María Teresa Castillo de Hernández. Foto archivo don Félix Hernández
.
Por Oscar Carrasquel
Porque Dios me dio amigos buenos como don
Félix Hernández Castillo con quién compartimos y aprendimos muchas
cosas de la vida cotidiana de nuestro pueblo, en la búsqueda de los
infinitos años de la juventud, es por .lo que venimos hoy a referirnos
ligeramente sobre la presencia de una mujer sencilla y amable del siglo
pasado quellevó por nombre doña María Teresa Castillo de Hernández, una dama
perteneciente a la vida social villacurana de la cuarta década del siglo xx.
Existían en La Villa en
aquella época las escuelas Unitarias de Rafael Delgado Oliveros, la de don
Manuel Hernández con sus oportunas enseñanzas, y otra de doña
"Pepita Peraza". En estas escuelas se aprendía las primeras lecciones
leyendo en el recordado "Libro de Mantilla", y en la época que a los discípulos desatentos al maestro le podía dar pellizcos, como adirma el maestro Gallegos en su novela, "las letras entran con sangre".
Vale decir que en 1928
fue fundada la legendaria escuela para hembras "Teresa Carreño". En
noviembre de 1926 abrió sus puertas la Escuela Federal Arístides Rojas para
varones. Por este motivo se fue reduciendo la presencia de las escuelas
Unitarias, pero siguieron apareciendo. En años siguientes abrieron aquellas
fundadas por misia Angelina de Roldán, doña Antonia Rodríguez de Bolívar y las
hermanas Poleo. Hablamos que las posadas más antiguas que habían en La Villa
fueron la de las hermanas Rachardell y la pensión de doña Juanita
Echangarai, conocida también como "Juanita las tres lunares", que
estuvo en la calle Páez cruce con doctor Rangel.
A estás pensiones
llegaban los que venían del llano guariqueño y apureño . Además de
posadas eran rancherías de palma en cuyo solar pernoctaban en la noche
las carretas de mulas, caballos y arreos de asnos. Todo eso que me
contaba mi amigo Felix Hernández se me quedó grabado en la mente.
En esa etapa casi rural de
aquella Villa de San Luis de mediados del siglo pasado la Oficina de Correos estaba
ubicado en una casona tipo colonial muy llamativa de grandes espacios en la
calle Comercio frente a la plaza Francisco de Miranda, a la vez era casa de
habitación de la familia Hernández Castillo. Al frente había un aviso visible
dónde se leía *Correos de Venezuela". En el mismo terreno está
construido lo que es hoy el Centro Comercial Plaza.
Doña María Teresa era
asidua participando en los retiros espirituales y misas en la Iglesia
católica. Recordamos que en los años de las décadas del 40 y 50 el cura
párroco que se conocía para la Eucaristía y presidia las procesiones del Santo
Sepulcro en Semana Santa era el doctor Lucio César Castellanos.
Doña María Teresa de
Hernández, como queda dicho, desempeñaba la difícil tarea de ser la encargada
de la Oficina de Correo de Villa de Cura. Fue una persona apta y
preparada movida por el cumplimiento de sus obligaciones y deberes, nativa de
la población de Tocuyito estado Cojedes, desde muy joven se radicó en Villa de
Cura, practicaba la confección de ropa para sus hijos; contrajo nupcias
con el villacurano don Manuel Hernández Utrera, de
cuyo matrimonio nacieron Manuel Enrique, Ana Teresa, Estela María, Juan
Bautista, Félix Lisandro, Carmen Teresa y Ana María (Mery).
El apellido Hernández era uno de los más
abundantes relacionados con la educación y el comercio agrícola y pecuario en
este ámbito aragüeño. Después de casada doña María Teresa de Hernández
permaneció largos años de servicio al frente de la Oficina de Correos de La Villa
brindando atención a la población que no era tan grande, podríamos
decir que su mayor mérito fue la constancia y su espíritu de servicio.
Los carteros encargados
del reparto de correspondencias en la década del 40 cuyo trabajo realizaban a
pie fueron los jóvenes Remigio Marchena, Rómulo Bermúdez que llegó del llano y La Villa le dio cabida, Teodoso Ríos y José
Ramón Coronado. El trabajo de los repartidores de cartas era reforzado con la figura del Posta, el cual era desempeñado
por un joven llamado José Leocadio Villalobos que se caracterizaba por tener a
su cargo llevar y recoger las valijas en las oficinas de los
pueblos circunvecinos. Esta destacada figura del Posta no se trasladaba a caballo como antes, sino en
los viejos autobuses de la Línea Demócrata como medio para realizar su trabajo.
Cómo hemos escrito en columnas anteriores la Oficina de Correo servía para
hacer transferencias de dinero ante la ausencia de entidades bancarias en la población.
A finales de la década del 40 asume la
jornada como regidor en el Correo, por designación del Instituto Postal
Telegráfico (IPOSTEL), el barinés de Sabaneta don Salustiano Yusti Prieto
(1898 Sabaneta-1987 Villa de Cura).
Este oficio de abnegación como fue la rectoría del correo llenó algunos espacios importantes de la vida de doña María Teresa Castillo de Hernández.
Lo que buscamos con estos escritos es que la nueva generación sepa de la
evolución de la ciudad y por dónde hemos pasado en este largo discurrir del
tiempo vivido. Hoy aquellas postales que recibíamos actualmente de todas partes del mundo
llegan por Internet, el progreso y los avances en comunicación terminó con el correo tradicional.
Oscar Carrasquel. La
Villa de San Luis Junio 2022
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