lunes, 2 de mayo de 2022

LA CRUZ DE MAYO EN EL CRISTIANISMO DE ALEJANDRITA CASTILLO

 

Alejandra Castillo, creadora de la cofradía, aquí se observa al lado de la Cruz durante el ceremonial de la procesión.


Villa de Cura
Estado Aragua


                                                                                      Por Oscar Carrasquel


 La celebración del velorio a la Cruz de Mayo es una de la más ancestral manifestación cultural y religiosa que se celebra todos los años en casi todas las regiones de Venezuela.  Se vincula esta celebración con la bonanza que otorga  la tierra en  la producción agrícola, y  con la temporada de invierno que regularmente se inicia en mayo. Distingue y representa al variado folclor popular venezolano.
Haciendo un poco de historia  esta religiosa adoración a la Cruz es antiquísima, data desde el año 324 de la era cristiana. El motivo es para homenajear simbólicamente a la Cruz donde murió Nuestro Señor Jesucristo. En cuanto al velorio a la Santísima Cruz se remonta a tiempos de la colonia.
En la calle Guárico, casa número 31 de Villa de Cura, municipio Zamora del estado Aragua, propiedad de la señora Alejandra Castillo, a mediados del pasado siglo xx, la celebración como reza la tradición y dispone la Iglesia Católica se daba los 3 de mayo de cada año, pero la fiesta se hacía sentir durante tres días seguidos,  es decir del primero hasta el tres de mayo.
El ritual consiste en una reunión familiar y de vecinos que se daba en el patio de la casa de doña Alejandrita Castillo con su familia. En un espacio tenía construido un altar especial y se adoraba a la Cruz, envuelta toda en hojas de maíz preservadas, era cubierta de rosas de papel multicolores y  de flores naturales. En el altar se le ofrendan a la cruz , rezos, cantos, se le llevan ramos de flores, frutas, velas y cirios encendidos.
El ritual como apuntamos se prolonga durante  tres días y noches, en medio de rezos y del ruido festivo de improvisados cantos, décimas y letanías, con acompañamiento de grupos musicales,  cuatro, guitarra, maracas y tambor, ejecutados por miembros de la comunidad del barrio La Represa y otros, con el fin de rendir honor a la Cruz. Durante el velorio se reparte entre la concurrencia café con leche, hervido, bebidas y dulces típicos elaborados por los propios vecinos y miembros de la familia.

Entre los músicos no puedo dejar de recordar a Pedro Viña, Cirilo Ibarra y  Josè Alejandro Martìnez, con el cuatro; además las guitarras de Josè Linero, Virgilio Linero y un joven del barrio apodado  “Casunga”, manoseando los cueros de un tambor y cantando décimas. 
El evento contaba con la presencia de "velorieros" procedentes de la Sierra del Sur, El Cortijo y Las Mercedes, que cantaban tonos a la Cruz y la imagen de la Virgen de Coromoto, con sus rogativas para que pronto llegaran las lluvias y pedir su intercesión para que el campo obtuviera en el año una abundante cosecha.
La Cruz se encontraba colocada cerca de un santuario en el traspatio, todo el área  sembrada de matas de helechos, malangas, capachos y flores de pascuitas, hermosamente cuidado y conservado por la señora Castillo. 
Se acostumbraba, luego de finalizado el Velorio de La Cruz y de oír el rosario, a realizar una procesión o caminata con habitantes, amenizada  por músicos de orquesta o conjuntos, en medio de un ensordecedor ruido de cohetes, fuegos artificiales, rezos y canto sacramental.
Arrancaba la citada procesión de la calle Guárico hasta llegar al picacho  El  Vigìa,  capitaneada la romería por la señora Alejandra Castillo (1894-1979).  
Alejandrita, creadora de la cofradía era una mujer pequeña de tamaño, vestido largo, generosa y buena como el pan, humilde, respetada comadrona, quien era la principal animadora de esta festividad popular y religiosa; contaba siempre con el acompañamiento del cura párroco de la Iglesia San Luis Rey quien dirigía el ritual y a cuyo cargo estaban los oficios religiosos. Sonaban alegres las campanas de la Iglesia Matriz. La comunidad salía a la calle y tanto  adultos y niños rendían homenaje  de adoración a La Cruz por donde quiera que  pasaba la procesión.
La multitud que acompañaba a la Cruz, cruzaba toda la barriada La Represa, subía por Barranquilla, se estacionaba en una pequeña meseta del cerro El Vigia, al sur de la ciudad de Villa de Cura, donde finalmente era clavado el madero donde simbólicamente murió Nuestro Señor Jesucristo, y se da el toque final al ritual. Atrás quedaba un intenso alborozo.
Con el fallecimiento de doña Alejandrita Castillo en 1979,  esta antigua tradición en la calle Guárico de la Villa se ha venido a menos o caído en el olvido. Ningún símbolo mejor que la Cruz de Mayo para expresar nuestro recuerdo y gran admiración por lo que hizo y significó  esta guía espiritual de la fe cristiana en Villa de Cura.


No precisamente en el patio de esta casa, ni en la cúspide del cerro El Vigía, debemos de buscar a Alejandrita Castillo, sino encontrarla morando al lado del Señor en  las extremidades del cielo. 
Fotos cortesía de Ramón Alfredo Corniel

La Villa de San Luis, 10 septiembre 2019

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