martes, 27 de septiembre de 2022

"BAR SAVERY" TABERNA DE MEDIADOS DEL SIGLO XX

 

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El respaldo de la foto dice que están Manuelito Rodriguez, Raúl Carrasquel, Justo Ilarraza "carehacha", Ramón Piñero y Víctor Parra Díaz. 

Muchas familias villacuranas recibían el "Cañonazo"  de Año Nuevo en las instalaciones del Bar Savery., al terminar de sonar las 12 campanadas  en la Iglesia San Luis Rey.



Por Oscar Carrasquel

Hacemos esta resumida descripción para  recordar, revivir este  lugar de esparcimiento de la Villa de Cura de mediados del siglo xx,  la más vistosa tasca que jamás se haya conocido en nuestra ciudad, se llamaba Bar Savery. En la villa  imperaba  la hospitalidad,  la cordialidad y el respeto.  Villa de Cura era  un  pueblo pequeño y bonito, religioso, de brazo cálido y extendido con la llanura guariqueña. La creación  de este bar debió ser  en la tercera década del siglo xx;  nos cuenta Félix Hermández, que  el nombre fue inspirado por cinco hermanos de nacionalidad italiana visionarios y carismáticos: Carlos Savery, José Domingo Savery, Bonifacio Savery, Miguel Savery y Luis Savery. La sede era un caserón que ocupaba la mitad de la manzana en la calle Bolívar cruce con Leopoldo Tosta, a escasos cien metros de la plaza Miranda.

Hoy en día el lugar es una hilera de establecimientos y edificaciones que ahogan la cuadra. En la fachada, sobre  un ventanal figuraba un cartel con letras grandes amarillas donde se leía “BAR SAVERY”. Comentábamos Oldman Botello y yo , que se atisbaba en el centro del patio, la enramada de una frondosa planta de uva azul, cargada todo el año de racimos. Provoca decirlo con versos de Andrés Eloy Blanco: "daba uvas más dulces que la miel de las abejas".

Se parecía a una tasca española, tenía un salón familiar amplio, l
as butacas forradas en fino terciopelo. Podía tener acceso cualquier  público, pero  la verdad   es que los hermanos Savery se reservaban el derecho de admisión a la barra, pista de baile y sala de billares. En la sala de recepción se solía reunir un grupo de personalidades encorbatados, tal como si se tratara de una sola familia; visitado también por empresarios y agentes viajeros, que iban a disfrutar de sana partida de billar y otros  hablar de negocios.

Básicamente incluía servicio fijo de bar, salón de reuniones, pista para baile y espacio para juego de billar, ajedrez y dominó. Al mismo tiempo era “Café”. Se gastaba una antigua cafetera italiana marca “Victoria Arduino” que ocupaba medio mostrador, se servía toddy frió o caliente, batidos de frutas y Frappes; ofrecía sándwiches en pan cuadrado rellenos de queso Gouda o jamón serrano que venía envuelto en fardos.

En sus vitrinas no fallaba un inventario de licores de origen escocés; cigarrillos Camel y Chesterfield y tabacos cubano “Habano”, y  el célebre  “Montecristo”. Lo único con sello criollo eran las sabrosas  tortas y dulces de la cocina de misia María Palumbo, y  cola “El Polo” a O.25, que era el refresco de moda, y cerveza Caracas en botellón.

Entre los mozos que atendían la barra, entrenados por Savery para preparar cócteles, se recuerdan los nombres del joven Carlos Almenar, , luego fue pasado como encargado de la barra. Como se recordará, con el transcurrir del tiempo, Carlos Almenar fue fundador del conocido bar "La Garita". La terna de mozos la completaban Fermín Nieves, el chingo Pablo Villamizar y José Rafael Hernández (el de las tostadas). Y por entre las mesas se veían desfilar compartiendo faena  los mesoneros, Samuel Flores, Cecilio Figuera “Glostora” y José Félix Córdova. Tenía un mobiliario y mostradores de lujo estilo Barroco,  de pintoresco efecto italiano,  traídos directamente de Europa. 

Las bebidas eran todas importadas, menos el botellón de cerveza “Caracas” que valía un bolívar; Cerveza La Perrita a tres bolívares la botella; la sangría de vino Jerez “Moscatel”; una copa de brandy “Felipe II”  o “Martel” por dos bolívares, y un trago de escocés con soda y hielo 2.50 bolívares, servidos en la barra o en las mesas, con su oportuno pasapalo. Mucha gente de aquella época recordará los llamados “Vermuth” domingueros con música en vivo. El piano de la Tasca lo tocaba el finado Ricardo Rodriguez Sequeda “Mapurite”. Aquel  joven de pelo indio, que  tocaba todo instrumento musical de manera autodidacta.

En aquellos días era muy escaso el tráfico automotor por la calle Real, de vez en cuando pasaba un autobús de la línea “Demócrata” que salía de la ARC hacia el vecino pueblo de San Juan de los Morros, y sus calles y plazas libres de tumultos y de tarantines.  La música grabada de la década del 40-50  se derramaba de una vieja victrola  marca alemana que engalanaba  el ambiente.

En sus salones se realizaban bailes de gala y ocasiones especiales, las primeras invitadas eran las reinas de carnaval o de fiestas patronales de San Luis. Y además era área de reunión de comerciantes, ganaderos, estudiantes universitarios, visitantes de pueblos vecinos, y caballeros de sombrero que concurrían a las  tardes de coleo en bocacalles cerradas con guafas. Se podía encontrar el visitante con las muchachas villacuranas y foráneas más bellas de la época. Se dice que los villacuranos que se  ausentaban y  regresaban en vacaciones,  aprovechaban para reencontrarse en el Bar Savery.  

Todos sus ambientes estaban aptos para reuniones sociales, sobre todo  bodas, cumpleaños y para el recibimiento de personalidades. Se agasajaba y premiaba  a los triunfantes coleadores. En ocasiones, contaba con la presencia de grupos musicales de la localidad animando  las reuniones. Para la ocasión  se alistaba el "tres" de Oscar Hernández, acompañando la romántica voz de Teobaldo Parra Coronado. Igualmente las trompetas de Germán Cordero y Del Valle Bustamante. Cuentan que, en su oportunidad aquí celebraron sus reinados de las fiestas de San Luis las jóvenes Martha Fuentes y Yolanda Paradisi.

Entre los visitantes y contertulios son mencionados por el señor Omar Gutiérrez Hurtado en su libro "Cuando el tiempo se hace corto" los señores Dionisio Infante, Raúl Barreto y su hermano Oscar Enrique Barreto, Vinicio Jaén, Antonio Saa Fernández, Antonio Silva, el Marqués Montenegro, José Antonio Torrealba, Martin Hernández, los hermanos Fernando Hernández,  Juan Bautista Hernández y Luís Rosendo Hernández; Alejandro Tosta, los hermanos José María Carabaño Tosta y Fernando Carabaño Tosta, Juan José Torres y Morocho Trujillo.

Según me relató el músico bajista de la orquesta de Cordero, el señor Rafael Almeida “Petit”, en una oportunidad fue agasajado en el bar Savery el célebre pelotero villacurano José Pérez Colmenares "El Temible",  a su regreso de la Habana Cuba donde jugó con la selección nacional campeón mundial en 1941.  En el Savery también se le dio la bienvenida al espléndido equipo villacurano Ayacucho Star BBC en el año 1943, cuando el conjunto villacurano ganó campeonato nacional de béisbol juvenil en Caracas. Contando con la compañía de su ramillete de nueve bellas madrinas. 

En estos salones cuando corría el año 1944, según informaron recabada, fue recibido el Presidente de la República General Eleazar López Contreras y su hermano don Fernando López Contreras. Igualmente fue visitado en una oportunidad por el General Isaías Medina Angarita, con la banda presidencial. Este dato me  lo aporta el profesor Antonio Cabanillas Yepez, Cronista Oficial del municipio Zamora,  por haberlo oído del poeta Vinicio Jaén Landa.  Otro  de los visitantes de lujo a la Taberna fue el rico ganadero guariqueño Nicolás Felizola, que venía a la Villa en viaje de negocio de ganado. Son incontables las figuras y personalidades que visitaron sus instalaciones. Personajes populares como el célebre Juan Rojas "Juan Torero", que visitaba estos salones del Bar Savery trajeado de flux y corbata.

Sin duda que los hermanos Savery conformaron una familia de inmigrantes europeos amantes del progreso y el buen nombre de Villa de Cura, con preferencia por fomentar la industria y el comercio. Tenían fama de ser gente exquisita, amable y de mucho respeto.  Instalaron en La Villa la maquinaria más moderna accionada por electricidad para la fabricación de pastas alimenticias de la marca “Bresciana”, que se distribuía en gran parte del territorio nacional; además  fundaron en una parte del caserón,  por la calle Leopoldo Tosta, pilones y molienda de maíz y fábrica de hielo tipo panela. Nuestro paisano Adrián Aponte estaba  encargado de las máquinas del vapor. También transitó muchos años trabajando en la fabrica Eladio Martínez el popular ”muñeco”.   

Traigo a colación esta menuda historia villacurana de la cual han transcurrido más de seis décadas. Sin embargo, no he contado que ya en sus años finales,  El Bar Savery fue campo de mi primer escarceo y escapadas de la adolescencia. No puedo olvidar que fue en  esta cantina mi primer abordaje con una botella de licor, libamos un  Vermuth “Cinzano” de la región del Piamonte italiano, una Nochebuena de Año Nuevo, compartiendo mesa con “el negro” Francisco Matute Padrón y Pedro José Zapata, ya habíamos alcanzado los 18 años de edad..

Cuando gobernaba el general Marcos Pérez Jiménez estaba en plena efervescencia el Bar Savery, perseveró por muchos años en su misma dirección en la calle Bolívar. Todo el mundo buscaba visitarlo hasta los inicios de la quinta década del siglo xx. Una Villa de Cura muy distinta a la actual.

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, 25 de mayo 2017




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