miércoles, 4 de octubre de 2023

SITIOS EMBLEMÁTICOS DE LA VILLA BODEGA "EL MATAPALO" DE DOÑA MARIA DE OVALLES.

  

          Hace tiempo que desapareció el simpático y apacible lugar, actualmente es una farmacia

                                                         Por Oscar Carrasquel


Con el firme propósito de no dejar nada atrás es que venimos a narrar algo sobre este magnífico lugar, que dejó momentos estelares de verdad, y de resaltar la belleza de este mítico paraje. Un día nos presentamos a dicha casa a buscar información. El Matapalo era como una flor grande que le daba vida a la sabana. En la calle El Ganado hoy avenida Lisandro Hernández, en la esquina cruce con la  calle El Ganado (así llamada antes) existió un fondo de comercio fundado por la señora María de Ovalles junto a su esposo Félix Ovalles Guzmán. Su marido era criador y productor agrícola, nativo de Villa de Cura donde vino al mundo en 1905. 
María Infante de Ovalles había nacido en Belén, municipio Carlos Arvelo, Estado Carabobo, el 20 de agosto de 1925, padres de Lely Federico, Pablo, Dora, Mercedes Amalia, Juana Emilia, Inés María, Nelly, María Magdalena, Ana Romelia, Carmen y Elizabeth del Valle.

  
 

Siendo María muy joven cuando se casó  ayudaba a Félix en las labores del campo hasta que se mudaron para Villa de Cura. La pulpería nació con un crédito de 500 bolívares en mercancía otorgado por el comerciante villacurano Oscar Salvatierra.  Los esposos Ovalles Infante buscando un nombre adecuado y refinado  registró el negocio con el nombre de  “La Nueva Ola”, pero la gente la recuerda más como “Bodega El Matapalo”, y así comienza a ganar fama. El Matapalo era un lugar de esparcimiento para la tertulia porque había unas mesitas para ejecutar las divertidas partidas de dominó, y al frente tuvo un rústico terreno para jugar bolas criollas, donde se celebraban competencias;  y como es de comprender poseía licencia para servir las espumosas bien frías. Todo un arsenal de discos con música romántica, rancheras y tangos tenía en sus entrañas una preciosa rokola; los clientes que llegaban atraídos por la música puyaban cinco selecciones por un bolívar. En aquel tiempo se reunían guitarristas y bohemios como el genial Juan Torero y otros y armaban la parranda.  

Doña María de Ovalles, se trata de una mujer honesta y humilde, laboriosa cocinera, de mucho carácter, el comercio fue parte importante de su vida. Recordamos que el mostrador, después de fallecido don Félix, hasta ya mayor lo atendió siempre doña María, y ocasionalmente la ayudaban sus hijas Nelly, Inés y Ana… Bien surtida su armadura de toda clase de víveres; tuvo de todo, desde hilo "elefante" y una aguja para coser, hasta un par de alpargata, artículos de primera necesidad, ferretería, quincallería. confites y refrescos; en donde acudían para adquirir productos la mayoría de los pobladores de las barriadas Los Coloraditos, El Rincón y Barrio Loco, hoy La Coromoto. Se surtía de los grandes almacenes mayoristas de La Villa.

Debemos resaltar que desde la fundación de la bodega todo el pueblo le dio por llamar al lugar "El Matapalo".  Por aquí pasó gente muy importante del centro del país que se paraban a comer chicharronadas y teretere con arepas, a refrescarse con la brisa suave. Toda una vida la consagró doña María de Ovalles a este trabajo, luchando con la crianza y  por la educación de sus hijos, hizo de padre de familia, sembrada en el corazón de sus cuantiosas amistades. De Belén pero se quedó en La Villa para toda la vida.

Allí estuvo enorme y fuerte el arbusto hasta la arremetida de la cinta negra de asfalto que hizo que desaparecieran todos los árboles de la calzada, lo que sirvió para la ampliación de la gran avenida Lisandro Hernández.  Con el paso de los años el pueblo fue creciendo y se extendió una cinta de construcciones de bloques, casas de comercio y talleres de lado y lado de la avenida. Hasta ahí duró la vida del Matapalo que sirvió de epónimo a la bodega, solo queda el recuerdo. En ese lugar lo que existe hoy es  una farmacia y tráfico liviano y pesado de vehículos.

Se puede suponer que el árbol debió nacer y crecer libremente cuando todo aquello era sabana, sin imaginar que le iba a dar tanta fuerza a dicho sitio. Al pie hubo un tronco de madera donde se sentaba la gente a descansar, a esperar que salieran los niños de la Escuela Estadal Unitaria número 118. En aquel lugar hubo una “pila” con grifo donde los vecinos iban a surtirse del vital líquido.

En casa se decía de esta especie que, las hojas disecadas en sahumerio sirven para ahuyentar a los murciélagos y bueno para evitar que se acercara la nube de mosquitos madrugadores. Una especie de pega que se produce al despegar la concha tiene un uso variado en la medicina casera; un guarapo caliente de la goma ligado con cebada es vital para aliviar dolencias estomacales; la goma que se forma es buena para cicatrizar cortadas leves y sobar a las personas que padecen de calambres.

Me llegan recuerdos lejanos que es oportuno dejar ver en esta crónica, los muchachos de entonces utilizábamos la pega que se desprende de la corteza para fabricar barriletes, cometas y papagayos. Los pajareros del cerro también lo utilizaban buscando forma de vivir. Así de importante era ese desparecido y frondoso árbol que muchos de aquella generación conocimos, el cual, entre otras cosas, le daba sombra a las paredes del antiguo caserón entejado que habita la familia Ovalles.

Quizá por la fatiga que van dejando  los años y las batallas libradas por el ser humano,  la señora María Infante de Ovalles cayó rendido por las dolencias. Llena de amor, de bondad y satisfecha de la tarea cumplida, se marchó para siempre rodeada del amor y el calor de sus hijas el 03 de agosto de 2020 en La Villa de San Luís, la tierra que tanto quiso. Fue inhumada en el cementerio municipal de la calle Comercio.

Poca gente, incluyendo la familia, se imaginaría que aquel arbusto de Matapalo le iba dar tanta identidad a ese fantástico lugar, donde se reunían a descansar y a conversar a toda hora, especialmente por las tardes, un puñado de personas de todas las edades.

                          Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, octubre 2023

Las fotos pertenecen al archivo de la familia Vásquez Ovalles. Retocadas en el laboratorio del retratista Ramón Alfredo Corniel.

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