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Por Oscar Carrasquel
La leche de burra genuina es un alimento láctico, como es sabido extraído de la ubre asnal, con infinidad de propiedades terapéuticas. Se dice que antiguamente en algunos países se usaba como suplemento de la leche materna. Según la creencia mitológica, "Popea, la mujer de Nerón, el emperador romano, siempre mantenía un rebaño de burras parías, las cuales hacía ordeñar para luego bañarse con la leche" con el fin de conservar su lozanía. Extremadamente beneficiosa para la piel.
Sin embargo la “Leche de Burra” a que me voy a referir es otra; la que popularizó en una época ya lejana en Villa de Cura el comerciante de ganado don Eusebio Colmenares. La comerciaba en una bodega bien surtida de su propiedad con cancha para bolas criollas, ubicada a orilla de la carretera vía a San Juan de los Morros, en el sector El Samán. Hablo de las décadas de los años 50 y 60. Hasta hace pocos años existió la casona de bahareque y tejas a la entrada de unos potreros, sombreada por un frondoso árbol de samán.
La citada Leche de Burra es una bebida espirituosa. Una especie de ponche riquísimo que, antes, no faltaba en la nevera de cualquier hogar por humilde que fuese; se utilizaba para brindar en reuniones de familiares y amigos, especialmente cuando nacía un bebé. La ingerían nuestras mujeres reunidas en casa para dar gracias a Dios y brindar cuando salía del fogón la primera cocinada de hallacas en fecha próxima al 24 de diciembre. Uno muchacho, probaba una copita y sentía como un escalofrío en todo el cuerpo.
La "Bodega El Samán" tenía aparte una pieza donde funcionaba un pequeño laboratorio de donde salía la exquisita bebida. Quien sabía la formula fue un maestro villacurano de respeto, talentoso, llamado Juan Daniel Guirados, quien trabajó muchos años como empleado de confianza de don Eusebio, además de ser su cuñado.
El secreto de la receta no se la revelaba Guirados a ninguno, pero después se regó que se trataba básicamente de un batido de yema de gallina criolla, nuez moscada rayada, raspadura de papelón, cáscaras de limón verde, cerveza inglesa “La Perrita”, leche condensada y le agregaba agua de coco, mezclados todos estos ingredientes con aguardiente claro.
Las puertas de la bodega estaban abiertas desde temprano, y cualquiera se fijaba en la fila de hombres y mujeres mayores que acampaban afuera sentados en las gruesas raíces del frondoso samán, allí se apilaban pendientes de la hora que tuviera listo el cóctel, al cual como se corría entonces, se le atribuía efecto fortificante para abrir el apetito masculino.
Se comentaba que la receta original de la Leche de Burra llegó a manos de don Juan Daniel Guirados, de parte de unos hermanos Matheus o Matos que llegaron a La Villa de la Península de Paraguanà; mientras otros compañeros sostienen que fueron unos individuos provenientes de la región de los Andes, quienes comenzaron preparando y vendiendo de manera ambulante la "Chicha Andina", la bebida típica de los Andes y la convirtieron después en un rico ponche.
Lo cierto es que los automovilistas que se dirigían al llano los fines de semana y gente mayor de edad que transitaba a pie la carretera a San Juan de los Morros, a darse un baño en las pozas del río Guárico, no seguían sin antes pararse a llevar la Leche de Burra que vendía Colmenares a tres bolívares la botella, camuflada en papel periódico..Igualmente se comentaba que de Caracas la venían a buscar y se la llevaban por cajas.
Tuvo gran fama esta antigua "Bodega El Samàn" donde usted encontraba de todo; desde el genuino gofio hecho de maíz cariaco que fabricaba la señora Emilia Guirados, esposa de don Eusebio y hermana de Juan Daniel. Además expendía catalinas, hamacas, alpargatas, papelón, queso de mano, queso llanero, mortadela, aperos de talabarteros, pero particularmente la gente se paraba a solicitar la Leche de Burra que, hace más de medio siglo, antes de clarear el día, salía de la bodega de don Eusebio, .
Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, diciembre 2018
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