Don Enrique Pérez. Foto colección Ramón Alfredo Corniel.
Por Oscar Carrasquel
En aquella Villa de Cura hermosa del siglo pasado, cabecera del Distrito Zamora nació y creció entrometido entre hombres de trabajo este caballero que responde al nombre de ENRIQUE PÉREZ, quien hoy arriba a la edad de 90 años. Por ese motivo traemos su figura a esta página con el fin de recorrer sus caminos de niño, joven y adulto.
Pedro Enrique Pérez Villamizar
es el nombre completo de nuestro personaje, nació el 03 de marzo de 1935, hijo
de don José Pérez Agraz, dueño de carreta en la villa, que fue casado con
doña Juana Villamizar de Pérez; de los
Villamizar del sector “Los Colorados”, todos de vida artística, músicos,
baquianos del verso y cantadores del Joropo Central.
Su padre José Pérez Agraz fue un hombre muy trabajador, paralelamente amante del joropo central. Numero uno organizando y montando bailes de joropo los fines de semana con el respaldo de los mejores arpistos y cantadores. En la década del 50 se realizaban en su casa en la calle Comercio, cruce con el callejón número 3 de Las Tablitas, largas jornadas de joropo aragüeño. Tiempos de joroperas y joroperos, en cuya dirección murió en medio del salón de baile la mejor bailadora de joropo aragüeño, la negra Juana Méndez.
Enrique, aprendió las primeras
letras y la primaria completa en la Escuela Arístides Rojas, cuando esta institución
quedaba en la calle Bolívar, enfrente del expendio de medicinas de don
Félix Valderrama; todavía evoca con especial cariño a su maestra de segundo
grado, la señorita Yolanda Montenegro, hija del Marqués Montenegro; igual
que recordar al director del
plantel que en ese tiempo era el bachiller Luis Aparicio Pérez.
Desde temprana edad tuvo que trabajar para ayudar abastecer las necesidades del hogar. No supo
de juegos infantiles, después de grande sintió afición por el popular juego de
bolas criollas; los sábados y domingos concurría con los hermanos Bernabé y morocho Colmenares a
las competencias en el patio del bar El Samán en La Alameda.
La formación hogareña fue fundamental en su formación ciudadana, una persona de bien,
trabajador, con espíritu de superación, humilde, honesto, de
andar siempre con la frente en alto, la mejor herencia
que pueda dejar a sus hijos y nietos.
Mozalbete, bisoño, a la edad de 15 años se inició en el arte de confeccionar sillas de
montar a caballo, se supera trabajando
con uno de los mejores talabarteros, el maestro José Reyes. Tambien hizo su trabajo al lado de actores como Reinaldo
Silvera, David Èxime, Alcides Álvarez, Carlos Flores, Cruz Parra, Jesús Pérez y
Nieves Cabrera. Empezó trazando y cortando sobre suela, fabricando cosas
pequeñas, luego se desempeñó como todo un veterano, movido por su tesón elaboró sudaderos, gruperas, cinchas y cabezadas y otros aperos, hasta llegar a
fabricar una silla villacurana completa.
Enrique Pérez Villamizar casó con la villacurana Flor Muñoz, ya fallecida, hija del barbero villacurano don Francisco Cabrera. De esa unión nacieron cinco hembras y un varon: Glenda Thais, Isbelia Josefina, Freddy, Arelys Margarita, María Teresa y Bergeny Coromoto, inteligente cada cual. La mayoría ya hizo maletas pero jamás olvidan el calor de la casa paterna; muchas veces se reúnen hijos y nietos y llenan de alegría todos los espacios de la casa.
Entre
las mujeres conozco y destaco a la educadora Bergeny Coromoto Pérez, poeta, compositora y cantante, mejor conocida como
"La poetisa Azabache", residente de Santa Cruz de Aragua, sin
olvidar a su terruño natal. Media Villa de Cura sabe que ella es prima del poeta Pablo
Cabrera.
Veinticinco años ininterrumpidos se
mantuvo Enrique Pérez frente a una banca de trabajo en la talabartería "Venezuela", fundada por don Juancho Cabrera, establecida en la calle
Comercio. Donde además fue supervisor, se ocupó del pedido
de los clientes, de enviar despachos de sillas y artículos para diferentes
destinos dentro del territorio nacional, en especial para Guárico y Apure, Lara, Margarita, Zulia y Oriente; aprendió de don Juancho las
transacciones de compra-venta y a facturar.
En el taller de don Juancho Cabrera se dedico a elaborar sillas de diferentes tipos y
modelos, la mexicana, chacotona, tejana y la silla especial para trabajo de
llano, A la Talabartería “Venezuela” le llovían los clientes de todas partes.
La Villa siempre fue nombrada como plaza donde se confeccionan las
mejores sillas para montar de toda Venezuela.
Luego se cambió a trabajar para una talabartería fundada por su hermano el maestro Lucio Pérez, junto con otro asociado. Hasta tener una montaña de años, en los dos se puede apreciar sus dotes en la industria.
Recuerdo que el año
2018 con 83 años de edad sorprendimos a Enrique metido en una pequeña habitación
acondicionada como taller, se paseaba entre herramientas, suela, pegamentos,
hilos, dándole calor al trabajo que sabe hacer, se las ingeniaba para cumplir con los encargos. Es comprensible que trabajaba para buscar un dinero,
porque la situación se fue poniendo dura.
Dicen que la edad no
importa. Enrique es de esos hombres de antes, renco y todo, nada lo
amilana, conserva intacto el gusto por la vida y el amor por su trabajo, no
pensaba otra cosa que seguir en el oficio "hasta donde Dios mande".
Debe ser por
herencia que desde pequeño viene haciendo poesía, muchas veces lo atropellan los
sentimientos y se pone a escribir versos de .su inspiración, carga los versos a flor de labios. No se enreda recitando a pesar de los años Y comienza a desgranar
las décimas que le escuchaba a sus parientes en Los Colorados.
Hoy día para andar se ayuda con un bastoncillo. Además del peso de los años, hace tiempo en 2017, sufrió una caída que lo mantuvo varios meses postrados en una cama, pero gracias a Dios ya se encuentra recuperado y trata de olvidar el percance.
Agradecemos a Enrique,
por habernos abierto amablemente las puertas de su domicilio. A su casa se llega desde la calle Comercio, casi llegando al
sector El Cementerio (Barrio Las Tablitas).
Sin duda alguna, un
personaje de la Villa de San Luis, demostrando que el trabajo es lo que edifica y hace útil
al hombre. Dice él mismo “Sin trabajo no hay pueblo que salga
adelante”.
Aun con el peso de 90 años se mantiene activo. Hace poco sentimos sus pasos con dirección a un Banco, sale con su bastón en la mano a cobrar los 130 bolívares de la pensión que le paga el Seguro Social. Y se detiene a saludarnos.
Disfruta tu cumpleaños amigo Enrique.
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, Tricentenaria
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