En la imágen: Don Julián Rojas, experto en tejido, montura y fabricación de la prestigiosa alpargata villacurana (Nos acaba de dejar pues el viejo artesano y amigo falleció en su pueblo natal Villa de Cura, el 30 de abril de 2019, paz a su alma, foto archivo Editorial Miranda ((revista Expresión)
Por Oscar Carrasquel
Suelen afirmar los cronistas que la aparición de la alpargata en Venezuela no es tan antigua, y mucha razón tienen. Dicen que fue idea de artesanos de Italia y España, y la exportaron en las primeras décadas del siglo xx. También se atribuye a los países árabes. Al Poco tiempo se fue expandiendo llegó a Perú, Argentina y Colombia. A Venezuela la trajeron los emigrantes que llegaban. Decir alpargata, tiene sabor a terruño,. De todas modos es un invento que forma parte de nuestra historia reciente.
En las décadas de los años 30 y 40 fue muy común el uso de la alpargata, estuvo muy restringido los zapatos manufacturados, que eran importados. En muchos hogares la alpargata se usaba en la vida cotidiana, y resultó una solución para el habitante del campo, pero igualmente era calzado de la gente de la ciudad. Hace muchos años atrás era común ver a un hombre de fulgurante presencia, de faja ancha, leontina de oro en un ojal de la blusa, sombrero Borsalino, calzado de alpargatas nuevas. La usaban por comodidad en los pies hasta los músicos de orquesta.
De allá venimos los más viejos, de haber sido muchacho escolar de alpargata diaria, uno cuando le compraban unas alpargatas nuevas se sentía el más feliz del mundo. ya que los zapatos eran para el domingo y días de fiesta. Algunas damas calzaban en su jornada doméstica, una alpargata completamente cerrada de agudo color negro llamada “Chinela”, confeccionada en tela.
La era de los fabricantes de alpargata quedó atrapada en el pasado. En los años 40 y 50 funcionaban en Villa de Cura alrededor de una docena de alpargaterías de "marca registrada". La más grande y emblemática fue la alpargatería “El Cometa”, fundada por don Enrique Flores, comerciante y dirigente deportivo; empleaba alrededor de 20 operarios. establecida en la calle Comercio, en el lugar que hoy se conoce como "Arepera La Única”.
En la época a que nos referimos, muchos operarios cabezas de familia tenían alpargatería en un espacio de sus propios hogares,. Julián Rojas, vecino de “La Tigrera”
fue un reconocido maestro. En la calle Páez el barquisimetano Eduardo Rodríguez Barreto, conocido
como “conejo". De ese grupo de respetados caballeros: Ernesto
Rojas, Felipe Vargas, José Domingo Hernández el popular "machuca",
Ramón Díaz, Francisco Pancho Agráz, Lucio Agráz, Julio "negro"
Criollo, Victor Criollo, el viejo roble Jesús Maury,
Manuel Luna, Arnaldo González, Mateo Vargas, Juan Nieves, Samuel Flores, José
Ramón González "cuellito", entre otros. Una frase muy común utilizada por cronistas locales aseguraba que,: "La mitad de la gente de La Villa trabaja
la algargatería".
En aquella época se echaban a rodar por esos caminos de Guárico y Apure, los vendedores de alpargata villacurana, Entre los cuales cabe mencionar a don Luis Rojas "cabeza fresca"; Ernesto Rojas, quien conducía una camioneta panel Chevrolet de carrocería cerrada. El gordo Ceferino Castillo del barrio La Represa, quien fue vendedor se trasladaba en una camioneta tipo panel, tan anciana que en 1948 fue patrulla en la Comandancia de Policía.
Corriendo los últimos años de la década del 40, los trabajadores de la alpargata se unieron y crearon el "Sindicato de Trabajadores de la Suela". También de este gremio surgió un aguerrido equipo de béisbol amateur bautizado como “Sindicato de la Suela”. Manager José Arnaldo González, y jugadores como Pablo Rondón, Evelio Acosta, Carlos Acosta, Dimas “chivo” Sambrano, Jesús Sambrano, Manuel Luna, Marcelino Alvarado, Carlos Flores, Eduardo Rodriguez Barreto "conejo", Leopoldo Figueroa y el “gato” Alberto Pérez.
En los años 70 se fue extinguiendo la esencia de las alpargatas en Villa de Cura; el mercado interno se fue proveyendo de zapatos de procedencia industrial. En los años 50 comenzaron a llegar, aventados por la guerra, los fabricantes artesanales de zapatos de patente.
Todo el logro y rigor de la alpargatería en Villa de Cura, no fue hecho de un plumazo, ni se debió a la iniciativa de personas ricas o de magnates, ni ayudados por los gobiernos de turno, sino por el propio esfuerzo de hombres y mujeres trabajadores, los cuales tuvieron que despegar solos sin ayuda de nadie, y sacaron adelante esta pequeña industria artesanal cuando Villa de Cura más necesitó de ellos, en unos tiempos sumamente de pobreza.
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís/ Tricentenaria.
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