viernes, 15 de septiembre de 2023

QUIMBANCHE

 

"Quimbanche". Foto  del  periódico "Kikiirikí", tomada por su fundador don Arturo Linero. Retocada por el artista Ramón A. Corniel

Por: Oscar Carrasquel

PÓRTICO:

Leoncio Mejías, Amable/ así era  su nombre/ “Quimbanche” un seudónimo/  transitó sin perder la brújula/ pueblo arriba y pueblo abajo/ con un puñado de alcancías/ parecía nacido de los ríos/ hijo de la montaña/.era del grupo de artesanos/ con su arte escribió una historia/ anduvo con pasos vacilantes/ peregrinando por la calle/ nunca le perdimos el rumbo/ (O. C.) 


          QUIMBANCHE

No es una estatua de piedra
Parece haber venido
de donde nacen los ríos,
de la montaña.

Quizá hecho de sicile 
de la piel del  río 
que corre por sus entrañas

El tiempo arrugó tu rostro
pero no tu corazón

Alfarero de mi pueblo 
helo aquí en mi recuerdo
de cuerpo entero

Ya envejecido 
las manos rugosas, 
ronca la garganta
con voz vibrante

Bajo los harapos
de un raído flux
cerrada la blusa}
en un solo botón

Pero se iba
arrastrando su miseria  
con sombrero bombín 
calzado de alpargatas 

El cuerpo pequeñito 
intacto de coraje
y mirada suplicante
como sobreviviente 
de un extraño naufragio
.
Cabizbajo, silencioso,
huesudo, 
de tanto soles 
y el rigor de los veranos.  

Como un sonámbulo 
lo miraba caminar  
por el confín de la ciudad
parecía un trencito de cuerda

Con pasos tardíos 
arrastrando calendarios
cual sombra de papagayo 
con un canasto 
debajo del brazo   .

fabricaba alcancías
que daban gusto, 
avanzaba con su mercancía  
envueltas en papel periódico
.
En forma de animales
de diversos colores
de infinitud de diseños
y de todos los tamaños

Andaba y desandaba
un camino real 
buscando material
dando pasos a la luz del sol

Enseguida creaba 
piezas artesanales
semejando frutas tropicales
que parecían reales

Las alcancías 
causaron admiración.
adornando alcobas y salones
de emperadores

En la quietud  
del Museo de Tradición
guarecen del alfarero
algunos vestigios de su mente

De repente quedó
como globo sin sostenerse
con furia salvaje
lo embistió la muerte

En un ranchito de tapia  
de hondo callar
en el viejo barrio
aún se oye el deambular
de sus pasos.



Oscar Carrasquel, La Villa de San Luìs, Tricentenaria 









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