miércoles, 12 de junio de 2024

LA RECLUTA PARA APAGAR CANDELA EN OTRA ÉPOCA

 

 Resultado de imagen para incendios forestales

Foto referencia  bajada de la Web

 

Por Oscar Carrasquel

Dedicó a  Prof.  Raúl Moreno  y al Sr Manuel Álvarez

 

        Uno siente como una punzada en el pecho al ver en las tardes y en la noche ardiendo, como si se fueran unos tizones encendidos las faldas del  cerro  El Vigía y el cerro  Los Chivos. Esto es lo que dice todo el mundo en la calle: ! Bueno, pronto la apagará una llovizna o el sol!. Con ese panorama ante los ojos como que se  vuelve a querer la belleza del paisaje. Y entonces afloran los recuerdos, vienen las imágenes del pasado. Y es cuando empezamos a rebuscar el tiempo pretérito, precisamente lo que pasaba en nuestro terruño en la década del 50 del siglo xx 

El general Marcos Pérez Jiménez, oriundo del Táchira era el presidente de la República de Venezuela ... En aquellos días se producía un episodio frecuente ante los ojos de un muchacho  de edad escolar. Se  temía a  que llegara  la época de verano; se le tenía miedo  a la camioneta de policía y a los gendarmes que andaban con rolito en el cinto y peinilla en mano haciendo su recorrida cotidiano por el perímetro urbano.

Muchos parroquianos  se acostumbraron todas las noches a concurrir al cine El Corralón,  a ver la proyección de las  películas mexicanas o del viejo  oeste ; a mirar en los films las curvas de la  vedette Tongolele;  a la escultural Ana Berta Lepe y la rumbera cubana María Antonieta Pons moviendo las caderas. Pero en medio de lo que podríamos llamar una guerra de nervios, con los ojos bien abiertos, mirando para todos lados, ¿Por qué razón?.. Sigamos leyendo.

A las nueve de la noche era la hora de salida del cine, pero había que intuir que no  andaran corriendo los meses  de verano, :febrero,  marzo o abril, cuando  el fuego empezaba a envolver a  los cerros El Vigía y  Los Chivos, las principales lomas naturales del pequeño valle. Ligando que no se le hubiera ocurrido a un furtivo cazador de aves perdices y conejillos,  prenderle fuego a la vegetación  de las mencionadas colinas.

Entre lo  que pudieran ocurrir,   es  que lo estuviera esperando la Wilson, así era como se le nombraba a la patrulla policial; para embarcarlo y llevarlo a apagar candela, a sofocar la línea de fuego que consumía la vegetación en los  cerros… Las féminas  salían ilesas exceptuadas, no había vulneración a su derecho de mujer.

A cualquiera hombre  se le cortaba el resuello al distinguir estacionada en la puerta de salida del teatro  la camioneta “Wilson”.. Los agentes uniformados, reclutaban a venezolanos y extranjeros, aquellos recién llegados de su país de origen en condición de migrantes. Villa de Cura los recibió con agrado, como hermanos, a una gran masa de estos ciudadanos después de la Segunda Guerra Mundial.  La diáspora no era como la del siglo XXI, en aquel entonces era de afuera para dentro.

Los caballeros  tenían que hacer ese obligatorio aporte, sin chistar,  ni procurar un gesto de protesta. No importaba que fuera día lunes, sábado o domingo, Cuando la autoridad estimaba que el personal que salía del cine no era suficiente, entonces los agentes salían a llevarse a italianos, isleños y portugueses que solían reunirse en una heladería de la calle Bolivar a jugar billarín y futbolito, El dueño del negocio y los ayudantes dejaban los helados y el café y se quedaban mudos.

Lo curioso es que a pesar de todo, la economía era creciente. El signo monetario era de los más fuertes del mundo. . Venezuela se daba el tupé de exportar el excedente de carne de ganado vacuno y cerdo a Gran Bretaña.

Vengo a contar una anécdota. En una oportunidad en  la Heladería del Señor La Rosa, donde había juego de villarin. Entre los retenidos por los agentes estaba el Negro Guillermo Infante, el jugador estrella del Ayacucho Star. Lo salva de ir a apagar candela su mentor, el bachiller don Victor Ángel Hernández, quien aquel sábado en la tarde  se opuso, le dijo al jefe de la comisión: “denme al muchacho que tiene juego  y va a pichar mañana”. Volvió a nacer. 

Estas cosas de nuestra menuda historia no aparecen reseñadas por periódicos de la época,  ni se encuentran  en bibliotecas públicas, tampoco son generados de la imaginación. Esto fue una realidad en nuestra Villa de San Luís, de lo cual toda una generación es testigo.

Fueron muchas las personas jóvenes, estudiantes y mayores que, a mediados del siglo XX pegaron una buena carrera para no sofocarse  el pecho con candela antes de acostarse a dormir. Así era la vida política y económica de esa época.   

Creo que el alto gobierno acordó suspender esta medida que era un abuso, por la constante protesta diplomática de aquellos países a través de la Cancillería y Consulados, con el fin de proteger los derechos humanos de sus conciudadanos.

Pues bien, lo que se aconseja hoy en día es tomar conciencia ciudadana. La quema de los cerros no beneficia a nadie, al contrario, pone en peligro  a las comunidades en algunos sectores adyacentes y al ecosistema forestal.

 Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, Tricentenaria

 

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