Hay casas y caserones emblemáticos en el casco urbano de la población que todavía resisten el paso del tiempo. Todo el mundo se preguntará, cuántos años tendrán?. Todas ellas en algún momento fueron útiles a sus dueños o moradores. Sus ventanas de balaustre huelen a serenata de la mujer amada. Saben lo que es parranda de aguinalderos. Hoy son casas envejecidas que se niegan a morir. Con sus paredes y techumbre que conservan la memoria de un pasado remoto de esencia espiritual.
Hoy se encuentran llenas de musgos, de plantas parásitas que se deslizan asomados desde su techo. Sus desempeños en el pasado fueron diversos, bodegas, bares, residencias particulares de hombres que irradiaron luces, que quizás rindiendo muchas jornadas.
Es como si en las puertas de la muerte nos hablaran y nos dijeran: !No me dejes caer en el olvido, quiero ser eterna! .
Todo ello se muestra en el arte de
las fotografías que con gesto de sentimiento de amor por lo nuestro, nos las
proporciona el amigo coterráneo Félix Humberto Herrera, demostrando, como él ama a su histórico terruño, las cuales valieron de inspiraron como una ofrenda
al pueblo que nos vio nacer.
Oscar
Carrasquel. La Villa de San Luis, Tricentenaria
Nota: No estoy informado que fotógrafo tomó las imágenes
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