domingo, 25 de agosto de 2024

LA VERDADERA HISTORIA DE FERNANDO MEDINA EL "COME VIDRIO"

 



  Por Oscar Carrasquel

 

La experiencia del tiempo vivido nos indica que todos los sobrenombres tienen su historia, vienen del pueblo, son para hombres y mujeres. A Gibran, el poeta, lo llamaban "el sucio" por su color .. No hay a quien echarle la culpa. De nuestra juventud rememoramos a la figura de “come vidrio”  uno de los personajes más curiosos que conoció aquella Villa de Cura de mediados del siglo pasado. Algunos informantes afirman  que su nombre era Fernando Medina, un hombre ingenuo del pueblo. Para los años 50  tenía cerca de  25 años de edad.

Fernando efectuaba trabajos como ayudante de albañilería y electricista, lógicamente no le permitían que cargara bombillos; oficio al que le dedico la mayor parte de su vida. Cuando estaba libre se olvidaba de la faena  y se entregaba a la sana diversión, cultivaba el hobby por los “bailes de arroz”.

Era mejor conocido con el sobrenombre de “come vidrio” y también le decían “masca vidrio”. Al parecer era nacido entre una legión  de alfareros a orilla del río Tucutunemo, concretamente  vivía en la Parroquia Las Mercedes.

El hombre  se llevaba a la boca  todo lo que fuera de vidrio. Delante de la mirada de todo el mundo se  mascaba  un bombillo fluorescente, una copa de vidrio, un vaso de su uso. En el botiquín de la esquina agarraba un par de vasos bocones  y los trituraba en la dentadura, sin producirse ni un solo rasguño; y detrás ingería un vaso  de cerveza bien helada o cualquier otra bebida. La gente quizá por ingenuidad pensaba que el hombre  comía vidrio.

La acción  la repetía en cualquier sitio, por ejemplo, en los bares de  La Alameda, reunido con un gran número de parroquianos  le servían la  cerveza en vaso de cartón desechable.

Indagando, buscando evidencias, leemos en unos manuales de anatomía, que aquellos seres humanos  que mastican vidrio, ameritan servicio y tratamiento de un especialista, sufren de una enfermedad que la ciencia médica denomina Hyalophagia.

Han pasado varias  décadas y no hay  en la villa  otro caso similar, Quizás Fernando, sin saberlo, sufría de esa patología poco conocida. Poco a poco cayó en la  aflicción de la vejez. Lo cierto es que. lo seguimos recordando afectuosamente por ese  sobrenombre. Este distinguido caballero se fue al cielo sin cicatrices.

 

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, Tricentenaria

 

 

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