Por Oscar Carrasquel
Hasta ahora el crédito de esta frase ancestral de "darle un palo a la lámpara" se le atribuye al diccionario del folclor venezolano. En mi juventud se escuchaban muchas vivencias entre las personas mayores que iban y regresaban de un baile de joropo, cuyo jolgorio se celebraba los fines de semana en el pueblo de Villa de Cura y sus inmediaciones. Se oía contar anécdotas sobre las incidencias ocurridas durante la fiesta, entre ellos el famoso "Palo a la lámpara".
La
verdad es que llamaba mucho la atención este incidente muy común en el avance de aquellos
bailes de "Joropo Aragüeño". El baile se realizaba en cualquier casa de
familia de la población, vengo a referirme a Las Mercedes, Los Colorados, La Represa; en Malpica del Toro, El Pao de Zarate, El Cortijo, Santa Rosa del Sur; en
Garabato, con la participación de los más reconocidos arpistas, cantadores y
bailadores de joropo de la época. Fueron muchos los bailes de joropo en casa de don Pedro Pérez Agraz, en la calle Comercio, frente a la barbearía de don Luis Manuel Botello..
Para abundar en detalles, la lámpara aludida es un artefacto rústico de fabricación artesanal, usado en nuestras casas de campo donde no llegaba la energía eléctrica, la cual funcionaba con agua y carburo. En La Villa las fabricaba el señor de apellido Piñero La lámpara produce un candil para largas horas de duración, y la luz es más brillante que la de corriente eléctrica. La colocaban en el centro de la sala sobre una mesa para que iluminara al arpisto, cantador y bailadores.
Es inevitable decir que la alteración del orden y la paz, surgía de alguna persona que por motivos fútiles le daba, o mandaba a darle un punta pie a la mesa donde estaba colocado el artefacto, con el fin de que la sala quedara en tinieblas, lo que aportaba como consecuencia la interrupción de la fiesta. Se producía entonces lo que se llama una gran "sampablera", una especie de cayapa, imposible saber a quién iban dirigidos los golpes, y mucho menos de quien se recibían. La situación podía variar y el baile seguía su furor hasta las horas del amanecer.
En aquellos tiempos era rutina que una fiesta de joropo durara tres días con sus noche, con las consabidas interrupciones debido al episodio del "palo a la lámpara", lo cual era ya como un pasatiempo; lo que acontecía me lo resumía el insigne maestro bailador de joropo Juan José Vargas Castillo.
Que la situación se daba, entre
otros motivos, porque uno de los cantadores refrescaba viejas pugnas de
carácter personal con "puntas" y letras cargadas de ofensa .El contrincante, tras ser ofendido, agarraba los capachos y le respondía a punta de versos improvisados. También por el desaire de una dama a uno de los presentes, igualmente surge la controversia por el pedimento de un cambio de pareja, el otro lo
retaba lanzando el sombrero al piso. Por cualquiera de estos motivos se armaba una discusión que terminaba en un pleito a puño limpio y palo de vera .
La fiesta no es que terminaba, sino que se suspendía. Cuando las aguas se aclaraban, todos terminaban llamándose "compadre", “compañero” "cuñao", "primo"; por otra parte, compartían la misma mesa para degustar
un suculento sancocho madrugador.
Un viejo conocido, criado en la hacienda La Violeta
en Santa Rosa del Sur, a quien le hice alusión del asunto, me dijo que, en muchas ocasiones, el enfrentamiento en un baile de joropo se generaba por la egolatría de
algún hombre despechado, que por egoísmo no deseaba que siguiera la fiesta, en aquellos campos existía la creencia, que atar dos sapos vivos, barriga con barriga, y
lanzar sobre un techo de zinc, a medida que los batracios luchan para desatarse, de manera simultanea se apaga la lampara y se prendía una refriega de
marca mayor. .
En los tiempos que corren, está extinguido esa antigua acción del folclore venezolano de darle “El palo a lámpara”; los bailes de joropo central hoy en día se desarrollan y finalizan con la
más absoluta normalidad y armonía.
¿Entonces, cuál era el modo normal de terminar un baile de joropo?... Según criterio del poeta José Manuel Valera, de su posición analítica, los bailes de joropo suelen terminarse con la interpretación del pasaje "Los Caramelos". El arpista va desplazando lentamente el instrumento sin interrumpir la música, combinado con el sonido de las maracas. mientras producen la retirada hacia la puerta de salida. Semejante a como sucede en los bailes de música popular con el "Alma Llanera", cuya pieza se toca y finaliza el baile.
Una aciaga fecha de mediados del siglo pasado, en la residencia de un amante de esta cultura, como fue don Pedro Pérez Agraz, en la calle Comercio, sector Las Tablitas, en donde se celebraba un baile de joropo, ocurrió la muerte de la mejor bailadora de joropo central Juana Méndez, en circunstancias naturales. El baile fue oportunamente suspendido.
La Negra, era yunta de baile donde quiera que había un “Joropo Aragüeño”. . La tuvimos de vecina; ella por la calle Páez, y nosotros por la calle Comercio, de dos empalizadas por medio. Fue junto con su hermana Encarnación Méndez y Ricardo Méndez Flores, de las antiguas fundadoras del barrio Las Tablitas de Villa de Cura.
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