LOS CARNAVALES EN VILLA DE CURA DE 1950-1954 INOLVIDABLES.

 

                       Comparsa de Negritas 1954. Foto archivo reproducida por Ana Moreno Carrasquel
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Por Oscar Carrasquel

 

Estoy aquí dispuesto a contarles sobre aquellos carnavales de Venezuela cuando eran hermosos. No está demás volver a recordar la fiesta de Carnaval de antes por  tratarse de una manifestación cultural de deslumbrante belleza que todos disfrutamos en el ayer, una fiesta popular muy antigua extraviada en el tiempo. El vocablo usado para mencionar la celebración era la exquisita frase de  “fiestas carnestolendas”. Éstas se celebran inmediatamente antes de la cuaresma cristiana. La escena en Venezuela viene desde la época colonial. Se le rinde culto a un personaje  de la mitología griega al dios Momo...Pues bien, los griegos al rey  “Momus”lo nombran tambiénl "el dios patrón de escritores y poetas".  

Hay muchos que sostienen que desde 1950 hasta 1954, en tiempos de Marcos Evangelista Pérez Jiménez se organizaron unos de los más fascinantes carnavales en Venezuela, no solo en Villa de Cura sino también en la capital de la República y en las principales ciudades. Por tradición la fiesta es movible comienza a finales de febrero o en la primera semana de marzo. Desde un mes antes la gente andaba pendiente de la temporada de Carnaval.

Hacen muchos años  la Cámara Municipal villacurana en sesión especial nombraba una Junta Directiva pro-festejos, se desarrollaba un programa que se repartía en una caravana de vehículos con música de la Banda Municipal, y no conforme con esto, se festejaba la "octavita" el fin de semana siguiente. Los carnavales los organizaban en  cada una de las  barriadas de los cuatro puntos cardinales de La Villa, elegían su reina y enviaban  su comitiva al desfile central para magnificar la fiesta. 

Durante un largo puente de cuatro días había comparsas, desfiles de disfraces y carrozas por las calles principales, templetes donde se instalaba la reina, las calles llenas de papelillos, lo caramelos  lanzados  por la soberana  y sus séquitos frente a las vetustas casas .  En esa época las calles principales fueron recorridas por las muchachas más bonitas y elegantes coronadas como Reinas de carnaval y sus acompañantes, montadas sobre carretas adornadas con flores de pascuita y palmeras, y otros sobre la plataforma de un camión gigante.

La multitud esperaba la caravana en las esquinas los muchachos se disputaban los puñados de caramelos, se les oía decir: ¡Aquí es...Aquí es”...

Uno de los disfraces más vistoso de aquellos carnavales  correspondía al comerciante venido de las Islas Canarias  Agustín Dorta,  el creador de la “Arepera La Única”. Se presentaba a los desfiles en franelilla y  vestimenta de campesino con sombrero de cogollo, conduciendo un quitrín arrastrado por un una bestia mular, tirando papelillos, repartiendo caramelos y golosinas a la muchedumbre.

Una vez terminado el desfile venía el  baile de disfraces en la plaza Miranda amenizado por una orquesta de la ciudad alternando con música de discos y la  natural bullanguera de personas de edad madura disfrazados. En Villa de Cura se daban bailes de gala en el Club Social de la calle Miranda, por lo general amenizado por la orquesta Siboney, y se prendía la fiesta en los salones del Bar Savery. En cualquier casa particular había baile de disfraces y también se realizaban verbenas en sitios públicos y cerrados…En la plaza Miranda las parejas de jóvenes se intercambiaban irrigaciones con talco marca “Sonrisa” y se rociaban la ropa con agua de colonia, muchas veces, tanto las damas como los caballeros, se veían envueltos en aromas de finos perfumes.

                       El isleño Agustín Dorta sobre su carreta en el desfile. Foto Expresión No 31/ Editorial Miranda.

 Había muchos modelos diferentes de disfraces entre la gente adulta,  el siempre llamativo disfraz de "dominó" era una túnica ancha con franjas rojas y negras y la cara cubierta con antifaz; había comparsa de negritas, de mamarrachos, damas a la antigua, disfraces de apaches, el zorro, el fantasma. Algunos mocitos aprovechaban la ocasión  y se disfrazaban de negrita… En la Alameda Crespo vía el cementerio se prendía una rumba de cuatro noches seguidas,  gente de aquí y otra que llegaba de fuera se desbarataban en el Bar La Gavilana y en el botiquín de don Pancho Espi, que  tiempo después cambió de nombre para “Bar La Cubana”.

No hay que dejar de recordar la coronación de la reina y desfiles de carrozas y bandas show en diferentes instituciones educativas de Villa de Cura todos los días de carnaval,  con la participación de las escuelas publicas y privadas y la delegación del “Parque de Recreación Dirigida CVN” con el cultor Marcos Montesinos al frente; amenizados por su banda show tocando la música de “steel band” con bambalinas, fuegos artificiales, sonidos de pitos y tambores. 

Para que se tenga una impresión presentamos una gráfica donde aparece una reina representando a la escuela doctor Laureano Vallenilla Lanz. Se integraban a los desfiles, clubes sociales, gremios, empresas privadas; individualidades. Pongo el ejemplo del Negro Pastor Ilarraza, un hombre serio, sereno, experto en disfrazarse todos los años de bailarina, con un traje típico de rumbera. Se paseaba toda la plaza Miranda y después exhibía su figura en los suburbios de La Alameda.

Cómo no recordar en la capital de la República aquella época cuando Caracas fue llamada “La sucursal de cielo” donde los carnavales eran muy entusiastas y bellos. Cómo no mencionar los estupendos bailes que se daban en el Hotel Ávila y aquel pegajoso slogan “En el Ávila es la cosa”. Aquellos del Circulo Militar donde  Pérez Jiménez acostumbraba asistir con su familia y comitiva; las fiestas en el Club Paraíso, el Hotel Tamanaco, Club Casablanca, El Hipocampo,  La Hermandad Gallega, en el Terminal de Pasajeros de La Guaira, amenizados con el  amplio repertorio de las orquestas caraqueñas de la época,... El conjunto cubano La Sonora Matancera alternando con Los Corraleros de Majagual de Colombia, amenizaban los bailes populares de carnaval en la Plaza Venezuela, en el más absoluto orden. 

El martes de Carnaval tradicionalmente se terminaba la fiesta . Para no perder la costumbre se jugaba en las calles con rudos baños de agua mezclada con almidón, negro humo y otras sustancias, a pesar que  estaba: "terminantemente prohibido el juego con agua y sustancias nocivas a la salud"…Me acuerdo perfectamente que una vez llegando a casa me mojaron hasta quedar empapado, me lanzaron agua pareja desde una terraza, unas vecinas que vivían al lado lado en la calle Dr Manzo. 

El régimen del General Pérez Jiménez quizás por razones de orden público y seguridad personal minimizó el carnaval a partir de 1954,  cuando quedó parcialmente extinguido. La historia nos indica que no fue la meta, siguieron pero menguados.

Qué bien sería que estuviera el poeta Vinicio Jaén Landa, perito de viejas historias, para que llegara a contarnos las mejores incidencias  de aquellos carnavales llenos de magia de principio de la década del 50 en Villa de Cura.

La larguísima sequía de jolgorios, desfiles y comparsas de carnavales en Villa de Cura ha sido resucitada algunos años en la calle Páez con el tradicional "Grito de Carnaval", siendo organizados por la comunidad que pone de su parte… En la casa de familia de los  Varganciano Ybarra se niegan tenazmente a ver desaparecer los carnavales y procuran mantenerlo vivo, siguen brindándole oxígeno prometiendo celebrarlo todos los años. Tradicionalmente animados por el artista Ramón Alfredo Corniel (Loco Lindo II) y  de Yezenia Varganciano Ybarra acompañada de sus hermanas CARRUZAS y de los vecinos, prestos a organizar con mucho sacrificio los carnavales. Organizarlos esta vez será difícil pero ellos hacen el esfuerzo.. 

En 2019 en adelante la Alcaldía de Zamora, quiso devolver   el significado del carnaval realizando desfiles escolares y concursos de disfraces de niños en las plazas y sitios públicos de la ciudad, con el trabajo arduo de docentes y cultores, con el propósito de celebrar el torrente festivo de los carnavales.. 

 

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís, 05 febrero 2021

Fotos 2 y 4 archivo Ramón Alfredo Corniel