En 1972 llegó la estatua, intacta la espada, montada en su pedestal en la Plaza Bolivar de la ciudad
Por Oscar Carrasquel
Las estatuas mueren de inercia, lentamente, ellas que son símbolo de
libertad. Uno se queda estupefacto que a estas alturas haya todavía gente que llega a ignorar para qué son
las estatuas, o no conocen que estos blasones de bronce son para honrar la
memoria de los hombres de la patria llenos de gloria, no tienen formación, desconocen la utilidad de una Plaza y de
la efigie que la engrandece
En 2018 le fue arrancada la espada que sostenía en su mano derecha el monumento del Padre de la Patria en la Plaza Bolívar de Villa de Cura. Quizás los que practican esta clase de hechos ignoran que, una estatua para parecerse a una persona viva, lo que le falta es apearse y meterse otra vez la patria dentro del pecho.
En aquel entonces oímos en un acierto de nuestro amigo profesor Antonio Cabanillas Yepez, Cronista Oficial, según la cual la autoridad municipal del momento se interesó en la restitución de la espada, con el fin de reparar el maltrato dejado por los iconoclastas, trabajo que fue realizado por Fundiciones Zenini.
Por diversas vías me he enterado que fue repetida la acción de romper la espada una vez más, por personas empeñados presuntamente en hurtarla. La acción es facilitada desde luego por la falta de protección de la plaza. Ya se sabe cómo viene la muerte de las estatuas.
Refrescando reminiscencias, recuerdo que el año 2017 arrancaron el busto del doctor José Manuel Manzo, esclarecido médico castrense, prócer de nuestra independencia y epónimo de una céntrica calle, que se encontraba al finalizar la calle Comercio de Villa de Cura, en una intersección o callejón adyacente al viejo cementerio municipal.
Hace algún tiempo desapareció de
la plazoleta situada al lado izquierdo de la Iglesia San Luis Rey de Villa de
Cura, el cofre suspendido por las garras de un Águila Real, que guardaba
aserrín de la hacienda San Pedro Alejandrino de Santa Marta, lugar que para los
colombianos es un Santuario muy venerado, porque allí fue donde expiró el Libertador; quedando
el ultraje representado en la mutilada columna de mármol que la sostenía,
a los ojos de todo el que nos visita y transita por la céntrica avenida
Bolívar.
Abandonada, la vez que la visitamos el año 2018 (si es que no ha sido reparada) una escultura erigida en una plazoleta en la población de San Francisco de Asís, pueblo perteneciente a nuestro municipio, en homenaje al médico y humanista, oriundo de Calabozo, estado Guárico, doctor Félix Rattia, Que dicho sea de paso, todo su servicio y saber científico lo dio, tanto en Villa de Cura como en San Francisco de Asís. La primera afrenta fue la decisión hace años, de gente rústica, que ordenaron embadurnarle el rostro con pintura y brocha gorda, una acción que se transforma en falta de formación y respeto.
En ciertos países son celosos del culto que se profesa al Libertador. En Ciudad de México fue inaugurado un monumento ecuestre, en una inscripción del pedestal dice: “Nació en Caracas el 24 de julio de 1783. Libertador de América”. Del discurso pronunciado en la inauguración por el poeta Andrés Eloy Blanco, resumo una de sus reflexiones: “Lo que les falta a una estatua para ser hombre, es precisamente lo que le sobra a los hombres para no ser estatua”.
Desde mi pluma enfocado en lo que veo digo que muchas personas, entre los que me cuento, muestran preocupación por el cierre con rejas de una entrada y salida de la Plaza Bolívar, impidiendo el libre tránsito peatonal, lo que hace acrecentar la soledad del lugar.
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