Por Oscar Carrasquel
La leyenda y el relato forma
parte de la historia y de la cultura tradicional.. Si eres
nacido en la urbe o hace tiempo resides en Villa de Cura, deberías
saber en qué sitio se ubica "La Peña de Ña Cirila", Yo la
oigo nombrar desde los días de mi niñez y juventud, pasar por el frente
era una aventura; queda por los predios de la “Caja de Agua”, sector Las Tablitas al sur de la ciudad.
Esa calle enripiada
hasta hace poco se llamaba calle Guárico. En tiempo presente identificada como calle Rafael Bolívar Coronado. Hace algunos
años, uno de esos viajeros de la vida me echó el cuento completico y
quedó en mis sienes.
Allí en ese sitio específico
se avistaba una gran roca azul que
parecía que se había venido rodando de la cumbre, recostada al borde del cerro “El
Vigía”. Sembrada a la vera de un camino solitario, también
había un buco o corriente de agua que bajaba del cerro. A poca distancia hacia la parte alta de la doctor Manzo, hasta no hace mucho, se
miraban las tumbas de un cementerio abandonado entre unos grandes
matorrales que formaba parte del paisaje.
Hoy ha cambiado mucho, ahora se encuentra surcado por calles de asfalto y casas de cemento y bloques y el pueblo transformando en ciudad. Se aposentaron muchas familias vecinos de los barrios La Represa y Las Tablitas. Respecto a la gran roca, ignoramos a donde fue a parar.
Cuenta el amigo del relato que, por estas soledades a finales de la década del 40 llegó una humilde mujer cargada con sus aperos, vestida con atuendo andrajoso, senil pero con gestos parecidos a una “loca”, caminando sola por esos senderos verdes. Descubrieron los que habitualmente utilizaban ese pasadizo, que su nombre era CIRILA. Este camino real conecta con la extensa sabana de la villa, transitada por arreos de burros y carretas de mulas.
Nunca se atrevió a
decir cuál era su verdadero nombre, ni tampoco de dónde procedía. Se cuenta que
la señora, apilando troncos y ramas de palos y ramos
del bosque, acondicionó una grieta de la piedra para que le sirviera de
refugio. Dicen que la
dama comía y se vestía por la caridad de la gente.
En un tiempo se volvió de carácter irascible. CIRILA no paraba de fumar cigarrillos, sin tregua tarareaba canciones infantiles que le venían a la mente. Jugaba con muñecas de trapos que le hacían las hermanas Poleo. Según me cuentan, conversaba sola. Se enojaba con algún vivo que le tocaba la puerta de lata donde dormía y cocinaba, le profería insolencias y frases que no se pueden repetir. Vale la pena recordar que. ella no le gustaba que le llamaran Ña Cirila
. ---Diganme más bien "Ña mierda"
La piedra azul quedó clavada en las entrañas del cerro como un icono de eterna recordación, poblada de tantos recuerdos y leyendas, enriqueciendo el paisaje. De repente La PEÑA desapareció del mapa, abandonó CIRILA su morada, se perdió como un rocío mañanero cuando repunta el sol; sin embargo, después de largos años, LA PEÑA ÑA CRILLA sigue existiendo como recuerdo inolvidable. Se ama al terruño, pero también a sus espacios emblemáticos.
Oscar Carrasquel.
La Villa de San Luis,Tricentenaria
Interesante crónica...
ResponderEliminar