Johnny Ramírez. Cuadro dibujado por el artista Carlos Martínez “Cejota”, colección O. C..
Oscar Carrasquel
A veces abro el cofre de los recuerdos de aquellos jirones que guarda la mente. Su día a día era como una emisora de radio, no existía el
bullicio citadino de vendedores ambulantes por la calle Real (Bolívar). Y en
las calles longitudinales y transversales no se observaba ni un hueco. En ese tiempo
reciente habitó este pueblo de Villa de Cura
un personaje conocido por todos que trabajaba como zapatero remendón,
tenía su taller en la calle Comercio, al lado del Bar y Restaurant El Samán del
señor Napoleón Guariguata. Zapatero remendón y experto en tapitas, “media suela”
y “suela corrida”; buen artesano porque la gente lo buscaba y quedaban
satisfechos con su trabajo.
Simultáneamente explotó el negocio de la publicidad móvil, instalaba
unos altoparlantes en la parte superior de una camionetica ranchera de su uso. Era costumbre ver al “Negro Jhonny” en la misma rutina todos los días de la
semana, perifoneando propaganda sobre productos
y servicios. Recorría las calles y avenidas
de Villa de Cura y los barrios de la ciudad. Una mano en el volante y la otra con el micrófono en
alto, trasmitiendo con su potente voz de locutor. Además de cuñas comerciales anunciaba la realización de
eventos sociales, deportivos y culturales, era como una radio móvil. En esos
tiempos llegó su rival a La Villa que recorría muchas poblaciones con el título
de “Publicidad Sánchez” con su lema “Por los caminos de Venezuela”.
Nunca lo vimos enojado. Cuando Jhonny Ramírez pasaba con su publicidad por delante
de un grupo que estaba tomando en La Garita y en El Chorrito, aludía con su
sapiencia de publicista aquel viejo eslogan que dice “cuando manejes no bebas”,
y resulta que él andaba medio prendido con brandy, que era su bebida favorita.
Además de todo lo señalado era un consumado bohemio,
serenatero, ejecutaba muy bien la guitarra española, y cuando se cansaba de
tanta labor, tocaba y cantaba en la acera de la zapatería, en reuniones de amigos. Pasillos y canciones
lastimeras que eternizaran Julio Jaramillo, Daniel Santos y Andrés Cisneros,
además de tangos y milongas de Carlos Gardel se oían en su voz y en el nutrido repertorio
de los integrantes de la farándula villacurana que lo acompañaban, entre los
que podemos mencionar al doctor Eladio Lovera, Antonio Martínez, Esteban
Nieves, Teobaldo Parra, Jesús Revilla, José Ángel Fagúndes, el grupo se
ampliaba. Recuerdo que junto con todos ellos, como en una familia común.
celebró su cumple año número 68, pero Jhonny
nunca perdió la frescura de joven. En el año 1953 fue artista estelar
del programa “Variedades Pampas”, que producía el poeta Vinicio Jaén Landa por
Radiodifusora La Villa.
Fue un hombre gentil
de regular estatura, abundante cabellera y ojos aguarapados, que no le importó
quedarse solo y sin compromiso. Alegre, humorista, preparaba un sabroso
cruzado. De mucho respeto. Precisamente por ser de respeto, cuando recibía, en pleno día, la visita de una dama
de compañía. Con el fin de impedir que sus amigos lo llamaran, colocaba sobre
una reja corrediza, un cartel con un epígrafe muy elocuente que decía “No
hay audiencia ni secretaría dense una vueltecita”, y cerraba la reja por dentro. Yo vivía al frente, sin
querer nunca dejé de observarlo. Aquel conocido cuento tan trillado por
consejeros diciéndole que “muchacha no quiere a viejo” jamás lo
desconsoló. Esperaba que la “madama”
saliera de la cuevita para retirar el aviso.
A pesar de nuestras pesquisas no pudimos saber con exactitud
su lugar de nacimiento, una afirmación categórica de un gran amigo suyo me
asegura que llegó a Villa de Cura hacia 1950, procedente de la población de El
Tigre, estado Anzoátegui., y acá se quedó a vivir el resto de su vida. Su
desaparición física nos consternó a todos sus amigos y vecinos del sector La
Alameda. Ramírez se convirtió en un gran referente de la memoria popular de una época.
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, noviembre 2023
C.
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