jueves, 27 de febrero de 2025

CRÓNICA PARA RECORDAR LOS 90 DE DON ENRIQUE PËREZ

 

Don Enrique Pérez. Foto colección Ramón Alfredo Corniel.


                                             Por Oscar Carrasquel

En aquella  Villa de Cura hermosa del siglo pasado, cabecera del Distrito Zamora nació y creció entrometido entre hombres  de trabajo este caballero que responde al nombre de ENRIQUE PÉREZ, quien hoy arriba a la edad de 90 años.   Por ese motivo  traemos su figura a esta página con el fin de recorrer sus caminos de niño, joven y adulto.

Pedro Enrique Pérez Villamizar es el nombre completo de nuestro personaje, nació el 03 de marzo de 1935, hijo de don José Pérez Agraz, dueño de carreta en la villa, que fue casado con doña Juana Villamizar de Pérez; de los  Villamizar del sector “Los Colorados”, todos de vida artística, músicos, baquianos del verso y cantadores del Joropo Central.

Su padre José Pérez Agraz  fue un hombre muy trabajador, paralelamente amante del joropo central. Numero uno organizando y montando bailes de joropo los fines de semana con el respaldo de los mejores arpistos y cantadores.  En la década del 50  se realizaban en su casa en la calle Comercio, cruce con el callejón número 3 de Las Tablitas, largas jornadas de joropo aragüeño. Tiempos de joroperas y joroperos, en cuya dirección murió en medio del salón de baile la mejor bailadora de joropo aragüeño,  la negra Juana Méndez.

Enrique, aprendió las primeras letras y la primaria completa en la Escuela  Arístides Rojas, cuando esta institución quedaba  en la calle Bolívar, enfrente del expendio de medicinas de don Félix Valderrama; todavía evoca con especial cariño a su maestra de segundo grado, la señorita Yolanda Montenegro, hija del Marqués Montenegro; igual  que   recordar al director del plantel que en ese tiempo era el bachiller Luis Aparicio Pérez.  

Desde temprana edad tuvo que trabajar para ayudar abastecer las necesidades del hogar. No supo de juegos infantiles, después de grande sintió afición por el popular juego de bolas criollas; los sábados y domingos concurría con los hermanos Bernabé y morocho Colmenares a las competencias  en  el patio del   bar El Samán en La Alameda.

La formación hogareña fue fundamental en su formación ciudadana, una persona de bien, trabajador, con espíritu de superación, humilde, honesto, de andar siempre con la frente en alto, la mejor herencia que pueda dejar a sus hijos y nietos.

Mozalbete, bisoño,  a la edad de 15 años se inició en el arte de confeccionar sillas de montar a caballo,  se supera trabajando con uno de los mejores talabarteros, el maestro José Reyes.  Tambien hizo su trabajo al lado de actores como Reinaldo Silvera, David Èxime, Alcides Álvarez, Carlos Flores, Cruz Parra, Jesús Pérez y Nieves Cabrera.  Empezó trazando y cortando sobre suela, fabricando cosas pequeñas, luego se desempeñó como todo un veterano,  movido por su tesón elaboró  sudaderos, gruperas, cinchas y cabezadas y otros aperos, hasta llegar a fabricar una silla villacurana  completa.

Enrique Pérez Villamizar casó con la villacurana Flor Muñoz, ya fallecida,  hija del barbero villacurano don Francisco Cabrera. De esa unión nacieron cinco hembras y un varon: Glenda Thais, Isbelia Josefina, Freddy, Arelys Margarita, María Teresa y Bergeny Coromoto, inteligente cada cual.  La mayoría ya  hizo maletas pero jamás olvidan el calor de la casa paterna;  muchas veces se reúnen hijos y nietos y llenan de alegría todos los espacios de la casa. 

Entre las mujeres conozco y destaco a la educadora Bergeny Coromoto Pérez, poeta, compositora y cantante, mejor conocida como "La poetisa Azabache", residente  de Santa Cruz de Aragua, sin olvidar a su terruño natal. Media Villa de Cura sabe que ella es prima del poeta Pablo Cabrera.

Veinticinco  años  ininterrumpidos se mantuvo Enrique Pérez frente a una banca de trabajo en la talabartería "Venezuela", fundada por don Juancho Cabrera, establecida  en la calle Comercio. Donde además fue supervisor, se ocupó  del  pedido de los clientes, de enviar despachos de sillas y artículos para diferentes destinos dentro del territorio nacional, en especial para Guárico y Apure, Lara, Margarita, Zulia y Oriente; aprendió de don Juancho las transacciones de compra-venta y a facturar.

En el  taller de don Juancho Cabrera se dedico a  elaborar  sillas  de diferentes tipos y modelos, la mexicana, chacotona, tejana y la silla especial para trabajo de llano, A la Talabartería “Venezuela” le llovían los clientes de todas partes. La Villa siempre fue nombrada como  plaza donde se confeccionan las mejores sillas para montar de toda Venezuela.

Luego se cambió a trabajar para una talabartería fundada por su hermano el maestro Lucio Pérez, junto con otro asociado. Hasta tener una montaña de años, en los dos se puede apreciar sus dotes en la industria.

Recuerdo que el año 2018 con 83 años de edad  sorprendimos a Enrique   metido en una pequeña habitación acondicionada como taller, se paseaba entre herramientas, suela, pegamentos, hilos, dándole calor al trabajo que sabe hacer, se las ingeniaba para cumplir  con los encargos. Es comprensible que trabajaba para buscar un dinero, porque  la situación se fue poniendo dura.

Dicen que la edad no importa. Enrique es de esos hombres de antes, renco y todo,  nada lo amilana, conserva intacto el gusto por la vida y el amor por su trabajo, no pensaba otra cosa que seguir en el oficio  "hasta donde Dios mande". 

Debe ser por herencia que desde pequeño viene haciendo poesía, muchas veces lo atropellan los sentimientos y se pone a escribir versos de .su inspiración, carga los versos a flor de labios. No se enreda recitando a pesar de los años Y comienza a desgranar las décimas que le escuchaba a sus parientes en Los Colorados.

Hoy día para andar se ayuda  con un bastoncillo. Además del peso de los años, hace  tiempo en 2017, sufrió una caída que lo mantuvo varios meses postrados en una cama, pero gracias a Dios  ya se encuentra recuperado y trata de olvidar el percance.

Agradecemos a Enrique,  por habernos abierto amablemente las puertas de su domicilio. A su casa se llega desde la calle Comercio, casi llegando al sector El Cementerio (Barrio Las Tablitas). 

Sin duda alguna, un personaje de la Villa de San Luis, demostrando  que el trabajo es lo que edifica y hace útil  al hombre. Dice él mismo “Sin trabajo no hay pueblo que salga adelante”. 

Aun con el peso de  90 años se mantiene activo.  Hace poco sentimos  sus  pasos con dirección a un Banco, sale con su bastón en la mano a cobrar los 130 bolívares de la pensión que le paga el Seguro Social.  Y se detiene a saludarnos. 

Disfruta tu cumpleaños amigo Enrique.

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, Tricentenaria




 

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