Como es
sabida la procesión del Viernes Santo en Villa de Cura posee un largo tiempo de
tradición por la figura milagrosa del
Santo Sepulcro. Desde la hora que los cargadores alzan la imagen para
trasladarlo desde su morada hasta la Iglesia San Luis Rey, y en su recorrido de
regreso, los fieles creyentes que siguen la procesión, conseguimos oír en todo
su recorrido el retumbo seco, el sonido característico del redoblante haciendo
temblar el suelo detrás de la caja mortuoria...:¡parapanpan! parapanpan!... Lo que hace que los cargadores
dancen debajo del mesón, mientras los feligreses se rinden en oración.
¡parapanpan! parapanpan!
La jornada del toque del redoblante en Villa de Cura tiene diversos protagonistas. Algunos nombres los conservo, unos por el tiempo se perdieron en la memoria. Hay datos traducidos al oído. No se puede asegurar que uno fue mejor que otro; todos lo hicieron bello de “todo corazón” para ganar la luz del cielo. La mayoría fueron almas conocidas que ya fallecieron hace algún tiempo, pero dejaron huellas en su largo transitar por la vida de nuestro pueblo, y por ende su recuerdo difícilmente se pueda borrar.
Como preámbulo, debo consignar unas sentidas líneas a la memoria de nuestro amigo Luís Cordero Adames, que fuera hijo del maestro y director de orquestas Germán Cordero Padrón. Luis desde muy pequeño hasta su desaparición física, demostró su vocación tocando el redoblante, escoltando todos los años la imagen del Santo en la procesión. Su partida temprana de este mundo entristeció a la feligresía y a la comunidad villacurana.
Don Carlos Limoges,
fue parte de esta leyenda, flaco, catire, ojos verdosos, vecino de “Las
Tablitas”, amó su instrumento musical y su bella música. Se mantuvo tocando el
tambor por más de un cuarto de siglo.
Un personaje
emblemático de la procesión que despertaba entusiasmo fue don José Arístides
González Romero, quien durante 26 años nos ponía el corazón acelerado con el
roce de los palillos sobre el redoblante. Su remplazo cayó en la misma familia,
en sus primos Pedro José González Agüero
y Pedro Luís Díaz González. La promesa de Arístides fue hasta que cayó rendido
en los brazos de la muerte.
Desde que era una niña, la joven Lorianny Linares González,
con el corazón lleno de esperanza, con gran sabiduría, se incorporó a la
procesión del Santo Sepulcro de Villa de Cura; una joven invidente. Aprendió a tocar el redoblante a la perfección. Hace
tiempo la joven tiene participación, año
tras año, y pese a su incapacidad visual cumple con la promesa. Pedro José y
Pedro Luis la acompañan en todo el recorrido de la procesión. Lorianny Linares
González, es la primera mujer que pasa por esta experiencia de tocar el
redoblante. Excelente cantante y crea canciones. Está a punto de graduarse en
el Pedagógico de Licenciada en Música. Podemos señalar incluso que, en una
fiesta en San Francisco de Asís fue acompañada en vivo por la orquesta Billos
Caracas Boys. El mastro Frometa quedó gratamente impresionado.
La mayoría de los que describimos lo hicieron de manera autodidacta. Hoy son muchos, de todas las
edades, los que quieren aprender a tocar el redoblante y agradar a Dios.
Respeto y admiro a los muchachos que desean ingresar a pagar sus promesas al
Santo Sepulcro.
El Santo Sepulcro de Villa de Cura hará su recorrido por las
calles cuando estemos viviendo este viernes
Santo 2024 en la ciudad. Alabemos pues su paso, con flores, música sacra, palmas, con cimbalillos y
redoblante. ¡Hosanna! ¡Hosanna!
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, Tricentenaria
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