domingo, 12 de octubre de 2025

ANTONIO MARTíNEZ UN PERSONAJE PERDIDO EN LA MEMORIA


Antonio Martínez foto archivo retocada por Félix Humberto Herrera

                                                      Por Oscar Carrasquel


Uno de los oficios que más afloró toda su vida fue de  zapatero remendón, pronunciación cordial y cotidiana que se ganaron antes estos expertos artesanos. Tuvo su cotidianidad y taller en su propia casa, subiendo para el barrio Los Coloraditos.

El arte de fabricar calzado lo aprendió siendo todavía adolescente de la mano del maestro  Julio César Blanco, , que le enseñó a manejar bien el clicker o cortador de suela, y a manejar la aguja y la lezna y agujerar con precisión. Luego ingresó a trabajar en la zapatera Russo, como una escuela, de Amadeo Russo y Settimio Russo, hermanos que trajeron el oficio de lejos Italia y en esta tierra que les brindó hospitalidad crearon en la década del 50 la citada fabrica, ubicada  en la calle Bolívar a cuadra y media de la plaza Miranda,

Aquí en su pueblo también dedicó su esfuerzo a  la fabricación de la alpargata villacurana en la Alpargatería El Cojo. Se destacó en actividades gremiales, en tal sentido  lo encontramos en la creación del primer sindicato que agrupó a estos artesanos,  lo que se llamó Sindicato de  Trabajadores de la Suela.

Antonio Martínez Santaella, de origen campesino nacido en el sector rural de Camejo, jurisdicción del municipio Ezequiel Zamora, vino al mundo en noviembre de 1915. De apenas ocho años quedó huérfano de padre y madre, por esta circunstancia del destino, se crió  bajo la sombra protectora de dos hermanas mayores que lo cuidaron y encaminaron su vida escolar.

A la maestra  Josefita Poleo en una escuelita particular por los lados de la Caja de Agua, le correspondió la tarea de enseñarle  las primeras lecciones y a sacar cuentas; Llegó a ser discípulo del maestro Francisco Cabrera en la unica aula de una Escuela Unitaria.  Sus hermanas cumplieron igual papel de maestras lo enseñaron  a leer en  el libro  “Manual de Carreño”, que habla de cómo  debe comportarse el ciudadano. Y ellas le inculcaron lo que es el respeto, la honestidad y el amor por el trabajo.

Antonio Martínez o “Toño”, como cariñosamente acostumbramos a llamarlo, fue una persona que se conocía el corazón del pueblo porque  lo anduvo de confín a confín, La Represa, Los Colorados, La Coromoto, Los Coloraditos, Las Mercedes.

Lo que era “toño” le gustaba andar junto a los músicos de la orquesta municipal,   se sentía feliz y complacido de ser carguero del  contrabajo de don Manuel Luna,  sabía armar los atriles con los papeles  de los músicos; por cierto la  banda se escuchaba  los jueves y domingo de retretas desde de la plaza Miranda, bajo la batuta del maestro don Víctor Ángel Hernández.

Algunos tal vez recordarán a Antonio Martínez como mesonero del  bar Savery, también hizo  de mandadero en casas de familia, cantinero en el bar Palumbo;  una vez; lo encontamos vendiendo perfumes finos. Buhonero de ropa hecha en avenidas Bolívar  de Valencia y Maracay.  Me contó que ingresó a trabajar como vendedor en la tienda de ropas  “La Casa del Pantalón”, en el centro de Maracay, lo admirable es que ascendió al puesto de Gerente  de Ventas en dicho establecimiento donde  laboró durante 16 años ininterrumpidos.

En aquellos románticos años 50 anduvo ligado a los quehaceres de la cultura, fue actor teatral autodidacta, en uno de los repartos  hizo  el papel de policía municipal y de esas historias contadas por Rafael Guinand. El grupo de noveles actores lo dirigía  la señorita Sofía Rodríguez, acompañada de los directores teatrales   Críspulo Gallo y Pedro Raffeca. Las funciones se realizaban muy frecuentes en las tablas del  cine El Corralón de don Eligio Arocha.

Avanzando  en el  tiempo hizo el trabajo de pregonero del periódico El Unitario. Durante muchos años  repartidor  del órgano  “Tribuna Popular”, caminando todo el pueblo. Un excelente ciudadano, sencillo, respetuoso y muy humilde.

Muchos fueron los encuentros con el dios Baco de la mitología, amable, conversador.  Un hombre fiel a la amistad, no era persona de ambigüedades, fue militante de nuestra Peña; carnal y pana del poeta  José Manuel Morgado y del vate Vinicio Jaén Landa, siempre presto a servir a quien lo necesitara.

Miembro necesario de la Peña Tanguera villacurana, no poseía una voz fuerte para cantar, sin embargo tenía el oido fino para aprenderse de memoria el repertorio de tangos memorables de Carlos Gardel, y dueño de la ternura para hacer sentir las canciones de Andrés Cisneros.

Antonio Martínez fue padre del poeta Aly José Pérez,  artista plástico, un pintor con buen dominio del pincel, conferenciante y admirado y respetado poeta, con una amplía  obra literaria; Aly murió joven, la vida viene y también se nos va. “Toño” vivió acompañado del amor de una hija con calidad cultural, la poeta Marianela Pérez

Si algo le satisfacía y llenaba de contento era  compartir con sus amigos, figuraron entre otros  J. E Carrasquel, Vinicio Jaén,  che Julio Martínez, Germán Cordero Padrón, José Seijas, Antonio Moreno, Juan Alayón, JM Morgado, Leopoldo Guevara, el doctor Eladio Lovera,  Rafael Almeida “petit”, los hermanos Nieves Azuaje.

De repente nuestro amigo “toño” fue asediado por una enfermedad respiratoria que no le daba tregua, los galenos recomendaron su reclusión  en una sala del hospital  José Rangel de Villa de Cura.  La muerte  detuvo su alegre marcha por la vida, dejó de existir  el 01 de agosto de 1996. Que Dios lo tenga en la Gloria.

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís, Tricentenaria

 

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