Por Oscar Carrasquel
En la Villa, en la idiosincrasia de sus habitantes hubo diferentes
juegos de azar callejeros. “RAMÓN El
LOTERO” era como se le llamaba en vocabulario de cariño a nuestro coterráneo don
Ramón Rodriguez. Tenía ganada fama en toda la zona central, pues poseía mucho
conocimiento de las peripecias de un juego de lotería de animales. Que atañe a
su trabajo. A su manera de vivir la vida.
Desembocaba cualquier día por el sector de La Alameda. Habitaba la
familia de Rodriguez una vivienda en el corazón del barrio Las Tablitas.
Trabajaba con su lotería todos los fines de la semana. No había fiesta patronal
y otras solemnidades populares y religiosas en que no estuviera presente con su
ruleta este personaje.
Un mesón de madera, una silleta, un termo con agua y dos lámparas a base
de carburo, era todo el equipaje que siempre llevaba a cuesta don Ramón. La
lotería cantada era una cantidad de bolitas con diversas figuras de animales
dentro de un bolso de tela. Además, estiraba un paño de hule sobre la mesa
dibujado con una fila de animales, cebra, león, elefante, tigre, sapo, conejo y
otros.
Don Ramón era un hombre trigueño,
alto, grueso. Casi todo el mundo en la década de los 50 lo conocía en Villa de
Cura y pueblos circunvecinos. Se le veía andar por los lados de La Alameda,
metido entre una hilera de ventorrillos de exquisita comida criolla y mujeres y hombres de bares,
abriéndose paso entre aquella muchedumbre de parroquianos.
No había entonces esa cantidad de casas, edificios y puestos de
buhoneros que existe ahora.. Desde la calle Comercio se podían fotografiar la plaza Bolívar, el antiguo Hospital
Doctor José Rangel, hoy Residencias Médicas, y su hermosa sabana con su campo
para jugar de béisbol.
Ramón “El Lotero”, era un hombre muy serio pero con fama de jugador, andarín de
pueblo en pueblo para mantener viva su oficio. En cualquier pueblo donde
había celebración de fiestas patronales, allí estaba él, estacionado
con su lotería, se desplazaba a San
Francisco de Asís, Magdaleno, Ortiz, Parapara, el Sombrero y otros pueblos.
Su puesto exclusivo en la villa era el callejón uno, hoy calle “Mateo
Vargas", entre el Bar el Samán y la plaza Bolívar. Cuando la noche caía
venía la luna con luz clara a acompañarlo, y se alumbraba con la destellante
luz de dos grandes lámparas en los extremos del mesón.
Se situaba como un buda al lado del tablero. A su alrededor se apilaba un grupo numeroso de personas. Era un hecho el inicio
del juego dándole vuelta y vuelta a la ruleta con esta frase cortante y
sonante: “!juego no más!”, y la apuesta quedaba cerrada. Mientras de
su clara inspiración salía esta cuarteta con voz dura y cantante, que todavía resuena
en mis oídos.
¡Me voy con la
lotería
Pongan cuidado
señores
Para que mañana no digan al bodeguero
Que Ramón el lotero
no ha pagado!
Algunas personas ahora se me acercan y me preguntan: ¿Desde cuándo
pierde el que canta la lotería?. El Lotero, es quien entra en acción con
el rastrillo en la mano cobrándoles a todos los demás apostadores. Cuando sale la bandera no cobra ninguno sino el ruletero.
Falleció don Ramón Rodríguez “El Lotero” en su natal Villa de Cura en
1952. Hoy, pasado tantos años, con mucho cariño traemos su descripción. En la antigua barriada
villacurana hablamos en una ocasión con su hija Teresita Pérez, lamentablemente
ya fallecida, quien nos habló un poco de la vida de su padre.
También lo reconoce y recuerda don Nerio López, su vecino de la misma cuadra,
en su tiempo jugador de béisbol junto conmigo. Relata Nerio que era un hombre feliz una
excelente persona. Quizá sea Ramón El Lotero, este viejo roble, uno de los personajes más nombrados de la zona
a mediados del pasado siglo xx. Seguimos investigando para conseguir una
foto del personaje con aquellos que leen estas líneas.
Oscar Carrasquel . La Villa de San Luis, Tricentenaria
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