domingo, 3 de julio de 2022

DON PANCHO ESPI, EL BAR ZULIA O BAR LA CUBANA EN LA ALAMEDA DE CRESPO

 


                                              La Foto. Vista de la Calle Comercio Sector La Alameda. Tomada del libro "Historia de Villa de Cura-Tránsito de la vida de un pueblo". Mayo 2005. Autor Oldman Botello. 

                                                                                       Por Oscar Carrasquel


Los recuerdos son como agua fresca  que nos hacen regresar a tiempos que ya se fueron. Nos fascina recorrer el pasado, mirar hacia atrás. Conocimos a comienzos de los años 50 en Villa de Cura la humanidad  de don Pancho Espi. La sola mención en lenguaje de cariño de "Don Pancho Espi", nos lleva por los caminos de la infancia y la adolescencia. Representaba a una de las figuras destacadas del comercio local. Ya sabemos que su  verdadero nombre era Francisco Espi Ríos. Tenía un negocio de botiquín  y salón de billar en una casa de bahareque en el sector de La Alameda, en la calle Comercio.. Allí bajaban las personas del centro del pueblo, los sábados y fines de semana a  jugar barajas, a jugar  billar y partidas de dominó en un anexo del bar. En días de fiestas parroquiales se jugaba en su interior dados y  en una batea "blanco y negro". Ya han pasado más de 60 años y  lo traigo para quien no alcanzaron a conocerlo. La Alameda era una zona llena de muchos botiquines y de kioscos  de guafas forrados con lonas. Allí se encontraban bazares, ruleteros, dulceros, sitios de comida barata, aquello era como un bulevar.. El trafico automotor en la época era muy reducido.

Don Pancho Espí se encargó de repartir amistad a todos los que le conocieron en aquella Villa de Cura fácil para los encuentros y la amistad. Un hombre alto, taciturno, grueso, de mucho orden.. Hablaba con una voz temblorosa y chillona. Me comentó una vez el poeta  Vinicio Jaén Landa que,  al catire Teodulo Aguilar era al único que don Pancho le aceptaba chanzas. El catire Teodulo era el único que sabía la forma de hacerlo reír y también de enfadar.

Yorman Tovar, un intelectual profesor universitario y  poeta del estado Portuguesa nos enseña  en una obra  que "El bar es el espacio de cultura del ocio...donde se descargan los sacrificios cotidianos". En este botiquín de don Pancho Espi  no se conocía lo que era la pesadumbre y tampoco la  melancolía. Se pasaban horas de alegría maravillosas.

Se cuenta que gente adinerada lo visitaba después de las grandes tardes de coleo,  y muchos dueños del alto comercio de La Villa se reunían en la barra del bar  admirados de tanta belleza femenina, y también para  la sana tertulia. Y porque además  eran muy amigos de don Pancho... Aunque ustedes les cueste creer, el establecimiento era visitado por un Ministro de Miraflores..  A unos 50 metros mas adelante por la misma acera  existió  el bar "La Gavilana". En la esquina  cruce con callejón 2 el bar "Caracas", lo regentaba el cantante de tangos José Pérez; lo que recuerdo es que a toda hora se levantaba una explosión de tangos de una anciana rokola marca Wurtlitzer.

El Bar de don Pancho Espi en fin de semana vivía colmado de gente, caracterizado porque se servían las bebidas de mayor relevancia de la época, un trago de brandy Gran Duque de Alba Bs 2,50;  había  servicio de las mejores marcas de escocés. Un palo de Johnny Walker Etiqueta Negra costaba Bs 2,50; un vino de Jerez Bs 1.50; un botellón de cerveza Caracas para cuatro personas Bs 1,50. Don Pancho tenía aquello muy bien ordenado, un hombre meticuloso y delicado en las relaciones interpersonales.

El apellido Espi es de origen Catalán.  Don Francisco Espí, y su hermano que se llamó Jesús María Espí, un carretero que recorría el pueblo haciendo viajes  y mudanzas, ambos nacieron en Aragua. De los Ríos de La Victoria. Una rama se avecindó en la década del 40 aquí en Villa de Cura en la calle Blanca (Miranda). casi llegando a la Bolívar y Villegas.

Quienes tuvimos las dicha de vivir aquella época recordamos que La Alameda en festividades patronales, peregrinación, carnaval y en fin de año  se convertía en un jolgorio. Sabemos también que en  temporadas altas, don Pancho Espi apartaba las mesones de jugar  billar, mesas y sillas, y aprovechaba todo lo espacio del salón para organizar bailes y hacer olvidar a cualquiera persona las preocupaciones y  pesares del alma.

En toda la esquina de El Samán,  lo que es hoy un edificio de apartamentos estuvo ubicado el Bar Zulia fundado por don Pancho Espi. Posteriormente su dueña fue una mujer nativa de Santiago de Cuba  con ideas originales le cambió el nombre por  Bar La Cubana. Al bar lo frecuentaban algunas mujeres de vida alegre. Se bailaba con música de sinfonola.. El merengue era el ritmo por excelencia; y el otro ritmo que  estaba de moda era el "raspacanilla".  Este sabroso botiquín servía para alegrar el espíritu y  mover cualquier espacio del cuerpo. Además, en el intermedio entraba dibujando pasodobles y  música cañonera  un antiguo pianito de manilla.

Los hombres y mujeres de la bohemia inmortal que nos visitaban de fuera,  mujeres rebuscadoras con sus ricas fragancias y buena figura, comerciantes de ganado y tercios con plata, aprovechaban las horas del anochecer para echar rabadilla en aquel salón de diversión donde tanto se disfrutaba. Es bueno puntualizar que, en el dialecto popular de la época "echar rabadilla";  significaba simplemente que las parejas bailaban a media luz, los cuerpos se abrazan, se rozan los cachetes y tambalean las cinturas. Pero hasta ahí llegaba el derecho.

A los menores de edad no nos dejaban ni acercarnos a la puerta del local. Y don Pancho era muy estricto en esa prohibición .Los muchachos pues teníamos ausencia  en todo momento.. A veces eramos dos o tres que, en algún descuido nos poníamos a fisgonear por un postigo de las portezuelas de la entrada.
 
Mi amigo Oldman Botello en el año 1955, apenas era un estudiante, erasmus  unos "firifiritos" que habitamos el sector de La Alameda. Posteriormente fue Cronista Oficial de la ciudad, una figura intelectual. Conversando una vez sobre el asunto me dijo muy contento que efectivamente veía la hilera de mujeres de cuerpo grande y caderúo que entraban y salían por el portón, y nomas pasaba por el frente,  haciaamos planes para cuando tuviésemos 18 años de edad.

El tiempo vuela. Si la Villa vieja pudiera hablar. La Villa de Cura de mitad del siglo pasado no se parecía en nada a la actual, conocimos en parte aquella vida pueblerina y sus calles desérticas encementadas, con una sensación de soledad, pero lo cierto es que el ambiente de La Alameda todo era distinto, En el siglo xx jamás se iba la luz y su calle transitable, Se acabó con todo aquello que tenía vida, el único vestigio que quedó en La Alameda´fue el bar "El Samán" .y el bar "Palermo" del italo venezolano Cayetno D¨Dato...Toda historia es historia, aunque sea pequeña, para quien le guste conocer y evocar  sus lugares, personajes y costumbres más comunes.

Oscar Carrasquel. La Villa de San Luís julio 2020                      

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