María Inocencia Flores
Por Oscar Carrasquel
MI CASITA ERA LLENA DE FLORES
Ahí estaba, en la calle más larga del pueblo,
El patio sombreado por un frondoso mamonero.
Era agachadita mi casa materna.
En un tiempo, recuerdo,
Una escarcha de florecitas enrollábase
por los balaustres de una ventana.
De paredes y viguetas cimbrada,
De “caña amarga” y fango embarrada.
De cal y almagre
pintaban en Navidad su fachada,
Y para Año Nuevo,
El blanco pálido de una flor aparentaba.
Si hubieses sido una casa moderna,
En tu fachada una chapa tuviera,
“Quinta Los Flores”, por lógica te llamaran
En decoro de mi madre ese mote luciría
Porque ella llevaba FLORES de apelativo.
En todo el medio del patio
Un jaguey de agua existía,
El cual por toda su orilla
Un mercado de flores parecía.
Petunias, trinitarias, malabares
Y unos helechos extendidos
Estallaban como un collar de luceros
Por aquella casita de mi recuerdo.
Las plantas las irrigaba
Las manos de un corazón canoso,
A lo largo del paso del tiempo
percibo aún el aroma de FLORES
Y para Año Nuevo,
El blanco pálido de una flor aparentaba.
Si hubieses sido una casa moderna,
En tu fachada una chapa tuviera,
“Quinta Los Flores”, por lógica te llamaran
En decoro de mi madre ese mote luciría
Porque ella llevaba FLORES de apelativo.
En todo el medio del patio
Un jaguey de agua existía,
El cual por toda su orilla
Un mercado de flores parecía.
Petunias, trinitarias, malabares
Y unos helechos extendidos
Estallaban como un collar de luceros
Por aquella casita de mi recuerdo.
Las plantas las irrigaba
Las manos de un corazón canoso,
Anciana y doblada aquella tía-abuela
Venida de una familia botánica calaboceña
Su nombre era: DOMINGA MADERA.
El patio de la casita
Venida de una familia botánica calaboceña
Su nombre era: DOMINGA MADERA.
El patio de la casita
estaba rodeado de una alambrada,
Allí bajaban las paraulatas a cantarle a Dios
Llegaban a una enredadera de cundeamor
A pinchar las semillitas de su amarilla flor.
Yo no me olvido de sus encantos
En el lado derecho del alero
colgaban unos potes-floreros
con aire de errante primor.
Allí bajaban las paraulatas a cantarle a Dios
Llegaban a una enredadera de cundeamor
A pinchar las semillitas de su amarilla flor.
Yo no me olvido de sus encantos
En el lado derecho del alero
colgaban unos potes-floreros
con aire de errante primor.
A lo largo del paso del tiempo
percibo aún el aroma de FLORES
en todos los ambientes de mi casita.
La Villa de San Luis, 1º de enero 2016
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