martes, 28 de diciembre de 2021

TIEMPOS DE RECLUTA PARA APAGAR CANDELA EN LOS CERROS DE LA VILLA

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TIEMPOS DE RECLUTA PARA APAGAR CANDELA EN LOS CERROS DE LA VILLA

                                                                                              Por Oscar Carrasquel



Venezuela se encontraba en aquellos años de la década del 50 bajo el régimen militar perejimenista. En aquel entonces .ocurría un episodio extraordinario en el pueblo que se presentaba ante nuestros ojos de muchacho  zagaletón. Pasado el tiempo no se ha visto más algo parecido. En esos días se le temía bastante  a la camioneta de la policía (La Wilson) y miedo a los  policías con peinilla desenfundada que andaban en recorrida. 

El muy renombrado cine “El Corralón”, como lo sabe todo el mundo, estaba situado por la calle Bolívar de la población de Villa de Cura, estado Aragua, precisamente a media de cuadra de la plaza Miranda y a la misma distancia del cuartel de policía.

Los parroquianos  se acostumbraron a concurrir casi todas las noches al cine El Corralón a ver una película mexicana o de vaqueros, y a mirar extasiados las curvas de La Tongolele, a la escultural Ana Berte Lepe y María Antonieta Pons. Pero en medio de lo que podíamos llamar una guerra de nervios, con los ojos bien abiertos, mirando para todos lados, ¿Por qué? A las nueve de la noche era la hora de salida del cine, pero había que intuir que no fueran andando los meses  de verano,:febrero,  marzo y abril, cuando la brisa soplaba y el fuego empezaba a envolver las faldas de los cerros El Vigía y de Los Chivos, las principales lomas naturales del pequeño valle.

Ligando que no se le hubiese ocurrido a un furtivo cazador de perdices y conejos  prenderle fuego a la vegetación en la falda de los mencionados cerros, porque los cinéfilos corrían el trance de convertirse en bomberos o en agente guardabosque protector de la naturaleza.

Entre los inconvenientes  que pudieran surgir es que los estuviera esperando La Wilson a la salida del cine, cubriendo toda el área de la salida para embarcarlos en la camioneta de la policía, tal como si fuera una fila de ganado vacuno. Las féminas  salían ilesas ya que se les respetaba (estaban exceptuadas).

A cualquiera persona en la década de los años 50, a la salida del cine, se le cortaba el resuello al distinguir estacionada en la puerta de salida del teatro  la camioneta “Wilson”. Así era como se le nombraba a las patrulla policial en aquellos tiempos, la cual de inmediato lo conduciría a “colaborar” con una rama de palmera en la mano, para ayudar a sofocar la línea de fuego que iba consumiendo la vegetación en los cerro El Vigía y Los Chivos. La persona no tenía que ser veguero, también los agentes uniformados,, reclutaban a hombres trajeados de flux y sombrero, podían ser venezolanos o extranjeros, 

Con un carácter bastante perturbado, los caballeros  tenían que hacer ese obligatorio regalo a la autoridad, para cuidar el medio ambiente en este valle, sin chistear ni procurar un gesto de protesta.No importaba que fuera lunes, sábado o domingo,

Cuando la autoridad precisaba que el personal que salía del cine era insuficiente, entonces recurría a los  botiquines, a los billarines, o bien a los salones donde los parroquianos jugaban dominó, y  los sitios donde practicaban bolas criollas. A reclutarlos sin distinción.
 
La razón de esta nota nota es para que nunca nos olvidemos los más viejos de estos episodios ocurridos en el pasado no muy remoto. Fueron muchas los personajes de carne y hueso que pegaron una buena carrera para no sofocarse el cuerpo con candela antes de acostarse. Así era la cosa en esa época, como la describo. Reinaba la arbitrariedad. En contraste, las sabanas en el llano era verdor en tiempo de invierno con abundantes lluvias; la economía era creciente, Venezuela se daba el tupé de exportar carne de ganado vacuno a Gran Bretaña después de abastecer el mercado.interno..


Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, verano de 2017
Foto referencial tomada de Internet

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