Por Oscar Carrasquel
Para mi concepto Pedro no se merecía que le asignaran ese epíteto de "Loco Pedro", pero con ese sobrenombre fue que lo conoció toda su vida la memoria popular en aquella Villa de Cura de los años 50. Hace años que lo conocí porque cuando muchacho fuimos vecinos y puedo afirmar que no deambulaba sin disciplina la calle. Al parecer lo que sobrellevaba desde niño era de un retardo de su capacidad mental; mascullaba algunas palabras; sumado a ello sufría desde su nacimiento de estrabismo o desviación de la línea visual.
Habitaba un rancho de tapias y caña brava pero de cariño grande, como único hijo de su madre Antonia en la antigua calle “El Ganado”, conocida hoy como avenida Lisandro Hernández a la altura del barrio “ La Coromoto”, vivía a pocos metros del conocido bar “Pan Pan”, fundado por el pampaniteño Tirso Tovar, muy frecuentado por parroquianos en aquella década del 50, tenía patio de bolas criollas y unas cuantas mesas para jugar dominó,.El "Loco Pedro" jamás perdió la frescura de muchacho cariñoso que buscaba acercarse a los niños e intentaba hacerlos sus amigos y que lo hicieran feliz, pero los chavales le rechazaban, no lo miraban con buenos ojos, lo esquivaban cuando se dirigían a la escuela y a propósito cambiaban de acera...A Pedro poco le importaba pues seguía tranquilo su camino agitando su ramito.
Algunos fríamente lo llamaban “El loco de la ramita”, porque no le faltaba una ramilla que elevaba como un mástil, la movía en la mano derecha y la miraba risueño, simulando que conversaba con ella. A veces la sostenía con las dos manos. La rama la obtenía cortándola de los bajos árboles de "mata de ratón" en las empalizadas.
La madre vivía en una pobreza que desgarraba, vivía del lavado y planchado de ropa ajena y con ello reunía lo suficiente para que Pedro le hiciera los mandados a la bodega. Era frecuente verlo en el trayecto de la calle Dr Urdaneta; caminaba hasta llegar a la bodega "Las Brisas" en la calle Sucre que le quedaba más cerca, donde compraba provisiones con una lista que le entregaban. Hacia también mandados a los vecinos sin cobrar, solamente a cambio de algunos centavos que le regalaba la gente y los entregaba a la madre.
Pedro fue un hombre de lo mas natural, Un hombre como cualquiera del pueblo, vestía pantalón y camisa de kaki a media pierna, ropa zurcida pero limpia, usaba alpargatas de calzado diario, nunca supo de juegos tradicionales y menos de escuela. Fue creciendo hasta llegar a la edad mayor. Le tocó caer en un mutismo profundo cuando la muerte le arranca a la madre de sus brazos gastada por las enfermedades.“El loco Pedro” fue envejeciendo, la piel tostada por el sol, el pelo ensortijado canoso, ya había perdido parte de la dentadura, sus pasos se hicieron cortos y tardos. Yo le perdí de vista, nunca más tuve noticias de él, ni cómo fue su despedida de este mundo, una fuente me explicó que fue de muerte natural tumbado en un catre. “El loco Pedro” fue un individuo apacible, sano y muy amigable. Me imagino que una legión de ángeles lo recibieron en el cielo.Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, 2018
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