lunes, 23 de octubre de 2023

¿ CÓMO SE ORGANIZABAN LAS AGRUPACIONES DE PARRANDA EN EL PASADO ?

  

 Guillermo Alahé "moronta" y Héctor Lombano "casunga" . Foto colección Ramón Alfredo Corniel

                              

                                                        Por Oscar Carrasquel

 

Ojalá que la música parrandera originaria de los estados Aragua y Carabobo y su  poesía, siga extendiendo su fraternidad en el paisaje de los valles aragüeños, en la costa, y muy especialmente en Villa de Cur, ahora que llega el espíritu de la fiesta decembrina una expresión de cultura que nunca se pierde,

La música de aguinalderos o parranderos, a mi entender, es pura, traduce y representa el sentir de la más genuina expresión popular.   La cercanía de la Navidad hace recordar los preparativos que hacían los conjuntos de parrandas en La Villa de San Luis a mediados del siglo pasado. En aquel entonces cuando poco se escuchaba el género de la gaita zuliana.

Desde las primeras horas del 24 de diciembre comenzaban a aparecer enfrente de la Comandancia de Policía los alegres aguinalderos. En primer lugar, las voces que cantan con el tañido de sus instrumentos difundiendo sus coplas de aguinaldos,   solicitaban permiso a las autoridades competentes, como era requisito de ley,  para luego comenzar  su recorrido de calle en calle, de portón en portón, para cantar su serenata navideña en los pesebres del Niño Jesús. Entre tanto retumbaban los cohetes y sonaban alegres  las campanas de la Iglesia Matriz San Luis Rey... Reitero, el citado "Permiso" era requisito indispensable, requerido.

En casi todas las casas se acostumbraba  a preparar su nacimiento y vistosos arbolitos en la sala o un cuarto de la casa. Entre los nacimientos más grandes y hermosos que le cantaban estaba el de la casona tipo colonial de don Candelario Matos, ubicada en la calle Miranda. Las Catequistas hijas de María preparaban el nacimiento  que también recibía los cánticos de los aguinalderos dentro del templo parroquial.

Los cantadores de aguinaldo, son los propios ejecutantes que embellecen el ambiente con sus tonadas y versaciones. Uno de los fieles exponentes en Villa de Cura es el folclorista Héctor Lombano, el popular “Casunga”, creador de la parranda “La  Flor de la Represa”.. Escuchada todas las noches en la plaza Miranda desde comienzos de noviembre. En los años 60s el señor Rufo Cuenca fundó la parranda “La Verde Plateada”, en el barrio La Coromoto, al norte de la ciudad. Eran tiempos que decir “aguinalderos” era pronunciar nombres como  Emilio Carrasquel, Guillermo Alahé “Moronta”, furruquero y   Emilio Pérez, cuatrista y compositor, creador en Las Mercedes de las parrandas "La Ranchera" y "La Unión Sonora", posteriormente se agregaron otros parranderos, y entre todos fundaron una agrupación icono de Villa de Cura con el nombre de "Los Turupiales de Aragua", con más de medio siglo de tradición y con una experiencia discográfica que ha trascendido el territorio nacional..

Del Estado Carabobo llegaban  a la plaza Miranda y algunos sitios de la población, una parranda con el pomposo nombre de “La Verde Clarita”, símbolo de la comunidad del Central Tacarigua, que después derivó en otra con el nombre de “La Rival Clarita”- También se recuerda la “Unión Santa Elena” de Palo Negro. Otra de las grandes fue “La Vencedora” de la apacible localidad de Güigüe,  que por años  se reunían a tocar con las nuestras.

En una agrupación de parranderos no hay una cantidad determinada de integrantes. Los vetustos instrumentos musicales utilizados son cuatro, furruco, tambora, charrasca, las maracas y el chineco metálico, fabricado con tapitas de refrescos. Los artistas cantan por turno en forma de mosaico, formando un semicírculo.  Llevaban los aguinalderos de la época como emblema el estandarte identificador de la parranda,  un farol, y una estrella de papel celofán iluminado con una vela en el centro; además cada integrante con su uniforme, sombrero de cogollo  y una pañoleta de color alrededor del cuello. Se acostumbra llevar para que se sepa  su procedencia.

Cuento que en la década de los años cincuenta la recompensa  que recibían los aguinalderos eran monedas de 0,25, de 0,50 y lochas, que le echaban en las casas por la boca  del cuatro. Lo cual cambiaban por botellas de licor,  para afinar la garganta y avivar el espíritu. Además, si era  24 de diciembre, las familias le servían bollos o hallacas, pan de jamón y copas de vino la Sagrada Familia.

He tenido noticias que algunos entes y personas de nuestro pueblo con  vocación artística musical han creado su propia agrupación, le buscan un nombre y con ello  hacen su aporte  a la cultura popular.  . Siete décadas después tenemos en La Villa conjuntos afamados tales como “Los Turupiales de Aragua” , “Los Jomarcas” , “Alcides y su Parranda”,  “Los Serenateros”, “Generación Juvenil” entre otros más, muy difícil nombrarlos a todos. 

Es placentero reseñar que en la actualidad,  entidades civiles de auto gestión como la “Asociación de Parranda del Municipio Zamora” y organismos vinculados con la ciudad y su cultura, son un ejemplo promoviendo en Villa de Cura la creación de conjuntos de aguinalderos navideños. Todas estas agrupaciones mencionadas se han presentado en la Biblioteca Pública; en el escenario de la Casa de la Cultura “Rafael Bolívar Coronado”. Así como también en las diferentes eventos que se realizan todos los años en el mes de diciembre, en la Plaza Bolivar y la Plaza Miranda; en la calle Páez y calle Sucre.. Manos y voces infantiles en las escuelas públicas y privadas también han formado sus agrupaciones de parrandas para que no se pierda la tradición.

                    Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, Tricentenaria

 

 

                    

 

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