SEMBLANZA DE DON FRANCISCO MATUTE RAMOS
Por Oscar Carrasquel
Es propicia la ocasión para hablarles acerca de este personaje que comenzamos a conocer en la infancia don Francisco Matute Ramos, ausente del mundo terrenal, pero su nombre sigue corriendo en los archivos de la memoria. Proveniente de la población de Ortiz, uno de los 15 municipios del estado Guárico, Aquel pueblo que fue inspiración de Miguel Otero Silva para escribir el año 1955 la célebre novela “Casas Muertas”. En Ortiz, en ese pequeño pueblo llanero nació Francisco Matute Ramos el año 1893, Durante la epidemia de paludismo o malaria que en ese tiempo azotó al estado Guárico. Su madre de nombre Clara Ramos de Matute, migró con sus tres hijos, Francisco, Juan y Pablo Matute, y una sobrina llamada Clara, en una caminata con duración de dos días, su misión era llegar a San Juan de los Morros.
Gracias al
intelecto de Francisco, el mayorcito, que apenas tenía 13 años, el dueño de una
Bodega-Almacén y de muchas tierras, donde se habían parado a comer algo, quien observó las habilidades del muchacho para sacar cuentas, le ofreció empleo en la pulpería proveedora de su hacienda. La acogida fue
favorable, la familia se instaló cuatro
años en esa hacienda, ubicada en la
montaña de “Platillón” en los límites de San Juan de los Morros y los
llanos centrales. En la cual la dinastía tenía garantizada residencia y comida.
Cuando
Francisco contaba 17 años, buscando nuevos horizontes, con los ahorros de su
trabajo, adquirió una pulpería en San Juan de los Morros; no pasó mucho tiempo
en negociarla, para luego abrir una bodega grande en Villa de Cura.
Matute, un
hombre visionario veía el futuro con fe y esperanza, se convirtió en uno de los propulsores del desarrollo del
comercio mayorista en Villa de Cura, desde el mismo momento que arribó a este
territorio. De aquel comercio envidiable que existió en la comarca en los años
50 del siglo xx. Una población de un poco más de 20.000 habitantes y 7 bombas de gasolina full servicio.
El
almacén de Matute formó parte de numerosos expendios mayoristas de víveres,
frutos y licores. Villa de Cura tenía un
gran movimiento comercial, según estadísticas funcionaban 15 almacenes de este
tipo, distribuidos en las calles Bolívar, Comercio y Páez. Importantes fuentes
de empleo y. proveedores del comercio detallista, ofreciendo toda clase de víveres,
licores y mercancía seca a pulperías y casas de abasto; además de tener agentes
viajeros para atender las principales poblaciones de la campiña aragüeña, y
cubriendo los estados llaneros Apure y Guárico.
En la Villa de San Luis de Cura, Francisco Matute conoció a una jovencita de nombre Luisa Padrón Rojas, con quién entabló amoríos y contrajo nupcias el año 1930. Formaron un hogar sin privaciones. El matrimonio procreó una familia integrada por seis hijos, Andreina, la primogénita; le siguen Gisela, mi compadre Francisco José, Manuel Enrique, Luis y Luisa Cristina Matute Padrón. Además se dedicó a la crianza de su prima hermana Clara Ramos (Clarita), casada con don Avelino Córdova. El joven Francisco Matute Ramos, en una relación anterior con la señora Ricarda Martínez; fue padre de dos cariñosas hijas, Virginia Matute (esposa de don Enrique Arias); y Zenobia Matute (casada con don Oscar Pimentel, un comerciante de San Juan de los Morros. A veces la casona era sitio de reunión de todos.
Don Francisco Matute y doña Luisa Padrón de Matute
Don
Francisco Matute Ramos, fue un hombre educado, su formación fue autodidacta,
con buen dominio de la palabra escrita, de libre pensamiento. Fue miembro
fundador, y en un periodo se desempeñó como presidente de la Cámara de Comercio
del Distrito Zamora. Es bueno destacar que junto con otros comerciantes como
Manuel Lisandro Hernández, Francisco Álvarez, José Rafael Hernández Pérez,
Manuel Melo, entre otros; integraron una junta consultiva para conseguir que se
abriera la sucursal del Banco Provincial, la segunda institución bancaria de Villa de Cura.
Don
Francisco era un hombre de mediana estatura física, de hablar bajito, no libaba
licor pero sí, un fumador empedernido; nunca se le veía un enojo.
Cuenta su
hijo Manuel Enrique lo siguiente: “su
deporte preferido, como aficionado, eran las carreras de caballo, las bolas
criollas, algunas tardes se iba para la cancha del bar restaurant El Samán”.
El béisbol en la época de oro del celebre Ayacucho Star, asistía a presenciar los
juegos en la sabana, y posteriormente iba al estadio Ramón María Acosta.
Un hombre de buen carácter. Bastante lo vimos leer la prensa del día y recorrer los corredores de lado y lado de un caserón de esquina, que hace poco dejó de respirar enfrente de la plaza Bolívar. Casa con cuatro corredores y un hermoso y floreado jardín en el centro. Aquí lo que hay ahora es un edificio abandonado, y un silencio como de siglos, A nuestro personaje lo conocimos también por la costumbre.de vestir bien todo el día, de flux o liquilique de lino cerrado, lentes oscuros formulados, nunca usó el clásico sombrero de la época. Matute era aficionado a tomar fotografías de los integrantes de la familia y el ambiente social donde se desenvolvía, de hecho llegó a poseer un laboratorio fotográfico en un cuarto de su vivienda.
Hay un dato por ofrecer, en estos cuartos durmió Amador Bendayán... golpe tras golpe , a mandarriazo limpio se vino abajo la casa de los Matute.
El paso
de uno por esta maravillosa vida es fugaz. Sobreviven de esta dinastía , gracias a Dios, Manuel
Enrique Matute Padrón, graduado de ingeniero en la Universidad Central de
Venezuela, quien reside en Caracas en la compañía de esposa, hijos y nietos, y Luisa Cristina Matute Padrón, casada con Julio López, viven en una urbanización en Villa de Cura.
Como persona de entereza humanista, cerró filas en la Gran Logia 19 de Abril en Villa de Cura, liderada por el Gran Maestro don Manuel Melo.
En el ramo del comercio, ese hermoso laberinto, fue su primordial ocupación, pero
este hombre también miraba a un país con ideas claras y acertadas, en la
búsqueda del progreso de Villa de Cura, el pueblo que lo acogió en su seno.
Los años de trabajo arduo, incansablemente, aunado a una grave enfermedad pulmonar, le
fueron atrapando hasta arrebatarle la vida. Falleció en 1976 a
los 83 años. Sus restos reposan en el cementerio municipal de Villa de Cura, en
un panteón de la familia.
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