván en la orilla
Andaba la población
en cualquier dirección,
de brinco en brinco
y de risita en risita,
Transitaba la calle Comercio
con su fronda verde,
es su itinerario de ida y venida
doblaba las canillas
como alcaraván en la orilla
Andaba la población
en cualquier dirección,
de brinco en brinco
y de risita en risita,
Transitaba la calle Comercio
con su fronda verde,
es su itinerario de ida y venida
entre la plaza y Las Tablitas
Querìa decir mil cosas,
haciéndose sentir
como el fugaz vuelo
de una colibrí
De pronto sentía
que la vida era una melodía
Extendía el brazo derecho
como una lanza sobre su pecho
y temblando consigo mismo
ponía a contonear su cuerpo
Aníbal era la atracción
en una procesión del Santo Sepulcro
y en un velorio de Cruz de Mayo
En las tardes penosas
de redoble de campanas
cuando sentía que entraba
un cortejo al Templo
(para el responsorio)
le brotaban lágrimas verdaderas
sin saber quién era el difunto.
Afligido de dolor
Querìa decir mil cosas,
haciéndose sentir
como el fugaz vuelo
de una colibrí
De pronto sentía
que la vida era una melodía
Extendía el brazo derecho
como una lanza sobre su pecho
y temblando consigo mismo
ponía a contonear su cuerpo
Aníbal era la atracción
en una procesión del Santo Sepulcro
y en un velorio de Cruz de Mayo
En las tardes penosas
de redoble de campanas
cuando sentía que entraba
un cortejo al Templo
(para el responsorio)
le brotaban lágrimas verdaderas
sin saber quién era el difunto.
Afligido de dolor
en su corazón
al cortejo acompañaba
por el habitual camino.
Agobiado,
caminando el largo trecho
enjuagaba con lágrimas
sus piadosos ojos almendrados
Andaba
deambulando por el vecindario
alegre, generoso y humano
Impedido de mimar a los niños
que atinaba a ver en la calle.
Frotando sus manos se les arrimaba
como un pájaro hipnotizado.
Entre mis sienes aún dormita
aquel angelical muchacho
como un juguete guardado
Un día le tocó cruzar la senda
que no tiene regreso,
cuando sin piedad la muerte
le vino a tender una celada.
al cortejo acompañaba
por el habitual camino.
Agobiado,
caminando el largo trecho
enjuagaba con lágrimas
sus piadosos ojos almendrados
Andaba
deambulando por el vecindario
alegre, generoso y humano
Impedido de mimar a los niños
que atinaba a ver en la calle.
Frotando sus manos se les arrimaba
como un pájaro hipnotizado.
Entre mis sienes aún dormita
aquel angelical muchacho
como un juguete guardado
Un día le tocó cruzar la senda
que no tiene regreso,
cuando sin piedad la muerte
le vino a tender una celada.
La Villa, mayo 2017
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