viernes, 30 de agosto de 2024

DON JUAN VIDAO, UN APELLIDO BASTANTE AMPLÍO


 

La imagen  muestra a don Marcos Vidao,  hijo de don Juan Vidao, fundador del apellido.


                                                Por Oscar Carrasquel

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Juan Vidao, el primer Vidao, considerado como fundador del apellido en Villa de Cura en el siglo pasado, había nacido en el Litoral Central, en la Guaira, hoy Estado Vargas;  de tanto rodar como una bola el viento lo empujó hasta acá, debió haber llegado a este estrecho valle villacurano en la tercera década del siglo xx... Acabado de arribar a su nueva querencia sostiene comunicación con la Hna Socorro de Lourdes, el mayor símbolo de religiosidad de esa morada de paz llamado en aquella epoca  Hospital Asilo Santo Domingo. Ayudando cuando la circunstancia lo requería. Así  empezó su acercamiento con la Sociedad  del Santo Sepulcro y con la Peregrinación. 

Este ciudadano formó familia con una dama oriunda de Villa de Cura de nombre Cayetana Reyes. Se residenció  por los lados del sector Aragüita,. ocasionalmente un paradero en donde se degustaba una suculenta sopa servida por doña Cayetana, con ese gusto que solo ella sabía hacer.

Juan Vidao, el viejo roble fue uno de los primeros en establecer una fábrica de escobas de millo en Villa de Cura, posteriormente se hizo botiquinero, fue dueño de un negocio denominado "Brisas de Aragüita" que quedaba a unos  cien metros  de la "Y",  donde había un  "Reloj antiguo"; que daba la hora y cuidaba a los villacuranos. "El Renco Vidao", así le decía todo el mundo, porque cojeaba de una pierna.  El viejo Vidao fue un hombre preocupado y entregado siempre a su familia.

En Juan Vidao fueron pocos los momentos que no se le vio trabajar con esfuerzo.

Con lo claros del día se veía pasar aquel hombre que también  se dedicó a la venta de pollos y gallinas en plumas..  Todos los días se lanzaba a pié  ofreciendo en los barrios gallinas de corral que habían dejado de poner. Es sabido que,  las familias aprovechaban su carne y sus posturas para  suplir las necesidades de proteína. Era muy solicitado.

En los años de la década del 50  se tropezaba uno en la calle con don  Juan Vidao  llevando una especie de garrocha cruzada en el hombro, cargada de punta a punta de gallinas vivas. Pero hay algo bien importante, los huevos los entregaba envueltos en hojas de maíz disecadas, costaba el empaque de dos unidades un real (0.50).  ¡ Llevooo pollos, huevos y gallinas.! Así era su repetido pregón.


Yo me acuerdo que aquel o aquella que le ponía el ojo a una  gallina bien gorda debía pagar un bolívar o tres reales, dependiendo del tamaño corporal del ejemplar. Las llevaba de todo tipo, colorada,  jabada, grifa, negra, piroca.  También ofrecía pollos de buen porte al mismo precio.

Con el tiempo, el apellido se expandió por todos los ámbitos de Villa de Cura. Desde el primero hasta el ultimo Vidao viene de esa macolla.  A su descendencia le quedó orgullosamente el ejemplo de su honradez, de verticalidad ciudadana y amoroso padre de familia. Años más tarde enfermó y se encontró  con el golpetazo de la muerte. Se marchó para siempre  feliz de haber realizado su misión. El nombre de Juan Vidao, el patriarca, aún perdura en la memoria del tiempo. Pareciera que uno no es de donde nace. Aquí en esta noble tierra que le dio tantas alegrías quedaron enterradas sus cenizas para siempre.


Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís, Tricentenaria

 

 

 


 

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