jueves, 30 de mayo de 2024

UNA SEMBLANZA SOBRE LA ALPARGATERÍA Y ARTESANOS

En la imágen: Don Julián Rojas, experto en tejido, montura y fabricación de la prestigiosa alpargata villacurana (Nos acaba de dejar pues el viejo artesano y amigo falleció en su pueblo natal Villa de Cura, el 30 de abril de 2019, paz a su alma, foto archivo Editorial Miranda ((revista Expresión) 


Por Oscar Carrasquel 

Suelen afirmar los cronistas que la aparición de la alpargata en Venezuela no es tan antigua, y mucha razón tienen. Dicen que fue idea de artesanos de Italia y España, y la exportaron en las primeras décadas del siglo xx. También  se atribuye  a los países árabes. Al Poco tiempo se fue  expandiendo llegó a  Perú,  Argentina y Colombia. A Venezuela la trajeron los emigrantes que llegaban. Decir alpargata, tiene sabor a terruño,. De todas modos es un invento que forma parte  de nuestra historia reciente. 

En las décadas de los años 30 y 40  fue muy común el uso de la alpargata, estuvo muy restringido los zapatos manufacturados, que eran importados. En muchos hogares la alpargata  se usaba  en  la vida cotidiana, y resultó   una solución para el habitante del campo, pero igualmente era calzado de la gente de la ciudad. Hace muchos años atrás   era común  ver  a un hombre de fulgurante presencia, de faja ancha,  leontina de oro en un ojal de la blusa, sombrero Borsalino, calzado de alpargatas nuevas. La usaban por comodidad en los pies hasta los músicos de orquesta. 

De allá venimos los más viejos, de haber sido muchacho escolar de alpargata diaria, uno cuando le compraban unas alpargatas nuevas se sentía el más feliz del mundo. ya que los zapatos eran para el domingo y días de fiesta. Algunas  damas calzaban en su jornada doméstica,  una alpargata  completamente cerrada  de agudo color negro llamada “Chinela”, confeccionada  en tela.

La era de los fabricantes de alpargata quedó atrapada en el pasado.  En los años 40 y 50 funcionaban en Villa de Cura alrededor de una docena de alpargaterías de "marca registrada". La más grande y  emblemática fue la alpargatería  “El Cometa”, fundada por don Enrique Flores,  comerciante y dirigente deportivo; empleaba alrededor de 20 operarios.   establecida en la calle Comercio, en el lugar que hoy se conoce  como "Arepera La Única”.

Por la calle Comercio, hoy edificio Fioretti, se  localizaba la  Alpargatería El Abanico” de don Rafael Correa; que empleaba bastante mano de obra; más adelante por la misma calle  ”El Cojo” de Celestino Parra,  y siguiendo la misma acera “La Mano” creada  por don Norberto Ramón Vásquez;  “El Sol  de don Rafael María Martínez ubicada en la calle Páez; “El Esfuerzo”, de don Leandro Nieves, en la calle Bolívar y Villegas; “El Caballo”  propiedad de don Arturo González hermano de nuestro amigo don Alfonzo González; “El Ancla” fue creada por don Juan Pablo Álvarez, ubicada en la calle Real o Bolívar. En la esquina de la Rivas Castillo con calle Real estaba la "Alpargatería PF  de don Pablo Flores. En la calle Urdaneta entre Bolívar y Comercio estuvo Alpargatería "El Satélite" propiedad don Esteban Vera, dueño de Tienda La Violeta. “El Martillo”, fundada en  la subida de Los Colorados por don Alfredo Gutiérrez. Lo cierto es que no se conseguía en otro sitio de Venezuela un calzado de calidad superior a la alpargata villacurana .
De acuerdo con datos que nos aportó el maestro Julián Rojas, un promedio de cuatro docenas de pares de alpargata, cosía y entregaba diariamente un operario  a cambio de un salario modesto, fabricada a punta de aguja, lezna, rule, y golpes de maceta. Trabajo entregado a las cuatro de la tarde, trabajo pagado.

Era muy raro en esos tiempos encontrar en el barrio Las Tablitas una persona que no desempeñara el oficio de alpargatero. Llamaba la atención la existencia de mujeres cosedoras de capelladas,  entre  las cuales vale recordar a doña Margarita Picot de Rojas y la señora María Eugenia Morgado, entre muchas que desempeñaron el oficio. También se habló de dos mujeres, las únicas que alcanzaron el rango de  "oficial 1" en Villa de Cura, la señora Genoveva Ortega de Ybarra y. doña Lucrecia Cusati, de familias radicadas en la calle Páez y el barrio Las Tablitas.
.Por espacio de muchos años las fábricas de alpargatas surtían a todo el comercio mayorista y menor, no solo  de Villa de Cura y pueblos del sur de Aragua, sino también a  todo el llano apureño y guariqueño,  a través de agentes viajeros. Surtían además  los Valles de Aragua.. En cualquier pulpería de nuestro pueblo, un par de este calzado no llegaba a valer más de tres reales (1.50).

En la época a que nos referimos, muchos operarios cabezas de familia tenían alpargatería en un espacio de sus propios hogares,.  Julián Rojas, vecino de  “La Tigrera” fue un reconocido maestro. En la calle Páez el barquisimetano Eduardo Rodríguez Barreto, conocido como “conejo". De ese grupo de respetados caballeros: Ernesto Rojas, Felipe Vargas, José Domingo Hernández el popular "machuca", Ramón Díaz, Francisco Pancho Agráz, Lucio Agráz, Julio "negro" Criollo, Victor Criollo,  el viejo roble Jesús Maury, Manuel Luna, Arnaldo González, Mateo Vargas, Juan Nieves, Samuel Flores, José Ramón González "cuellito", entre otros. Una frase  muy común utilizada por cronistas locales  aseguraba que,: "La mitad de la gente de La Villa trabaja la algargatería".

 

            Eduardo Rodríguez Barreto "conejo" en plena faena foto Ramón Alfredo Corniel

 Las piezas que integran  la confección de la emblemática  alpargata  hecha a la medida son las siguientes: planilla de suela,  capellada de pabilo  tejida en telares de gancho o crochet.  La talonera en forma de  semi aro y  dos tiras laterales, hechas en una armadura de madera de madera llamado telar accionado por pedales  También la capellada fue hecha  a colores tramados,  la nombraban “capellada calada”.

En aquella época se echaban a rodar por esos caminos de Guárico y Apure, los vendedores de alpargata villacurana, Entre los cuales cabe mencionar a don Luis Rojas "cabeza fresca"; Ernesto Rojas, quien conducía una camioneta panel Chevrolet de carrocería cerrada. El gordo Ceferino Castillo del barrio La Represa, quien fue vendedor se trasladaba  en una camioneta tipo panel, tan anciana que en  1948 fue patrulla en la Comandancia de Policía.  

Corriendo los últimos años de la década del 40, los trabajadores de la alpargata se unieron y crearon el "Sindicato de Trabajadores de la Suela". También de este gremio surgió un aguerrido equipo de béisbol amateur bautizado como “Sindicato de la Suela”. Manager  José Arnaldo González, y   jugadores como   Pablo Rondón, Evelio Acosta, Carlos Acosta, Dimas “chivo” Sambrano, Jesús Sambrano, Manuel Luna, Marcelino Alvarado, Carlos Flores, Eduardo Rodriguez Barreto "conejo",  Leopoldo Figueroa  y el “gato” Alberto Pérez.

En los años 70  se fue extinguiendo la esencia  de las alpargatas en Villa de Cura;  el mercado interno  se fue proveyendo de  zapatos de procedencia industrial.  En  los años 50  comenzaron a llegar, aventados por la guerra,  los fabricantes artesanales  de zapatos de patente.   

Todo el logro y rigor de la alpargatería en Villa de Cura,  no fue hecho de un plumazo, ni se debió  a la iniciativa de personas ricas o de magnates, ni ayudados por los gobiernos de turno, sino por el propio esfuerzo de hombres y mujeres trabajadores, los cuales tuvieron que despegar solos sin ayuda de nadie, y sacaron adelante esta pequeña industria artesanal cuando Villa de Cura más necesitó de ellos, en unos tiempos sumamente de pobreza.

 

                                         Oscar Carrasquel.  La Villa de San Luís/ Tricentenaria.

 

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