viernes, 11 de febrero de 2022

DOÑA PETRA APONTE ARTISTA DEL GRAN CIRCO RAZZORE

 



                 Doña Petra Aponte. Foto O C. con mi celular Jezz en el momento de la entrevista

UN SIGLO DE CAMINO EN LA VIDA TIENE ESTA MUJER,
TANTO ELLA COMO SUS DOS HIJAS PETRA Y ERLINDA EN EL TOPE DE SU CARRERA FUERON GIMNASTAS DE CIRCO,
SU ESPOSO OSCAR CASTRO FUE ARTISTA DE CIRCO Y  EMPRESARIO 


                                                              Por Oscar Carrasquel

¿Quién podría creer que esta matrona que hoy tenemos sentada frente a nosotros pueda tener un siglo de aguante? Y es que cien años suenan de verdad como muchos, pero  gracias a Dios, el tiempo para ella no se ha acabado. Fueron muchas las realidades construidas que la llevaron a alcanzar sueños y metas en este transitar de su vida. En Villa de Cura transcurrió su niñez y su adolescencia al rescoldo de la madre que la tuvo  y su padre de crianza el conocido herrero de carretas Don Román Hinojosa Díaz. Muy nombrado por allá en las década del cincuenta, con su herrería ubicada en todo  el centro de La Villa entre Bolívar y Comercio.
Es sorprendente encontrarla de nuevo después de tantos años. Yo la conocí ya mujer, hecha y derecha, delgada, garbosa, vestida siempre con un traje más abajo de la rodilla, maquillada y con unos ojos bien  bonitos y  grandes, asomadas en su rostro dos cejas arqueadas al estilo de la diva mexicana María Félix, la doña Barbara de don Rómulo Gallegos.
De eso hace una cantidad de años. Hoy por hoy el tiempo se encargó de minar su sonrisa de alegría y turbar su mirada. Doña Petra Aponte cambió de color, se le arrugó el pellejo, se le encorvaron sus huesos, su cuerpo se volvió cansino, los  brazos y las piernas son  troncos de ramas  secas; pero no se le ha doblado el espíritu, posee una mente clara; acá está  todavía  como  todo hijo de este mundo,  hasta que Dios  decida bajarle el suiche. 
Su frágil cuerpo se ve siempre sentado, desde que aparece el alba hasta el anochecer, en una poltrona de mimbre en el portal de su casa  de la calle doctor Manzo, en la que fue casa de su juventud y de su adolescencia, con su original fachada  y sombreado patio. Donde conoció de soledades, de  alegrías, de llantos, de ese incansable batallar que es la vida.
De cuando en cuando, puede rememorar las vivencias que solo quedan y recoge la quietud del alma. De acordarse de  cuando era muchacha  que  se puso pilas nuevas y se colocó alas de independencia. Que nada la detuvo. Que solo el tiempo  igual a un fuerte viento se le vino encima.
Petra Aponte nació en la población de La Unión, perteneciente al antiguo Distrito Zamora, hoy Municipio Arismendi, territorio barinés, contiguo al estado Guárico, un 19 de abril de 1917. Sus padres fueron los apureños Petra Aponte y Pedro Ernesto Linero, pequeñita fue traída a Villa de Cura, cuando eso la carretera era de pura tierra. Después cuando creció entraba y salía de vez en cuando.. Hace ya cierto tiempo regresó y aquí permanece ahora bajo el cuido de una  nieta y biznietas. De linaje indígena era su madre. 
Petrica Aponte no tuvo refugiada siempre bajo el cielo villacurano. Hubo un momento en que cambió su vida, se tuvo que volver trashumante. Fue ocupante de una camionera cerrada acompañando a su esposo para todos lados. Su cielo ya no era de nubes, luna clara y  luceros, sino que se convirtió de lona,  siempre metida dentro de las paredes de un circo de techo color grisáceo. 
En 1948 conoció en Maracay a un hombre de circo, del mundo circense, excéntrico, su nombre Oscar Castro Pérez, nacido en Melena del Sur, Provincia de Cuba, primo-hermano de los Castro Ruz, que llegó a Venezuela en la década del 40 con el Gran Circo Razzore, trabajando al lado del famoso Blakamán, se desempeñaba como Fakir además de domador de animales salvajes. Con la empresa recorrió muchas ciudades de Venezuela. Su marido le contó que el Circo Razzore estuvo en dos ocasiones instalado en la amplia sabana de Villa de Cura.
En Aragua fue que se conocieron  y comenzó un  romance que luego se convirtió en  casamiento. Después de casados, Castro ya separado del Gran Circo Razzore y estando ya viviendo el matrimonio en Villa de Cura, en 1949 fundan entre los dos una compañía que se llamó, primero “Circo Cuba Hermanos Castro”, después decidieron cambiarle el nombre por “Circo Hermanos Castro”
El matrimonio tuvo solo dos hijas: Petra Castro Aponte  y Erlinda Castro Aponte, las cuales por enseñanzas de sus padres también  desde pequeñas se hicieron excelentes trapecistas y gimnastas dentro del circo. La primera nació en Seboruco, uno de los 29 municipios del estado Táchira en los Andes y la segunda oriunda de Acarigua estado Portuguesa.
Un circo con todo número en escena: titereros, rumberas, trapecistas, malabaristas, enanos, payasos, ilusionistas,  magos y domador de animales salvajes... Con las maletas listas  y todo empacado  los esposos Castro Aponte ya sabían para donde ir y lo que debían de hacer. A cualquier pueblo o caserío donde se celebraban festejos patronales o de otra índole, llegaba esta caravana circense. Y así siguieron sus presentaciones y ajetreos por casi todo el territorio venezolano..
Desde el primer momento Castro sabía que su esposa  también podía trabajar junto a él en el circo, sabía de su experiencia y de sus condiciones artísticas, ella estaba mentalizada para echar adelante la nueva empresa, actuaba en el circo como trapecista y a su vez administradora de la compañía de espectáculos.
Petra Aponte fue enseñada y guiada por Oscar Castro desde cuando eran novios. Me cuenta que su desempeño en los circos "Siempre fue realizando acrobacias sobre el trapecio de aro". Hacía piruetas en el aire, sujetada de un aro y una cuerda, con un garfio incrustado entre la dentadura; volaba como una saeta  por los aires en  saltos mortales junto a otras jóvenes trapecistas. "Este era el número estelar de la función. Como es sabido, abajo había una malla enorme que servía para amortiguar una mala caída"
Doña Petra me cuenta que aquello no era nada extraño para ella, pues ya había trabajado en el Gran Circo Razzore, en conjunto con su esposo Oscar Castro y varios artistas de afuera y del patio. Tuvo doble desempeño en el RAZZORE, como trapecista y también “Alambrista”, me lo explica con lujo de detalle,  "Realizaba sola este número, el cual consistía en cruzar una  cuerda, de extremo a extremo, en zapatillas especiales, haciendo equilibrio con un balancín, y de regreso debía de pasar el trayecto sin utilizar el báculo".
Como dice la historia el Gran Circo Razzore, conocido por sus giras por todo el país, naufragó en el mar Caribe con carpas, jaulas, animales, pasajeros y todo, la fecha fue el 1ro de septiembre de 1948.:Petra se seca un poco el sudor buscando los recuerdos. "Se salvó el dueño don Emilio Razzore porque se fue en avión. En el accidente murió su hija Guillermina Razzore, artista de la empresa con quien desarrollé una gran amistad".




                El Gran Circo Razzore estuvo en dos ocasiones instalado en el terreno baldío de la sabana villacurana. Foto de Maguanty Marrero.


Petra Aponte con el “Circo Hermanos Castro” hizo muchas giras y presentaciones pero solo como trapecista. Además de ciudades y pueblos de Venezuela, también viajó a varios países de Latinoamericanos tales como Cuba, Colombia, Perú, Argentina, Chile y Ecuador. El sonido de aplausos y vítores resuenan todavía en su mente y en los oídos de esta ancianita que hoy pasado cien años apenas escuchan.
Pasado el tiempo la familia Castro Aponte junto con el circo van a  establecerse fijo en la población de Guasdualito, territorio apureño, fronterizo con el Arauca colombiano. Desde allí emprendían giras por pueblos circunvecinos.
En Guasdualito enfermó su esposo y murió, y posteriormente fallecieron también de corta edad su dos hijas, quedaron sepultados en aquella tierra apureña. Dios es quien marca la transitoriedad y fugaz de la existencia.. "¿Y ahora que hago?, me preguntaba". Petra no pudo seguir  sola con el circo  y  vendió la carpa, y poco a poco salió de tableros, animales, utilería, trapecios, etc y regresó con una nieta a Villa de Cura..
La Juanita Aponte que yo conocí en los lejanos días de muchacho, la describo como una mujer buena moza, bien vestida, servicial, excelente amiga. Acaso porque mi mamá le cocía y hacía los vestidos.  Una vida llena de sacrificios, itinerante, nada fácil. Su vivienda en La Villa es una casa que ahora posee puerta de rejas, pero siempre abierta para cualquiera que desea visitarla.
No es necesario tocar. Uno saluda sin miedo desde el portal y  cuando  entra, la primera que te contesta  ¡Buenas!, es la señora Petra, con su ronca y perceptible voz. Mucha lucidez en su mente para recordar un gran inventario de vivencias.
Antes de salir de la casa me pregunta si  soy Masón y expresa que su esposo Oscar Castro Pérez, perteneció a la masonería, donde alcanzó el máximo grado de  Maestro grado 33. "Por ahí en un baúl tengo guardado su ropa de reparto en las funciones, fotos y todas sus pertenencias".
Y luego se quedó pensativa, y sin pronunciar palabra me señala con el  dedo índice hacia la pared, para que observara el único reconocimiento hasta ahora recibido en  Villa de Cura, una cartulina montada en vidrio  que en 2015 le fue otorgada por el “Parque del CVN”. 
Cuando ponía punto final a la entrevista, las lágrimas se evaporan entre los surcos de sus arrugas, se queda pensando un rato y remacha con insistencia en la memoria el nombre de su esposo  Oscar Castro y  la mención  de sus dos inolvidables  hijas Petra y Erlinda, una tragedia que vive siempre en su  recuerdo. Y antes de despedirnos  haciendo contacto con el puño me dijo que se sentía bien espiritualmente, y me recalca: !Verdad que las tardes de Villa de Cura son muy hermosas.



Oscar Carrasquel.  La Villa de San Luis, junio de 2017


FUENTES

Entrevista a Petra Aponte en su casa de la calle doctor Manzo:
Testimonio oral de su nieta Janet Sabina Castro.

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