domingo, 28 de julio de 2024

NARRACIÓN SOBRE UN HECHO ASOMBROSO. EN EL PUEBLO DE LA VILLA

                                        Foto referencial bajada de la Web 


                                                         Por Oscar Carrasquel


¿Han oído hablar alguna vez del ENCAMISONADO ? Lo define la lingüística como una figura de incursión nocturna... Desde tiempos antiguos era típico y frecuente, en los corrillos oír hablar de las andanzas del ENCAMISONADO…¡Ficción y realidad? Ciertamente relacionado desde siglos con el folclor venezolano. Nosotros lo supimos de tanto oírlo mentar durante los últimos años de la  década del  40 del siglo XX, cuando la Villa de San Luis de Cura era un conglomerado pequeño.  Era muy común escuchar en conversaciones caseras; en un salón de barbería, en las bodegas, incluso en el mercado, sobre los cuentos de fantasmas y aparecidos. Se decía de manera común que en determinado sitio salía un difunto, se hablaba de espantos, de duendes,  del ánima sola. La mayoría de la población aprobaba su existencia, pero había otro sector que siempre expresaba sus dudas.

Cuando yo estaba de once años de edad, más o menos, se sintió en la vecindad una alharaca de gran revuelo, se decía que bajo la espesura de un árbol de samán salía en la alta noche un espanto. Unos decían que se trataba de un alma  en pena,  de demonios. La  noticia  circuló a lo largo y ancho del pueblo desde la hora cuando cantaba la pavita, hasta en las noches antes de dormir.  

Se contaba que cualquier día  de 11 y 30 a 12 de la noche, favorecido por la luz de luna, alguna persona observaba a una figura con rasgos humanos, todo de negro, con un pañolón alrededor de la frente que lo cubría, menos los ojos, y que a medida que avanzaba el espectro iba aumentando su tamaño, hasta alcanzar más o menos dos metros y medio, y  a esa hora lo veían que saltaba como un canguro la cerca que dividía  dos solares; desde ese momento le endilgaron el cognomento de EL ENCAMISONADO, Fue llamado también "el iluminado" que espantaba.  Buscaron a una persona que ensalmaba, de esos que alejan los espíritus enemigos, y al pie del samán colocaba velas encendidas toda la noche. El Cura que buscaron no quiso ocuparse de echar el agua bendita, se excusó diciendo con gesto amable que eso era superstición.

En aquellos días, eso del ENCAMISONADO fue motivo de muchos miedos y comentarios en el vecindario y fue  base de conversación entre grupos de mujeres y hombres. En mi época de infante se nos impedía sentarnos con los mayores, incluso ni siquiera pasar  por el medio cuando conversaban ellos, ya que era reprobado y el muchacho era objeto de una reprimenda.

Yo por supuesto  sabía el reglamento, pero como muchacho es muchacho, me asomaba sigilosamente por la abertura de una cortina que había en la puerta de la habitación, y ponía atención a la conversación de los presentes. Un día en la mañana se acercó a casa, una señora con fama de conocer todo lo que pasa en el vecindario, que en su vagar  visitaba casa por casa. Era la doña portadora de una primicia de esas que quedan en la memoria de un niño. 

Resulta que según una pesquisa cumplida por los mismos vecinos habían descubierto que el  ENCAMISONADO era un ser de nuestro paraíso terrenal que tenía la costumbre de andar de incógnito por aquellos solares, utilizaba unos zancos  que lo hacían aumentar de tamaño, brincaba una empalizada de cuatro pelos de alambre, a decir de lo expresado por la dama, “a coger maíz en conuco ajeno” y  agregó "por muchos sitios hay  encamisonados".

      ---Vieja!...No te has enterado que el tan nombrado ENCAMISONADO, es fulano de tal que “afila su hierro en piedra de amolar ajena” (Y. Tovar)

En ese tiempo, yo era un chaval de los que ahora llaman “pila”, pero aún así era inocente para comprender la metáfora manejada por el lenguaje de la visita.

Un día de esos me estaba afeitando en una modesta barbería por los lados de casa en la calle Sucre, cuando se acercó un noble carretero  mascada  tabaco en rama, soltando salivazos por por los rincones, saludó y se arrellanó en una de las silletas. Aficionado el simpático viejito a narrar historias libidinosas y otras situaciones. Ya sabía lo del ENCAMISONADO y  relató la historia completita, pero en un lenguaje sencillo, fue así como yo llegué a comprender la cuestión. 

Nuestro día a día está lleno de estas estas cosas. Harán varias décadas  de esta historia cuando una gallina se compraba  por el precio de un bolívar y te daba dos huevos de ñapa; y el lechero dejaba los potes de leche de puerta en puerta, y el panadero la bolsa de cinco panes. Como dije antes, son cosas que van quedando en la memoria y ahora uno las echa a rodar para aquellos que no lo vivieron. 

 Oscar Carrasquel La Villa de San Luis/ 2024

Foto de la Web aportada por Ramón Alfredo Cornuel

 

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