La figura de un caletero. La foto no tiene crédito, bajada de la web
Por Oscar Carrasquel
Hace más de seis décadas atrás, en tiempos cuando Venezuela era gobernada por el General Marcos Pérez Jiménez, existió el desempeño de un oficio que no causaba curiosidad alguna en el habitante de Villa de Cura, como era observar en la vuelta de cualquier esquina la labor llevada a cabo de manera cotidiana por los transportadores de caleta. Acostumbrados a cargar sobre su lomo sacos hasta de 60 kilos y más..
La escena cotidiana era una fila de hombres de pantalones recortados a la rodilla y con el torso descubierto, sudados de sol y de cansancio, con un pedazo de fardo hasta la mitad de la espalda. Eran hombres (jóvenes y viejos) de buena disposición física, descargando a pulso los viejos camiones Ford y Chevrolet de tablillas, subiendo y bajando aceras, atravesando para entrar a las puertas de los Almacenes. Sobre la tabla de la nuca se montaban sacos con la diversa mercadería que llegaba de poderosos importadores de la época comisionistas de los almacenes de La Villa, tales como DAO, BECO, BENEDETTI, TAUREL, BOULTON, etc.
La mercancía llegaba al país a través de los conocidos Puertos de La Guaira y Puerto Cabello; la diversidad de productos provenía de los mercados de Europa y de Norteamérica. El comercio mayorista importaba de todo, vigas, cabillas, mecate, clavos ,harina de trigo, cemento, productos de tocador, alambre de púas, perfumes, telas, licores, entre otros, para satisfacer los pedidos de los grandes almacenes de Villa de Cura..
La firma comercial más grande en Villa de Cura era el almacén de MARTÍN HERNÀNDEZ R. Contaba con dos sedes: una ubicada en el edificio que envuelve toda la manzana frente a la plaza Bolívar, distribuidora de aceite automotor Amlie y dos sustituidores de gasolina. Otro negocio por la calle Real (Bolívar), cruce con calle Doctor Urdaneta. Hay que hacer notar que existieron en ese tiempo más de una docena de casas importadores de diversos productos como Hermanos Álvarez R, Norberto R. Vásquez, Damián Álvarez R, Raúl Barreto, Froilán Aguirre, Ricardo Utrera, Francisco Matute R, Manuel Melo, Oscar Salvatierra, José Tomás Hernández, José Rafael Hernández Pérez, Manuel Lisandro Hernández Pérez, Narciso Pérez Acosta,, Hernández y Besson..
En la misión de cada uno de estos hombres entregados a este trabajo de caletear y luego organizar la mercancía en el interior de los establecimientos y disponerlos para venta, estaba el objetivo de recibir a cambio una precaria retribución monetaria con lo cual lograba el sustento de él y de su familia. Eran días en que ciertamente en La Villa escaseaban las fuentes de trabajo estable. Los habitantes de la urbe vivían generalmente de trabajar en el comercio, la alpargatería y talabartería; además de la actividad agropecuaria, como elemento esencial de la pequeña economía.
Estos hombres que se dedicaban al trabajo provenían casi todos de sectores apartados, vivían en los comunidad de Las Mercedes, Los Tanques, La Represa, Los Colorados, Las Tablitas y Los Coloraditos. Faltaba mucho para que la población se multiplicara en tantas barriadas.
Entre algunas cosas interesantes que podían contarse de estos personajes, es que eran hombres musculosos, audaces y recios para el trabajo. Pero tenemos la obligación a ser claros, guapos a la hora de empinarse el pico de una botella de aguardiente para embriagar el alma; la bebida era como una especie de refugio de sus penalidades. Se supone que la afición por la caña era para darse ánimo, amortiguar el cansancio, y el estrés que dejaba la dura faena de tantas horas hasta el sol de los venados..
Como es sabido en nuestros días este proceso de carga y descarga se hace con el uso de montacargas hidráulicos o utilizando carruchas. .Hoy podríamos mencionar algunos de estos hombres que se desempeñaron como caleteros que a pesar del tiempo transcurrido todavía guardamos en la pantalla de la memoria: Rosendo Flores, José Mujica, José Isabel Barrios, Julio Almeida, los hermanos Zambrano, León González, Cesar Augusto Mendía, Antonio Ochoa, Raimundo Díaz, Jesús Núñez y José Alejandro Martínez. El popular negro León González fue un trovador en este pueblo, este hombre pequeño de tamaño fue uno de los mejores cantadores de tango. que he conocido.
No debe sorprender que entre este gremio de caleteros, no se conocían por su nombre propio sino por el apodo; fueron muy conocidos y nombrados: Sufrido, Tabaquito, El Llanero, Peazo e’ Mama, Cachapa, Nariz de Sillón, La Pulga, El Papa, Sapo Amarillo, Cara e¨Caña, Maestro Zurdo, Braulio, Monroe, Cantinflitas, Niñote, Perucho Tronera, Juan y la Burra, Cigarrón, Mojón de Tigre, Medio Postín; fueron sobrenombres que en la cotidianidad nos aprendimos de memoria, cuando eventualmente nos entremetíamos en sus tertulias, los oíamos cuando yo pasaba para mi trabajo en un banco, susurraban y se contaban nuevas y viejas historias.
Los caleteros a pulso fueron personajes sembrados en la conciencia popular, trabajadores de gran valía, de mucha fuerza y resistencia física. Nos complace recogerlos en la crónica para recordarlos con cariño y afecto villacurano. Valoramos la actividad laboral que desarrollaron en los días más productivos de su existencia, cuando la economía local más precisaba de sus servicios. Nos llena de satisfacción recordarlos con nostalgia y consideración, incluso a aquellos que por olvido no nombramos en esta nota; la gran mayoría de ellos ya emboscados ineludiblemente por la fatalidad de la muerte.
¿Quién sabe cuántas ilusiones, cuántas alegrías, amores y desamores, cuántos sueños y frustraciones se atravesarían en su camino?.Que Dios los tenga en descanso.eterno.
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís, invierno 2015
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