Oscar Carrasquel
Que se haría?
Parece volver otra vez
aquella camionetica heladera
con su carga de merienda
y sonido por un pianito
que sale por unos altavoces.
Más nunca en La Villa
se ha visto llegar la Marchantica
presumiendo su naufragio
La Marchantica era tripulada
por un anónimo personaje
que llevaba gorro y bata blanca
muy parecido a un enfermero
Era esperada por alumnos y maestros
en la puerta de la Aristides Rojas
oyendo espléndidamente
aquel incesante concierto
Enseguida el chofer-heladero
paraba la cava frente a la escuela.
Y cuando era la hora de salida
atrás abría una humeante portachuela
Al fondo en una fila se veían
los helados de paleta.
Tinitas, y conos de todos los sabores
ocultos entre cubetas de hielo seco
Había uno que era un tesoro,
envuelto en papel encerado.
La calle empezaba a llenarse
de niños y adultos
llegaban mordiéndose los labios
El repartidor comenzaba
la ansiada búsqueda del helado favorito
Cargaba pastelados,
otros eran morochos,
el sifrino bom-bom de chocolate
y otro llamado bati-bati
y las barquillas rociadas de maní
con una metra-chicle al fondo
Los del precinto “EFE”
eran los más amados
Apenas un real (0.50) bastaba
para sofocar la fiebre
Hoy se encoge el corazón
nos arropa la nostalgia
Cuando por una cremosa tetica
para alegrar la cara linda de un niño
debe invertir el valor de la cava.
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís, Tricentenaria
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