viernes, 1 de marzo de 2024

JULIÁN MARTÍNEZ PERPETUADO EN LA MEMORIA COLECTIVA

 

                          Foto álbum familiar arreglado por el laboratorio de Ramón Alfredo Corniel


 
 JULIÁN MARTÍNEZ  PERPETUADO EN LA MEMORIA POPULAR

 

Por Oscar Carrasquel

 

A fuerza de tanto andar el mencionado, su nombre quedo grabado en los recovecos de nuestra memoria...Yo lo llamaba "Julianote". El  nombre completo de este personaje popular del barrio Las Tablitas fue nada menos que Julián Ramón de la Asunción Martínez González. Hoy venimos a evocar el transito de su vida para sacarlo del olvido. La verdad es que fue un muchacho de condición especial.  Desde su  nacimiento soportó una pequeña dilación en su mentalidad. Apreciado en toda Villa de Cura donde nació  el 15 de agosto de 1952. Se hizo notar. Se alegraba cuándo se acercaba la fecha de su cumpleaños.

Habitó siempre  junto con sus familiares una casa de  pared blanca caliza, ubicada en una esquina de la calle Comercio, cruce con el callejón 7 en el sector Las Tablitas, al frente del INCE.  Su padre  buscando  modo de vida, primero se estableció como fundador de la pulpería “El Regreso", ahora convertido el hogar en  panadería, donde se puede conseguir la delicia de pan de todas clases los días de la semana.

Su padre se llamó don Julián Martínez Oria. De la población de Cúa Estado Miranda llegó un día este ciudadano a Villa de Cura en 1951, cuando la ciudad era tranquila, vivió y murió aquí donde hizo buenas amistades. Se distinguió como criador y manejando  una cuerda de gallos de pelea. En esta ciudad casó con la villacurana Josefina González de Martínez. Doña Josefina "Pipa" fue hermana de doña Irma González de Botello, nuestra vecina.

A pesar de que ·"Julianote" era un muchacho con una discapacidad Intelectual, ostentaba las habilidades para desempeñar cualquier diligencia y tramites indispensables en oficinas de servicios públicas,  de cómo hacer una compra en el comercio, Siempre al corriente del movimiento de los automovilistas y muy cuidadoso de las imprudencias y locuras de algunos motorizados.  Capaz de tomar por su cuenta el transporte público, y en fin, saber todos los movimientos que una persona requiere para llevar una vida  básica e independiente.

En reuniones parroquiales de la peña de la Plaza Miranda se escuchaban muchas anécdotas acerca de este apreciado personaje villacurano. Conocido por la facilidad de entablar conversación con alcaldes, concejales  y con otras personalidades públicas, y hasta con ex presidentes de la nación, o narrando vivencias sencillas en la plaza. 

Tuvo como titulo de afecto  estrechar la mano y conversar en dos ocasiones con el doctor Jóvito Villalba, cuando el patriarca del partido URD visitaba en sus giras la sede en Villa de Cura. Igualmente habló con el líder Teodoro Petkoff. Tiene en su haber el hecho de haberse tomado la fotografía al lado del ex presidente Carlos Andrés Pérez, y otra vez, con el doctor Arturo Uslar Pietri, candidato a la primera Magistratura. Posó junto con Reinas de belleza.

El muchacho creció, y a causa de su condición nunca tuvo  matrícula escolar, pero tampoco fue un analfabeta, se defiende con esos valores que enseñan los padres a sus hijos, aprendió a leer y escribir. Muchas veces fue redactor de petitorios para entregar personalmente a un Presidente de la Cámara Municipal o a un Alcalde, cartas que sirvieron para plantear problemas del barrio. Buscaba alguien que se la corrigiera.

De día lo veíamos pasar la calle con un cajón “limpiabotas”,  terciado al hombro. Se estacionaba en las paradas de transporte público, atendiendo a cualquier transeúnte que tuviera necesidad de lustrarse los zapatos. Poseía entre sus clientes habituales, gobernantes y comerciantes. Figuraron entre sus contertulios don Alberto Roye y el señor Pancracio Corao. Fue muy educado en este aspecto.

Yo  me quedaba observándolo sentado él sobre un banquillo, deslizando un cepillo de limpiar ropa por un par de mocasines, y  resbalando,  arriba y abajo, un trozo de tela impregnado de betún en unas botas. Poco rentable la actividad pero lo que ganaba le servía para gastos personales. De costumbre sana, jamás se le vio  probando licor, ni tampoco fue fumador.

De día lo veíamos  pasar por el frente, alto como palmera, vestido de chemise de rayas y pantalones rancheros, talla ancha. Caminaba un poco desnivelado, con pasos de “gabán soldado”; un poco curvado su cuerpo, por lo alto que era. Me contó. la vez que le llegó la fatalidad con la muerte de su padre, pero quedó  bajo el sostén espiritual y material de la madre.

El tipo se detenía en cuanta reunión encontraba en la plaza Bolívar, pero su escenario frecuente era la Plaza Miranda. Cuando el país cambió, por  la inseguridad personal y altos precios, abandonó el oficio de limpiar zapatos. Algunas veces, era motivo de broma de  muchachos soeces que se metían con él.  JULIÁN les respondía con una ingenua sonrisa, pero  también buscaba enfrentarlos.

El tiempo nunca detuvo en nada su incansable marcha, se le veía un poco cansino pero saludable. El día menos pensado sufrió una caída y luego otra, y quedó en cama. Los vecinos lo iban a visitar en cambote.

El jueves 21 de marzo 2019 falleció Julián Martínez en Villa de Cura, la imagen representativa de nuestra calle Comercio, la muerte con su misterio tocó sus puertas bien de mañanita para robarle la vida. Llegó a 66 años cumplidos.  Hace poco lo estuvimos recordando una cuarteta de común amistad, con la alegría de cada brisa que  llega por La Alameda. 

Se nos marchó JULIAN pues, dejando a su familia y a todos impregnados de tristeza. Él, que nos animó con sus ocurrencias, sabemos que somos humanos. Que Dios le tenga un lugar reservado a su lado.

 

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, Tricentenaria

 

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