Carlos José Martínez "Cejota"
Por Oscar Carrasquel
En ratos se echaba a rondar por esas calles. Habiendo pasado la mañana de cualquiera día de la semana pasaba por mi casa y caminábamos los dos hasta la casa de su abuela doña Adela Rodríguez de Martínez donde vivía, dos cuadras y media distante de la nuestra, una calle empinada que arranca en la calle Comercio, por el callejón Mateo Vargas en el barrio Las Tablitas de Villa de Cura. Más de una vez tuve el gusto de acompañarlo. Se trata de una casa de bahareque y tejas con una gran arboleda en el patio y una ventana de postigos y balaustre por donde entra el viento en las tardes, y en los medio día los resplandores de sol.. . Evoco la figura sonriente y amable de doña Adela de Martìnez, porque fue la fabricadora de los sabrosos y célebres bollitos elaborados con papelòn y queso, y aquellas arepitas dulces abombadas que saboreó casi todo el pueblo de La Villa en las décadas del 50 y 60.
Allí dentro de la semis penumbra de una habitación, enfundado en una camisa de rayas comenzaba a mostrarme una por una las tallas en troncos secos y diversos cuadros, y de hecho me arrimaba un banquito para que lo viera pintar sobre un gran lienzo. Él sabía que aquello era mi mundo, para mi era sublime..
Para aprovechar la luz trabajaba en un terreno bajo la fronda de un árbol de mamón, y cuando se desprendían las frutas maduras le caían sobre los zapatos, pero tampoco le importaba que la camisa de cuadros se la cagaran los pajaritos desde lo más alto. El patio de la casa es una hondonada, hay un espacio manchado de colores, había regados espátulas, paletas, brochas y pinceles y el artista trabajando. CEJOTA se rodeó desde chico entre gente del ambiente artístico y aprendió el arte de la pintura de maestros del pasado. "Recuerda que yo nací y vivo en una ciudad del pasado". Nos contó que se vio precisado a reemplazar los estudios para desahogar su amor y su gran pasión por la pintura.
Para aprovechar la luz trabajaba en un terreno bajo la fronda de un árbol de mamón, y cuando se desprendían las frutas maduras le caían sobre los zapatos, pero tampoco le importaba que la camisa de cuadros se la cagaran los pajaritos desde lo más alto.
Me atrevo a decir que CEJOTA fue un pintor ingenuo pero también de arte académico. Su producción fue exquisita y abundante. Hoy se puede decir con certeza que en cada casa de familia de vida sencilla o de alto abolengo de La Villa y de otras ciudades, hay al menos un cuadro y una talla con la firma de CEJOTA, sus cuadro se exiben en oficinas privadas e instituciones públicas.. En una conocida barbería de la calle Comercio hay sobre una repisa una colección importante de tallas del artista como si fuesen trofeos.
A lo largo de su experiencia la mayoría de sus pinturas y tallas en madera las vende por encargo. Los domingos era un día diferente, un día muy especial, desde la mañana entraban y salían personas que se bajaban de carros de reciente modelo, se veía visitado por gente ligada a la vida caraqueña, además por familias de diferentes partes de Venezuela que venían expresamente a la Villa para que le pintaran cuadros por encargo.
Pero también fue un artista que producía para su gente, para su gran pueblo. Tuvo la virtud de trasmitir su experiencia y conocimientos a la juventud villacurana, a los que le dictaba talleres de pintura. Cualquiera podía pensar que en aquella casa funcionaba una especie de escuela porque allí daba clases de pintura a sus seguidores. Con eso se ayudaba a costear la vida . Carlos nunca fue un hombre que poseyó debilidades vanidosas ni egoístas.
Entre sus méritos el pintor concurrió con su obra a múltiples exposiciones individuales y colectivas en salones de arte, participó en muestras regionales, en Caracas y en las principales capitales de estado del país. Ganó muchos premios, reconocimientos y también se vio homenajeado en diferentes ocasiones. Entre los más importantes premios recibidos: el Premio Municipal Feliciano Carvallo en el estado Carabobo, y reconocimientos de la Escuela de Historia de la UCV, de la Galerìa La Cayapa y Galería de Arte Nacional, y sus obras ganaron otros premios. En la Torre del Banco Consolidado en Caracas permaneció mucho tiempo decorando su sede principal un pesebre de tamaño grande utilizando la técnica del tallado en madera.
Tuvo influencia cultural dentro de la industria gráfica, participó en libros ilustrados de tendencia literaria y colaboró en medios de comunicación locales como la revista Expresión y el periódico El Vigía. Dejó diferentes pruebas de amor por el terruño que lo vio nacer.
Su arte (pintura y escultura) estuvo apegado a resaltar la cultura popular que lo comunica con los pueblos y sus tradiciones simbólicas. Se pueden apreciar entre sus obras históricas, imágenes de santos, procesión, paisajes, marinas, juegos tradicionales, pesebres de tamaño natural, Jesucristo, Simón Bolívar; pero sobre todo figuras que representan estampas folclóricas: parrandas navideñas. burriquitas, vuelo de papagayos, personajes populares de nuestro pueblo y otras alegres improvisaciones. Yo creo que está entre los mejores acuarelistas.. Trabajó obras marinas y figuras lacustres, inspirado seguramente en el litoral aragüeño; hay que tomar en cuenta que la población de Choroni, en un tiempo, fue lugar de permanencia suya vivió cerca del mar.
Carlos José Martínez era hijo de un amigo mío, de Carlos Quintana, el popular “Carlucho”, hermano de Anseris Quintana y Fermin Quintana. “Carlucho” fue operador de maquinaria pesada, falleció a temprana edad a causa de un accidente laboral. La madre abnegada, valiente, se llamaba Antonia María Martínez Rodrìguez, madre también de Jazmín Martínez de D´Imperio.
Carlos Josè, CEJOTA, era sobrino de Víctor Martínez R, un personaje ligado al deporte en el estado Aragua, vinculado con el periodismo y a otros quehaceres de la vida cotidiana.
Carlos José Martinez vería la luz a la orilla del "Arauca vibrador" en Villa de Cura el 14 de enero de 1954. Fue un estudiante muy aplicado, según nos cuenta su tía doña Bernarda Martínez R. en presencia de su prima Nora Martínez. Siendo apenas un niño de corta edad ya dibujaba, estudiaba cuarto grado en la U.E.N. Arístides Rojas, la educación secundaria la realizó en el Liceo Alberto Smith, Se sabe que en un periodo presidió el Centro de Estudiantes de esta institución educativa. Así como vivió días felices durante la lucha estudiantil, también le llovieron horas duras; sus profesores y compañeros de estudio y de lucha saben que no fue un líder de carácter revoltoso, fue un dirigente distinguido por su cultura..Se sentía feliz cuando lo entrevistaban. El poeta y escritor Pedro Ruiz lo metió en uno de sus libros "Memoria de Aragua". Era visitado constantemente por la prensa de la capital y el estado Aragua.
Buen lector con bastantes libros de poetas venezolanos. También contribuyó a estructurar conjuntos de aguinaldos y parrandas para llenar los espacios de diciembre de música navideña, y allá por la década de los 70 fue fundador de grupos musicales. Apartado de sus quehaceres fue un apasionado colaborador con cualquier cita de tipo cultural, también sintió pasión por el deporte. A veces le sacaba tiempo al tiempo para rendirse a los pies del dios Baco, que no es pecado. Lo real es que Carlos José sabía cómo huirle al encierro, a la tristeza y las soledades. Su agradable refugio de Las Tablitas muchas veces se convertía en una peña literaria, por la cantidad de músicos, historiadores, poetas y periodistas que lo visitaban..Asiduo de la peña Morgado, muy amigo del poeta JM. Se reunía con la escritora Rosana Hernández Pasquier, la escuchaba, él era muy adepto de la poesía.. Carlos ilustraba mis trabajos de historias menudas con imágenes caricaturescas.
Carlos José Martínez terminó su paseo terrenal el 7 de noviembre de 2009, contaba 56 años de edad, fue sepultado en La Villa, ciertamente fue una gran pérdida para la cultura; nada pudo detener el viaje final de este magnifico artista, querido y admirado, gracias por enorgullecer a nuestro pueblo.
Aún le cuesta a uno creerlo, ese día doblaron las campanas, se silenciaron los trinos en el patio de la casa y las flores del jardín se llenaron de tristeza. Hace ya más de una década, justo como para rendirle cónsono homenaje a sus meritos y expresar por medio de esta nota el gusto que nos anima andar por su recuerdo. Que en paz descanse su alma.
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, 2019
Fotos archivo Ramòn Alfredo Corniel,
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