sábado, 1 de junio de 2024

REMEMBRANZAS SOBRE EL COLEO EN LA CALLE SUCRE Y ALGO MÁS.

 



              Dedico a Lcda Dalia Rodriguez, Prof Dinorath Cuenca y Dr Angel Gerardi

                                                   Por Oscar Carrasquel

En el marco de las fiestas con motivo de la celebración de los 302 años de la confirmación de fundación de la ciudad nos tocó estar presentes en lo que hoy se conoce como la sede de la Asociación de Maestros Jubilados del Municipio Zamora (AMEJUP), en cuyas instalaciones se concentró,  para un compartir, los miembros del "Comité Organizador de las Ferias y Fiestas de la Calle Sucre", junto con un grupo de almas humanas, femenino y masculino sobrados de virtudes.  Acto amenizado por el arpa aragüeña del maestro Alfredo Sánchez y  la voz errante del Niche de Aragua. La calle Sucre ya tiene sus seguidores y adeptos.

El objetivo de la presente nota es retrotraer un puñado de recuerdos que llegan a mi  mente. Esa mañana pude ensayar una especie de retrospectiva, comenzando por los  espacios fundamentales de lo que era esta mansión en mi juventud, la recorrí con los ojos llenos de ternura, me quedé mirando sin forzar la mente...  Allí, la sala comedor. Allá, la habitación principal; los cuartos para huéspedes y  en el  fondo  un jardín de rosas  y claveles. Un teléfono góndola  de pared en el recibo...La oficina de contabilidad del señor Dionisio Infante, que poseía muchos libros en un armario, y cuatro amplios corredores con piso de ladrillo.

Pero sobre todo recordé la cantidad de coleadores que llegaban el 24 y 25 de agosto con motivo de las fiestas en honor a San Luis Rey.  De cuando doña Carlina, mi madrina,  esperaba a su hijo el médico internista Simón Infante quien ensillaba un caballo castaño de su cría llamado “Carabobo”, que era costumbre utilizarlo en las coleaderas de la villa. Concurrían  coleadores invitados de varios estados, especialmente Aragua, Carabobo, Yaracuy y Guárico. El tropel de caballos que iban a ser utilizados en la coleadera era encerrado en unos establos ubicados en un patio grande con comederos, bebederos,  y piscina para bañarlos. El ingreso era por el portón de campo ubicado por la calle Urdaneta al frente de la casa de los Lasaballeth.  Esos días era una algarabía la celebración, reunidos en toda la casa, en el traspatio florecía una mata de manzanas verdes y otra cargada de guayaba.  

Don Dionisio Infante fue un reconocido ganadero y coleador en su juventud. Tenía tres propiedades “La Providencia”, “El Deleite” y “Las Peñitas”, de árboles frondosos. El fluido de las aguas del río Tucutunemo pasaba rumorosa por estos predios, rico en animales silvestres y la fauna acuática.  Don Infante, hombre acaudalado pero muy dulce  ocupó con pulcritud cargos públicos de importancia y Presidente del Concejo Municipal de Zamora,   y tenía excelentes relaciones con todas las familias en la calle Sucre.

Es reconfortante preservar el recuerdo de las conversaciones que  sostenían en el comedor a  la hora que  servían el banquete. Entre los asiduos visitantes llegaban personalidades invitadas y coleadores de fama como el doctor Julio de Armas, el doctor Díaz Martínez, Ismael Franco, Marcos Alfonzo,  Frank Alfonzo, Guillermo Rivas y su hermano Chipilo Rivas; el Dr. Aquiles Fernández Ortiz y sus hijos nacidos en Villa de Cura, Aquiles Fernández y Rafael Fernández. El médico veterinario Aquiles Fernández fue gloria del coleo en Venezuela ganando campeonatos nacionales.  De La Villa, en muchas ocasiones llegaban,  Alejandro Tosta, Ernesto "viejo Torres, El Negro Tosta, Juan Bautista Hernández, su presencia era siempre esperada.   

Refrescante y  agradable oírlos hablar de la historia, cuentos y anécdotas del coleo y referirse a la calle Sucre como tradicional manga de coleo en los años 47 y 48 del siglo xx.  Allí me doy cuenta, aunque yo era un  imberbe de apenas 12 años que estudiaba y trabajaba en esta casa,  que la historia del  coleo por la calle Sucre viene de mucho más atrás.

El escritor Omar Gutiérrez Hurtado, villacurano,  amigo de la familia Infante Gonzàlez,  escribió una obra titulada "Cuando el Tiempo se hace Corto". La obra citada me la obsequió su prima Bergeny Curvelo Hurtado de Pérez.. Mediante una narrativa Omar desgrana  un interesante testimonio. (pág. 183).

           “Las coleaderas se hacían por lo general en la Calle Sucre. Cerraban sus bocacalles al paso de peatones y vehículos utilizando viguetas entrecruzadas amarradas con mecate y mecatillo. La extensión de la pista tenía por lo menos diez cuadras, desde la esquina que hacia cruce con la Sabana, donde se construía el corral para encerrar los toros a colear, hasta la esquina donde vive don Eligio Arocha. Había música  para alegrar el espectáculo. Una orquesta se situaba casi siempre en el templete de la Reina construido por el señor Dionisio  Infante, a todo lo largo del frente de su casa”.

Una de las reina de las fiestas patronales de aquella época, que yo recuerde, fue la señorita Yolanda Paradisi. El autor de la obra en referencia nos refresca la memoria, indicando que la pista de coleo llegaba hasta la esquina  de la familia Arocha. No llegaba más allá, hasta los límites,  porque la esquina de lo que se llama La Garita, era un cuartel. Es bueno recordar que la mayoría de las esquinas de la calle Sucre tiene su historia y un nombre muy especial. Hay razones para que más temprano que tarde, la calle Sucre de la villa, corone la meta y sea incluida en la categoría de Patrimonio Cultural. 

Dicen que el tiempo todo lo cura y todo lo muda. A partir de los años 50 con la llegada del progreso desaparecieron las calles con piso de tierra, y el gobierno del General Marcos Pérez Jiménez, decretó allá por los años 50, con el consentimiento y asesoramiento del Presidente del Concejo Municipal señor Dionisio Infante que  permitió que se construyera la primera manga de coleo de Venezuela en un lote de terreno de la Sabana villacurana.


Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis Tricentenaria

Foto del Laboratorio fotográfico de Ramón Alfredo Corniel. 

 

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