José Negro Núñez. Foto archivo O C , arreglada por Laboratorio Ramón Alfredo Corniel
Por Oscar Carrasquel
Muchas razones tenemos para recordar refrescando la memora a quien llevó por nombre José Concepción Núñez, cariñosamente conocido como "El Negro Núñez". Hacen años se marchó al cielo con sus sueños todavía intactos. Concepción, fue el segundo nombre que le pusieron del santoral, sacado del diccionario del Almanaque Rojas Hermanos. Había nacido el 9 de diciembre de 1924, Día de la Inmaculada Concepción de María.
No importa que hayan pasado
ya 100 años de su nacimiento En el seno de nuestra familia Carrasquel fue
el Negro José Núñez un ser muy especial y querido en su paso por la vida. Igual como si fuese un
hermano mayor que aconseja y protege. En casa todos lo respetábamos.
José Núñez fue hijo de
don Plácido García, sastre de profesión
y al mismo tiempo honesto servidor público, encargado de la Oficina de Registro
Público del antiguo Distrito Zamora. Y de doña Virginia Núñez, quien era
natural de la población de El Sombrero, capital del municipio Mellado Estado Guárico. A
Villa de Cura llega hacia las primeras décadas del siglo xx. Una mujer
hecha para la brega, una llanera alebrestada, recia de carácter, pero revestida de la
ternura de la mujer llanera
Doña Virginia Núñez, desde que llegó del llano habitó una casa en la calle doctor Manzo en Villa de Cura, entre calles Miranda y Sucre; al lado de la casa de familia del señor José Morales
José Núñez jugó béisbol aficionado en
la adolescencia. Estudió primaria completa en la Escuela Arístides Rojas bajo
la rígida disciplina del bachiller Víctor Ángel Hernández.
Escasa reprimendas recibió de misia Amparo de Rodriguez, su maestra de
primeras letras. El bachillerato lo empieza a cursar en el liceo Juan Germán Roscio en San Juan de los Morros. Este dato me lo pasó don Félix Hernández Castillo, compañero de estudios en ese liceo.
Completó la educación secundaria en un colegio para varones regido por sacerdotes diocesanos,
internado por don Plácido García en la ciudad de Calabozo. Su padre muere
cuando estaba graduándose de bachiller. Decide regresar a su campiña aragüeña,. Entonces se inscribe en
la antigua Escuela de Artes y Oficios en Villa de Cura, donde aprende Contabilidad, Técnica comercial o Tenedor de Libros.
Con esas credenciales y la elegancia de su caligrafía, fue contratado por hombres de negocios para que les llevara la contabilidad, entre ellos Francisco Álvarez Rodríguez, Froilán José Aguirre, Inocencio Adames Barrios, Manuel Melo y Antonio Silva. Pasado el tiempo comenzó a trabajar como Contabilista en el almacén de don Norberto Ramón Vásquez.
Al cabo de algún tiempo trabajó para el almacén de Tomás María Hernández, Sucesores, ubicado en la calle Páez. Fue Agente Viajero de esta importante casa comercial, y durante su desempeño salía conduciendo un camioncito por todos los caminos del estado Guárico y el sur de los Valles de Aragua
.El “Negro” Núñez fue una de esas personas que despertaba en todos el deseo de tenerlo como amigo, tenía un don especial para tratar a la gente... Era un hombre de contextura gruesa, de piel morena, pelo enroscado, cara de manzana como la madre, inspiraba respeto, aunque tenía una chispa especial para la “mamadera de gallo” y poner sobrenombres, de esos que no se quitan nunca. Muy querido en el pueblo de La Villa. De probada honestidad.
Hubo un tiempo que aprovechaba las tardes libres y los domingos en la mañana para participar con la cuerdita en las populares “Caimaneras”. “El Negro” fue un fanático del equipo de béisbol profesional Magallanes.
Se casó con una de las muchachas más hermosas y atractivas de la época, vecina de calle doctor Urdaneta, con Hilda Álvarez de Núñez, oriunda de Valle de La Pascua.. procrearon ocho hijos: Rosa Elena, Edith Virginia, Hilda del Rosario "La Negra", José Rafael "Cheo", fallecido en un accidente de tránsito el año 2003; Rebeca Josefina, Aidee Columba ·"Chilin", Luisa Elena y Rafael Enrique. Entre todos se encargaron de acrecentar la familia en 14 nietos y 12 biznietos. Hilda Álvarez de Núñez fue una demostración de empeño y dedicación al lado de su esposo y de sus hijos, esta gran mujer fue una verdadera heroína del deber.
Un día nos recibió en su casa en la calle Sucre una de sus hijas, la profesora Hilda Núñez Álvarez de Rosales, conocida cariñosamente en casi todos los sectores como “La Negra Hilda”. En medio de una herida que nunca cicatriza, cuántas cosas recordadas de él, su ejemplo de padre amoroso, trabajador, esposo ejemplar y consecuente. Me mostró un viejo retrato de su papá, con sus ojos humedecidos en lágrimas. Su padre murió prácticamente en la plenitud de su vida, el 15 de diciembre de 1970, recién había cumplido 46 años de vida terrenal, víctima de un fulminante ataque cardiovascular, cuya muerte a todos nos dejó sorprendidos.
En hombros de amigos fue llevado hasta su ultima morada, devuelto a la misma tierra donde tía Virginia le dio luz, y entregó a su único hijo para el mundo. Reposan sus restos en un panteón bajo la sombra de un árbol de samán en el viejo cementerio de la Comercio. QEPD.
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