sábado, 17 de diciembre de 2022

"EL PINO DE LA SUERTE" O "EL PINO DEL AMOR" UN FASCINANTE PARAJE EN VILLA BRUZUAL ESTADO PORTIGUESA.

 

      Casi llegando a Villa Bruzual se encuentra esta hermosa especie de nuestra naturaleza. La foto  del “El árbol milagroso” la obtuve  de la periodista Ana Colmenares, en la ciudad de Acarigua, estado Portuguesa.

                                                                                                                                                                                                                                                           Por Oscar Carrasquel


Como es sabido por todos el pino es un árbol silvestre de corteza dura y resistente, tiene forma de cono, de la familia de las Pináceas, de vertical y abundante ramificación. Las numerosas plantaciones de pino en Venezuela son aprovechadas para la producción de papel. Según algunas estimaciones dicen que existen en el país alrededor de siete especies conocidas de Pino o Pinus.

Acorde a todo lo que hemos escudriñado, esta especie vegetal es símbolo de importancia  para el Feng Shui en la sabiduría oriental, que lo vincula con la prosperidad y como símbolo de  longevidad, suerte en la salud y generador de fuerza física y espiritual. 

Hago este preámbulo  para referirme a un paradero que conocí  en  un pueblo sencillo y querido llamado Villa Bruzual, capital del municipio Turèn, al sureste del estado Portuguesa, por allá en los años 80. Quiero que se recuerde que Turèn además de nacido para la agricultura, al igual que otras ciudades posee diversidad de sitios y lugares de tradición y leyendas.

Casi pisando las primeras casas de la población de Villa Bruzual, en las afueras del pueblo, al borde de la carreta de asfalto, sobre una lomita, a la entrada de un conocido fundo, existe un hermoso árbol de pino, alto, gacho, frondoso, bonito, bien conservado, con un refulgente ramaje color verde-azul, que se atisba  cuando uno ronda por la carretera, una verdadera fantasía ver  cuando su ramaje columpia con el  viento de la llanura potugueseña. 

Cuenta la creencia popular que por todas sus cualidades benefactoras fue bautizado como EL PINO DE LA SUERTE. Con el mismo nombre se conoce el lugar donde está plantado, el olor  a vaquera invade el ambiente. Curiosa planta que según lo que oímos en aquellos lares, en la noche regresa a la posición vertical, y en la mañana su tronco se vuelve a torcer.

Proteje a viajeros y transeúntes de horas nocturnas. Es muy  raro el conductor que transita  por esa carretera que no se detenga a visitarlo, tal como si fuese un sitio histórico; lo  cierto es que todos quieren verlo y sentir su energía de cerca. Algunos se paran a  demandar un deseo de salud. Vi más de una vez a hombres y mujeres de todas las edades pidiendo paso para colocarse debajo de su fronda, aunque sea por unos minutos, con el fin de tocar y besar su tronco, y hasta  buscan trozar sus finísimas hojas para llevar a sus casas.

Se le considera como un árbol que concede los más increíbles deseos; se dice por ejemplo que es bueno para conquistar un amor imposible.. Se oye decir que activa a las parejas con incompatibilidad de caracteres. Se le vincula con el romance, por eso las damas  se colocan bajo su sombra, le formulan  un deseo matrimonial que generalmente se les concede. Los caballeros de tercera edad también lo frecuentan con un solo propósito, convencidos que la confección de bebedizos con la corteza, produce efectos vigorizantes que no hacen quedar mal a ninguno "la hora de la verdad".. Poetas y copleros le han dedicado un inventario de composiciones hermosas.

Como ya ha pasado tanto tiempo, nada he sabido si  todavía existe este  árbol milagroso,   Lo que si me atrevo a decir es que el suelo de Turèn es  sagrado y que sus tierras son fértiles por excelencia. En verdad,  se trata de un extenso territorio  totalmente verde, antes bautizado con sobrados motivos como “El Granero de Venezuela”. 

No se imagina aquel señor mayor, cómo le estoy  de agradecido por su tertulia  Me acuerdo la tarde  que se me apareció de sopetón  en veloz carrera pedaleando  una bicicleta. Yo estaba parado como un gabán soldado observando el ambiente, trabamos una larga conversación y me echó completísimo el cuento sobre este árbol de pino. Sus datos tomados como verídicos y nuestra experiencia de vivir más de seis años allá en la población de Turén me sirvieron para escribir esta relato. 

Oscar Carrasquel, Araure, octubre de 2016.


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