Villa de Cura
Estado Aragua
Por Oscar Carrasquel
Fue muchas las veces en la adolescencia que escuchamos mencionar el nombre de JUAN DEL PUEBLO. De mediados del pasado siglo xx fue habitante del barrio Aragüita de Villa de Cura. Su nombre de pila era Juan Heriberto López; pero la vida cotidiana y el sentir popular lo bautizo con ese nombre bastante común. Fue otro de los personajes populares que deambularon en el pasado por esta Villa de San Luis. En todos los rincones de esta Villa, que fue siempre su refugio, fue sentenciado Juan Heriberto con ese sobrenombre.
JUAN DEL PUEBLO era un hombre sano, ameno, de regular estatura, vestía siempre de ropa de kaki color amarillo, calzado de alpargatas y camisa por fuera. Era medio sordo y hablaba con lengua enredada. Fue caletero a pulso en los almacenes de la población, pero aparte, se ocupaba de la limpieza de solares, hacía mandados a las familias del pueblo. Lo buscaban para entregar los regalos en las celebraciones de bodas. o llevar una corona a un entierro; y además era cómplice de amores de estudiantes que deseaban intercambiarse cartas y papelitos. Desempeñó una tarea por cuenta propia "cargador de borrachos"., buscando clientes en los bares. En la lejana Turquía los llamaban "porteadores".
JUAN, salía todos los días manejando un carretón de madera donde acarreaba escombros y basuras de los solares, y además era repartidor de pedidos de víveres y mercadería que los almacenes mayoristas despachaban a las bodegas.
JUAN, salía todos los días manejando un carretón de madera donde acarreaba escombros y basuras de los solares, y además era repartidor de pedidos de víveres y mercadería que los almacenes mayoristas despachaban a las bodegas.
JUAN DEL PUEBLO era un tipo muy popular, lleno de humildad y jocosidad, pero también tenia su carácter, no le gustaba forzarse mucho en su trabajo; solía decir que él no era una máquina ni un buey y que los ricos estaban completos. Para ganarse los centavos hacia mandados, repartía volantes, invitaciones para entierros, cargador de agua de las "pilas", cuando en el pueblo no había acueducto,
Se refugió él solo, porque no se le conoció familia, en la parte baja de un rancho deshabitado, ya que no se le conoció familia, al menos yo. Vivió en el barrio Aragüita al oeste de la ciudad de Villa de Cura, en la salida hacia San Juan de los Morros, deambulaba con frecuencia por esas soledades, su sitial ideal fue esa barriada donde era muy querido.
En algunas ocasiones fue también celador de la sede local del partido Acción Democrática, que estaba situada en la calle Blanca (hoy Miranda) en toda una esquina, cruzando para la calle doctor Manzo. Lo cual hacía presumir a la gente que fue un militante de las filas de esa organización política.
JUAN DEL PUEBLO simbolizaba aquel recordado personaje dibujado en un afiche del partido Acción Democrática, donde aparecía “Juan” calzado de alpargatas, con sombrero de pajilla y un pan de trigo asomado en el bolsillo derecho del pantalón.
En algunas ocasiones fue también celador de la sede local del partido Acción Democrática, que estaba situada en la calle Blanca (hoy Miranda) en toda una esquina, cruzando para la calle doctor Manzo. Lo cual hacía presumir a la gente que fue un militante de las filas de esa organización política.
JUAN DEL PUEBLO simbolizaba aquel recordado personaje dibujado en un afiche del partido Acción Democrática, donde aparecía “Juan” calzado de alpargatas, con sombrero de pajilla y un pan de trigo asomado en el bolsillo derecho del pantalón.
En la Villa de Cura de aquella época, JUAN DEL PUEBLO, un hombre sencillo, tranquilo, servicial, adquirió mucha notoriedad porque se convirtió en perseguidor y en una pesadilla para los borrachitos. Todos sabían que Juan, cuando veía tirado a un borrachito dentro de un botiquín o en la acera, enseguida se lo tiraba al hombro como el pescado de la Emulsión de Scott, lo colocaba encima de su carretón y lo llevaba para que pasara la borrachera en la sabana; así se llamaba un paraje solitario que quedaba al lado del campo donde se jugaba béisbol, y Juan, era asiduo y baqueano transitando ese camino. La gente ya estaba al corriente de sus propósitos. En ese sentido "Juan del Pueblo" se convirtió en un hombre de mucha fama.
Cuentan muchos que lo veían regresar, con la luz de los luceros, con la carretilla vacía sin la carga humana, y le preguntaban:
¿ Para dónde vas, Juan?
Mostrando una sonrisa picaresca, viendo hacia el claro de la sabana, lanzaba en su media lengua esta lacónica repuesta:
- ¡No voy, sino que vengo!
En lo último, soltaba una sonora carcajada y seguía su camino.
En lo último, soltaba una sonora carcajada y seguía su camino.
Estas cosas sencillas carentes de interés -si se quiere- ocurrieron en nuestro querido pueblo de Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela, en el pasado reciente. Ha transcurrido mucho tiempo y Villa de Cura lo sigue recordando, sus huellas siguen presentes, por todo lo que significó el personaje, por los hechos que adornaron su vida en el siglo pasado.
Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, junio de 2018 (corregido en abril 2023)
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