Por Oscar Carrasquel
En la celebración del santoral del Divino Niño, aquí en nuestra pluma quedó encadenado el recuerdo de la señora TERESA SOJO y sus sabrosas hallacas navideñas... Esta crónica la dedicamos a la señora Teresa Sojo quien entre sus habilidades cultivó en tantos años de su vida el hábito de la buena cocina. Una de esas madres trabajadoras con grandes valores, muy conocida a mitad del siglo xx, y que por su carisma llegaba a todos los corazones. Fueron tiempos que ya se marcharon pero su nombre quedó intacto en la mente de quien la conoció. Evocamos un trazo de su vida, ya que tuvo como parte de un pasatiempo muy hermoso, el de ser celebre bailadora del joropo de nuestra tierra. aragüeña. La leyenda se niega a morir, permanece en la mente y la voz del cronista locutor José Manuel Valera.
Según nuestras indagaciones, Ana Teresa Sojo Gómez, es el nombre que aparece en su registro de nacimiento. Vino al mundo en el asentamiento campesino allado de la hacienda “El Chorro” en el Valle de Tucutunemo, llegó y comenzó a abrie sus ojos en aquel bello paisaje el 27 de noviembre de 1927, hija de los labriegos Juan Teodoro Sojo y de María Eugenia de Sojo Después saboreó el hermoso mundo de la ciudad. Sus estudios alcanzaron hasta sexto grado en la Escuela Teresa Carreño de Villa de Cura, lo demás fue trabajar sin pausa. La gente que la conoció y valoró su calidad humana le resumió el nombre, y la llamó simplemente TERESA SOJO. Vecina y muy amiga de mi mamá.
Habitó en varias direcciones en Villa de Cura. La familia vivió primero en la calle Sucre; después, se estableció en la calle Jaime Bosch de la Parroquia Las Mercedes, posteriormente en la calle El Ganado. Pero su casa propia de habitación fue en la calle Miranda, hasta lo último de sus días..
Muy joven trabajó como obrera en una fábrica de pastas alimenticias que funcionó en la calle Bolivar de La Villa corriendo los años 50. Trabajando en esta factoría sufrió un accidente en una mano y se retiró. Supo lo que es la faena de lavar y planchar ajeno. Pero en realidad lo fuerte de ella fue la cocina. Todo el día y sin días de descanso, No tenía hora de comenzar ni de terminar. La humildad también fue una de sus principales virtudes.
Con escasos recursos montó un kiosco que abría todos los días, para ofrecer arepas asadas rellenas y empanadas, rosquitas y arepitas fritas. Así como también se encontraba cualquier cosa de tomar, leche Silsa en cartón, refrescos y jugos de frutas naturales. en un cuartico de la casa que daba a la calle Miranda, casi llegando al Colegio de las Hermanas Catequistas de Lourdes. Era un sitio muy pequeño pero era tanta la concurrencia que la gente se aglomeraba afuera. Desde comienzo de diciembre disfrutaba haciendo sus hallacas para la temporada navideña. Se cansó de repartir el buen sabor de la gastronomía criolla. También era experta en la elaboración de la dulcería criolla que ella servía en raciones para su clientela.
La neblina del mes de diciembre le pintaba a los cerros en la madrugada fría un bello rostro como de mujer recién bañada, cuando trascurría la primera decada del siglo xx, el reloj de la catedral marcaaba veinte minutos para la seis, y la gente salía disparada de la Iglesia para.los acostumbrados paseos matutinos, a dar una vuelta por la calle El Ganado (avenida Lisandro Hernández) hasta que llegaba la luz del sol y la romería concluía en bella sabana y en la plaza Bolivar.
La elaboración y venta de arepas y de hallacas navideñas fue lo que la catapultó a la fama. Sin duda alguna que, entre otras variantes, la humeante “arepita dulce frita” aliñada con de anís, era lo que más se consumía en Villa de Cura en un desayuno, y muy particularmente buscada en las misas de aguinaldo. Doña Teresa sentía una gran pasión por su labor exaltando los valores del gentilicio.
Apenas despuntaba la madrugada, ya doña Teresa Sojo, la dueña absoluta de la gastronomía, tenía lista la primera camada de las crujientes “arepitas fritas”, así también tenía listo un rico cafecito negro colado o café mezclado con leche. No había nada más poderoso que estos dos elementos de la cocina criolla para acompañar un delicioso desayuno. Cuando se agotaban las primeras “arepitas fritas” y las empanadas la gente esperaba pacientemente que estuviera el resto. Los conductores la solicitaba bien de mañana, como buscar las noticias del día en la prensa. Los sábados y domingos la señora no se daba abasto.
Entre algunas de sus facetas, laboró muchos años en el Grupo Escolar Arístides Rojas de Villa de Cura, donde realizaba trabajos de mensajería y de bedelía en dicha institución, hasta 1980 que el Ministerio de Educación Nacional acordó su jubilación por haber finalizado su actividad laborar su hoja de servicio.
La actividad cultural en la comunidad también llenó una parte de su vida, figuró como gran bailadora dentro el ámbito de la familia joropera villacurana. En la décadas del 50 fue pareja en los grandes bailes de Joropo Aragüeño que se daban en el centro y en los campos aledaños a La Villa, esos de amanecer hasta el día siguiente, lo cual ilustraba su espíritu alegre y su buena salud. Debo destacar lo siguiente, en el año 1988 le fue entregado la condecoración “Orden Samán de Aragua”, en su única clase, condecorada por el gobernador de aquel entonces profesor Didalco Bolívar.
Siempre llamó la atención como una persona que profesaba la religión católica, devota del Nazareno de San Pablo, y Jesús Sacramentado y del Santo Sepulcro, el mayor signo de la multitudinaria procesión del Viernes Santo en Villa de Cura, en la que ella todos los años participaba con devoción.
Doña Teresa tuvo una descendencia nutrida, son su sangre, su genes, sus hijos que eternamente la llevan en su corazón: Rosa Teresa, la primogénita, le siguen Germán, José, Judith Josefina, Luís, Pedro, Ramón, Orlando, Freddy, Yanet, Roger y Mallerín, la bordona. La familia hasta ahora se ha visto multiplicada en 22 nietos y 26 bisnietos.
Doña Ana Teresa Sojo Gómez falleció un Viernes Santo, el 22 de abril de 2011 en Villa de Cura, municipio Zamora, estado Aragua, sus restos reposan en el viejo cementerio municipal. Es encantador y satisfactorio,, rendirle este pequeño homenaje de recuerdo.
En nuestra búsqueda de su vida, contamos con el aporte informativo de mucha gente que la conoció, uno de ellos el conocido cantautor de música criolla Moisés Rondón, que la metió en una de sus creaciones, el video está rodando por la plataforma de YoubTub; así como también los testimonios que nos dio por vía digital su hija de nombre Judith Josefina Sojo.
Que Dios la tenga en la Gloria.
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, Tricentenaria
No hay comentarios:
Publicar un comentario