En la gráfica doña Alejanrina de Lara y su hijo Agustín Lara Flores
Vivió la señora Lara bajo el alero de una casa de cordialidad, con patio, ubicada en la calle doctor Urdaneta norte, cuando esta cuadra recibía el sugestivo nombre de " La Cuadra Larga", por dónde en una época pasaron hombres con arrebate de arreos y carretas con dirección a la calle Sucre o *La Chancleta". Por donde paseaba su altivez manejando su Chevrolet don Dionisio Infante cuando iba y venía para su hacienda La Providencia.
Doña alejandrina de Lara fue muy solicitada para la hechura de fluxes, liquilique y ropa de todo tipo. Todas estas vivencias y vicisitudes que trae la vida son pertinentes a pocas horas para que ella concurra a los actos de fin de curso y actividades académicas que organizan profesores y estudiantes del Instituto "Leoncio Martínez" de Villa de Cura, a realizarse el viernes siete de julio de 2023, para lo cual está circulando un programa especial . Se trata de una Institución con más de medio siglo de haber sido constituida y que viene a ser la continuación de la gloriosa "Escuela de Artes y Oficios" .
Y, es que estos salones de enseñanzas han entregado fructíferos y múltiples saberes. El arte de la sastrería la cursó con sus maestros Emilio Palma, José Villasana y Manuel Núñez que se desempeñaron con mística, daban clases a sus discípulos en un salón que daba a un jardín de rosas y jazmines.
Contaremos, Dios mediante, con la presencia de la protagonista de todo esto, la vamos a tener esa memorable fecha en los sobrios corredores de esta Institución. Se trata de esta personalidad cuyo nombre completo es María Alejandrina Flores Valoa, viuda de Lara, que el pasado mes de febrero arribó nada menos a la cifra de 96 años de edad. Nació en una Villa de Cura muy apacible que invitaba a la música, una noche al filo de una serenata con bandola el 21 de febrero de 1927. Eso ocurrió el día que el santoral católico festeja a San Pedro Damián.
Nos fuimos a recorrer el camino de su vida y su obra, a construir recuerdos; la humanista Ligia Guzmán González; uno de sus hijos de nombre Agustín Lara Flores, y quién escribe. A ofrecerle este corto homenaje, a describir con entusiasmo en el corazón a esta figura femenina con su estampa de antaño, ahora que a La Villa la denomínanos con el cognomento de Ciudad Tricentenaria. La matrona va marcando el rumbo de su vida y paso a paso las vivencias sencillas de su pueblo donde ha visto todo lo bueno en su larga existencia. Para 1950 había en la urbe un conjunto de damas cuya fundamental actividad económica era el corte y costura para caballeros, queridas y respetadas por todos, a las cuales queremos recordar con un gran sentimiento.
Se trata de costureras que laboraban en un espacio de la casa, son muchas las razones para que las llamaran Sastras. El sastre tradicional es quien selecciona la tela, toma las medidas al cliente con un metro de cinta de tela, traza, marca con una tiza el patrón, cortan la tela y le llevaban los cortes para que la costurera confeccionara distintos trajes a la medida.
Entre una variedad de sastras estuvieron doña Alejandrina de Lara, Ana Isabel Domínguez de Lombano, Matea Galindo, Claudia Pálima, Mercedes de Socco, Teófila Ramírez, Lucrecia Yusti y la llanera Petra Fernández, mejor conocida como "Petra la Sastra". Para mediados del siglo XX le procesaban ropa a la sastrería “La Fortuna”, sastrería “Núñez”, sastrería “La Palma”, sastrería “El Deseo”, sastrería “La Criollita”, entre otras. Además de otros nombres de excelentes sastres independientes que ya no existen, tales como José Villasana, Héctor Acosta, Víctor Montenegro, Juan Terán, Isidro Díaz y Andrés Delgado. Las telas que predominaban en la época eran el casimir inglés, lino 100 y gabardina. Vale destacar que en la década de los 60 nos encontramos a Doña Alejandrina trabajando para el Servicio de Intendencia fabricando el vestuario militar para el contingente de la antigua Fuerza Aéreas Venezolanas (FAV).
A veces nos resistimos a dejar del espacio donde nacimos y dejamos raíces y amistades. Al pueblo de Villa de Cura siempre se regresa. Nuestro personaje radica actualmente con sus hijos en Maracay pero aquí en esta geografía todavía palpita el corazón de esta madre, sobreviviente de una generación dorada. Doña Alejandrina de Lara es una dama de principios católicos, concurre a la procesión del Santo Sepulcro de su pueblo. Y es devota de la Divina Pastora seguidora de su peregrinación los 14 de enero; íntegra y espléndida, saturada de nobleza, contenta del milagro de vivir. Agradecida de Dios por la llegada de cada año a su vida, con fuerzas suficientes para continuar repasando sus primeras y últimas vivencias. En Maracay asiste a misa puntualmente en la Iglesia de San Jacinto.
Recordar a nuestra humilde casa de la "cuadra larga", es rememorar que allí teníamos de vecinos a la familia Lara; ello nos permitió conocer a su difunto esposo Pedro José Lara Nieves, abierto a su trabajo como conductor de camión. Este matrimonio procreó dos hembras, Matilde Elena y Damelis Margarita; y dos varones, Agustín y Pedro José Lara Flores.
Sus huellas son el color de espiga dorada de sus cabellos y el amor perdurable de sus familiares, de ver al prójimo como un hermano, y de rememorar el pasado de aquel pueblo primoroso de alas extendidas que fue, y compararlo con este de ahora de rostro cambiado, algo descuidado y abandonado, pero de amor infinito . ! Bienvenida Doña Alejandrina!
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