domingo, 28 de abril de 2024

UNA TARDE CON HÉCTOR LOMBANO "CASUNGA"

 

       Héctor Lombano "Casunga". Foto archivo O C, arreglada por el laboratorio de Ramón Alfredo Corniel


 Por Oscar Carrasquel

 

Cuando llegamos estaba dándole cachetadas a un tambor. Con una gorrita deportiva que le quedó de cuando jugaba pelota sabanera, y andaba para todos lados pedaleando una bicicleta de reparto Siempre a nuestro amigo moviéndose por los predios del barrio La Represa y la calle Páez. Desde que dio sus primeros pasos vive en el Paredón de la Represa  en una callecita ciega como una encrucijada. Héctor Lombano es su nombre bautismal, mejor conocido en la comarca con el mote de CASUNGA. Llegó al mundo  en Villa de Cura, municipio Zamora, Estado Aragua un 18 de septiembre de 1940. La madre fue una abnegada matrona llamada Teodora Lombano, y su padre don Antonio Bolívar. Se crió al lado de la madre venciendo penurias. 

Desde temprana edad salió por su propia cuenta del nidal, desempeñó  cualquier tipo de trabajo honrado. Su nombre aparece también  en el deporte y en la actividad musical, además locutor de radio emisora. Está al tanto de todo lo que ha sucedido en este pueblo porque desde que era un niño,  ha recorrido sus  ámbitos de confín a confín.  Conversamos largamente debajo del follaje de un inmenso árbol  de samán. Todo aquel que entre por esa puerta  se va a encontrar con un loro real, sin jaula, calladito, pero ese día cantó, se reía, y  se le oyó repetir unas cuantas palabrotas.

Su primera tarea siendo un muchacho flaquito fue la de guiar  como un lazarillo a un anciano privado de la visión llamado don Antonio Pantoja, quien a mitad del siglo xx  andaba en La Villa tocando de puerta en puerta, solicitando “una limosna por el favor de Dios”. Lombano no tiene empacho en reconocer que, ayudando a este señor invidente fue como se ganó sus primeros centavos, y  entregaba el sencillo íntegro a su mamá para ayudar a los gastos de la casa.

Toda su vida ha sido trabajar.  Desde pequeño, su progenitora por necesidad económica  le inculcó y le dejó como herencia el amor por el trabajo.  En la vida  ha sido limpiabotas, pregonero, heladero, cargador de maletas, vendedor de empanadas y granjería hecha por la señora Josefa Pineda; unas veces fue vendedor de leche fresca de ordeño a domicilio, vendedor de cachapas de maíz tierno,  hallacas decembrinas, repartidor de arepas de budare y peladas por encargo, que hacía su amada madre para la venta. Todo esto lo hizo en la etapa inicial de su vida. 

Ahora le ha tocado hacer de pulpero, abrió y organizó en La Represa  una bodeguita que lleva el nombre de "LA PARADA, En aquella oportunidad de la visita expendía chucherías, golosinas, atún y sardina enlatada, guarapo fuerte y la rubia bien fría. La gente de La Represa,  El Toquito y los que iban y venían de Santa Rosa se detienen  porque atrás tiene cancha para el juego de bolas criollas y mesa para dominó.

El muchacho probó lo que era batallar de verdad, cuando a pesar de ser menor de edad le tocó trabajar en faenas de agricultura, el salario   entonces era treinta bolívares semanales que le pagaban en la  hacienda Montero, laborando en la siembra, cosecha y riego de abono para las plantaciones de tabaco, caña de azúcar y algodón.

Ya pasaron raudos los años de brega, más suave lleva ahora la vida este caballero que ya ha superado los 83 cumplidos. Visita de vez en cuando a la casa de un amigo; dos de sus hijas le acompañan, protegen y le alegran el espíritu. Tumbado casi todo el día en un viejo catre o en un chinchorro, en un rancho al lado de la vivienda ampliada. Muchos años vivió allí con su tío, el agricultor  Rafael Alvarado. Conocimos a don Rafael, este viejito simpático y amable. Trabajador del campo pero visitaba la ciudad. Muy gustoso de lisonjear a las faldas a pesar de alcanzar los 90. "a mi me dejarán de gustar las mujeres cuando muera". Así era su consigna.

Héctor Lombano no fuma,  no bebe licor, sencillo, humilde, le gustan las hembras, pero también se hace respetar allá en su terreno. Se trata de un hombre serio, casero, que sabe patronear un hogar, sabe cómo tratar y distinguir de acuerdo con la persona. Casunga aprendió a querer y dejarse querer, por ello es un buen cultivador de la más noble amistad, se jacta de tener buenos amigos de toda la vida, y comienza nombrando a don Miguel Alayón, Félix Nieves, José A. Pulido y otros, algunos ya se fueron de la vida terrenal. Quien mucho lo conoce  sabe que a este hombre le sobra la entereza.

En otra época en Venezuela se podía ser bondadoso y caritativo, muy útil a los niños y las personas mayores necesitadas. En cualquier lugar que se programara la realización de una vendimia, o cualquier otra iniciativa destinada a servir con amor al prójimo;  para animar una actividad benéfica o deportiva, allí estaba él; dispuesto a colaborar con su animación, poniendo a la orden las cornetas y elementos de perifonear que transportaba sobre la canasta de una bicicleta de reparto.

 Siempre se ha caracterizado por su amor al micrófono, moderador de programas en emisoras de radio. Fue así como ha logrado cubrir espacios sirviendo a la comunidad y cooperando con la cultura en algunas de las emisoras FM instaladas en Villa de Cura, fue locutor en Radio Impacto, Radio Zamoranos y  Radio Kristal.

Recuerdo que  ejerció como narrador de los juegos de béisbol en el estadio Ramón María Acosta, aprovechando los conocimientos que tiene  de este deporte. Acompañó en la trasmisión de los juegos a los narradores y comentaristas de la talla de Pedro Ezequiel González, Eleazar Rodríguez, el Niche González y Antonio Arias. No en balde fue jugador de pelota sabanera, por esa razón es conocedor de todos los detalles y secretos de este deporte. Quien escribe lo conoce bien, fue una especie de Acuña Junior, custodiando los jardines, bateando y corriendo las bases.

Lo demás fue narrar en las canchas de los botiquines las incidencias d elos campeonatos de bolas criollas junto con Pedro Ezequiel Gonzàlez. En broma don Pedro lo presentaba como “Casunguito”, trabajaron en las transmisión de los eventos en la cancha del bar El Samán,  y en el bar de Pablo Montevideo.

Vive felizmente en la compañía de sus dos hijas ya casadas, ellas se llaman Milagros y Lilian, generosas y atentas. Ambas saben lo que es preparar un delicioso mondongo y servir un café y una taza de fororo. En esta ocasión nos sirvieron comida como si estuviésemos sentados en un restaurant. También le  acompañan sus yernos y adoradas nietas.

Muchas veces monta los aparatos de trasmisión en el techo de su casa, para animar algún evento que es escuchado en todo el barrio La Represa y sus alrededores. Los altoparlantes los sube sobre el tejado cualquier día especial para divertir a los habitantes del barrio y los rededores, tal  como el “Día de la Madre”, “Día del Padre” o “Día del Niño”, la Navidad y promoviendo el coleo en fiestas patronales. Realiza entrevistas a la gente que camina por la calle.

Algunos Gerentes del municipio Zamora han reconocido y valorado sus ejecutorias de cultor y músico popular, ha sido galardonado por el Concejo Municipal con la “Orden Ciudad de Villa de Cura”, además de varias condecoraciones, medallas y diplomas de entidades oficiales, organizaciones deportivas y privadas, los cuales conserva pegados en una cartelera, y recortes de periódicos y revistas en un mural.

Casunga es también cultor del humor, está lleno de un montón de anécdotas, venimos a contar una de ellas. Se trata de la vez que la señorita Josefita Pineda lo mandó para la calle a vender unas empanadas, y de regreso se distrajo jugando metras con otros muchachos; esto le causó un disgustó a la niña, quien terminaba de sacrificar un marrano  sobre un mesón; la señorita Josefita le dio su reprimenda al muchacho:

 --Mira carricito, así como le hice a este marrano te voy hacer, cuando te mande a hacer un mandado y te pongas a jugar en la calle”.

 El mismo día, Casunga alistó sus coroticos, corrió a su casa y fueron inútiles los llamados  de Josefita para que regresara a trabajar con ella.

 Lombano es cantador de aguinaldos, se mueve facilito como pez en el agua con todo lo que tiene que ver con el canto y los instrumentos de parrandas. Fue fundador de la famosa parranda navideña "La Flor de la Represa”. De repente lo podemos ver tocando el  tambor o el chimeco, o haciendo coro acompañando a “Los Turupiales de Aragua”. A veces con el conjunto gaitero “Alcides y su Parranda”, y también con “Los Jomarcas”, para animar una parranda las horas que sea necesario.

Durante más de tres décadas  se dedicó a impulsar y coordinar por cuenta propia, los concursos de parrandas navideñas en la plaza Miranda de Villa de Cura. Fue también cantador de décimas en los recordados velorios de la Cruz de Mayo, en casa de Alejandra Castillo, en la antigua calle Guárico.

La sangre artística y musical se sigue expandiendo, ya está brotando la cosecha, tiene una nieta que apunta como un verdadero prodigio del canto y tocando guitarra, y la otra nieta  asoma como modelo de las tablas y la danza, ya conquistando importantes espacios en este arte. 

De Casunga se puede decir que es católico creyente y practicante,  por eso es fácil distinguirlo en la Gruta siguiendo la procesión del Santo Sepulcro y la Peregrinación, siempre está en contacto con el Padre Salvador Rodrigo y  con las hermanas Catequistas de la Virgen de Lourdes; de allí seguramente surge su espíritu de solidaridad y sabiduría,  con  el corazón lleno de fe cristiana.

 Lombano es un hombre de palabra contundente, no se deja dominar fácilmente. Me cuenta inmediatamente que hace años vivió una unión de pareja, pero surgió un inconveniente, porque la señora profesaba una creencia religiosa distinta, 

Por ese motivo terminaron. Y allí siguen ocupando su lugar en un santuario las imágenes del  Corazón de Jesús, la Virgen  de Lourdes, San Luis Rey  y otros santos que le acompañan.

Sostener una larga conversa con el amigo Casunga no cansa, es como hacer una excursión a la montaña y regresar,  solo se necesita dejarse llevar por su narrativa con atención.

En aquella tarde de brisa fresca cuando empezaba a oscurecer, tomamos otro café negro, al fin  detuvimos la conversa, y nos retiramos a las seis en punto a tomar el autobús; queremos dar a conocer muchos episodios de su vida  pintar sus ilusiones, alegrías y su nostalgia.

         Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis / Tricentenaria 

 

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