lunes, 26 de septiembre de 2022

LA RUDA LABOR DE LAVANDERAS EN RÍO TUCUTUNEMO

                             Las Lavanderas.  Dibujo realizado y coloreado por el artista plástico Leopoldo Guevara
 


Por Oscar Carrasquel

La memoria del pasado se mantiene intacta va y viene como la brisa..De aquella pequeña urbe que era Villa  de Cura en la cuarta década del siglo xx cuando no había llegado el servicio de acueducto de agua por tubería, la dedicación de lavar y planchar para la casa y también servir ajeno, fue una extenuante labor femenina muy utilizada en la época. Esto nos hace remontar y recordar a las lavanderas en el otrora primoroso río Tucutunemo y sus afluentes. Hay que hacer notar que los usuarios del casco urbano, en ese entonces, nos surtíamos de las  pilas públicas para el agua potable y demás servicios de la casa. .

El río Las Minas, El Paredón de La Represa, la quebrada Curita, el río Guárico y pequeños arroyos tal como "La Aguadita" que emergía del cerro El Vigía por el lado del cementerio,están ligados a la vida y a esta historia. Pero más famosas fueron las lavanderas del río Tucutunemo, procedentes de los rincones más humildes de Las Mercedes. Yo las conocí en los años de mi infancia, sin embargo la historia se encuentra en la memoria de personas que han vivido en la Parroquia. Uno miraba con verdadera compasión los golpes que daba d la vida a  estas mujeres que por necesidad realizaban este duro trabajo. 

Ellas bajaban en romería con sus petacas sobre la cabeza llenas de ropa sucia, o bien, bajaban por las orillas del rió Tucutunemo, bien de mañanita; muchas veces tenían que utilizar la fuerza  del hombre de la casa para que ayudara con la pesada carga. En ese río pasaban tres días de la semana  muy cerca del puente del camino aguas abajo. Había un nacimiento de aguas en la falda del cerro que los viejos habitantes bautizaron como “ La Quebrada de las Lavanderas”, convertido hoy en caserío.

Con un liviano mazo de madera golpeaban la ropa ahogada en jabón azul para sacar el sucio y la estregaban con una costilla de res en una batea de madera. En la sofocación de mediodía cocinaban y los árboles que allí existían les obsequiaban sus racimos de mango, guayaba y mamones dulces, mientras los rayos de sol secaban la ropa. Las prendas de vestir  eran tendidas sobre los pajonales, y más aún, sobre las rocas azules que se asoman en la corriente y en las orillas del río, hasta que secaran.

Se dice que en aquella época las lavanderas compartían  saberes populares, establecían una especie de  familiaridad, inventaban cuentos como si fueran verdad; criticaban cosas que sucedían en la barriada; dejaban caer refranes; chistes picantes; se valían de la chispa criolla para acompañar la tertulia en el trabajo. Al terminar en horas tempranas de la tarde, después de degustar de un suculento hervido  producto de una "vaca" entre todas, regresaban a paso lento  para sus respectivos domicilios  a completar los oficios hogareños. 

Con el paso del tiempo por allá en el quinquenio del doctor Rafael Caldera, el Concejo Municipal de Zamora privilegió a las lavanderas de Las Mercedes, las dotó de unos cubículos bajo techo en un sitio céntrico para que desarrollaran su actividad, dotados de bateas de cemento, y por supuesto agua por grifo, ubicados estos lavanderos al final de la calle Jaime Bosch en el cruce con la calle Montenegro en la Parroquia Las Mercedes..

No había llegado la moda del detergente en polvo. Aquello se parecía una "sampablera". Comentarios por aquí y por allá. Las lavanderas seguían unidas pero en un ambiente diferente. Aunque la mayoría siguieron lavando por el curso del río, quizá les hacía falta oír el trino de las aves y el chillido de la corriente. El comentario es que no soportaban el olor de cloro que venía por la tubería, consideraban más lógico el río, mejor era andar por sus playas donde se sentía una corriente de aire fresco.

En los  días de la semana se oía el canto de trabajo de un con grupo de damas equipadas con tobos y canastos repletos de ropa que portaban en su cabeza. Entre las laboriosas mujeres que mantuvieron esta labor, las cuales ya desparecieron por completo, conocemos los nombres de María de Jesús Rincones, Dominga Farfán, Aleja Almeida, Isidora Morgado, Vicenta Bolívar, Ecolástica Flores. Teófila Bello y una morena que mentaban Joaquina,cocinera, experta en la preparación de un hervido de corroncho que ellas bautizaron con el nombre de "riqui-riqui".  Con su actividad laboral contribuyeron a levantar sus hogares. Hay que convenir que las cosas de la madre naturaleza no son estáticas, la corriente de los ríos y quebradas de los alrededores hace tiempo dejaron de correr, 

Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, octubre 2022


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