Mateo Vargas epónimo de una calle de La Villa de San Luís
El barrio Las Tablitas de Villa de Cura, estado Aragua, fue hecho para lo grande y hermoso. Hace más de 60 años en cualquier noche de luna clara, se oía el sonido de una guitarra con canciones de un grupo de juglares. A todos los conocimos, entre ellos se contaron Juan Nieves, Vinicio Jaén, José Chacín “Gardelito”, Agustín Ascanio y Antonio Tamiche. Recuerdo que se juntaban en la casa de don Juan Nieves, quien además de tanguero era un artífice en la fabricación de la criollísima alpargata. La casa era escenario para la música la cual surcaba el silencio de sus callejones solariegos que cuelgan desde las faldas del cerro El Vigía y desembocan en la calle Comercio de la población. Desde entonces en el barrio existen estas pequeñas arterias transversales, íntegramente pavimentadas y transitables en ese tiempo.
Las callejuelas del barrio antes de ser pavimentadas ya habían sido marcadas por la municipalidad con números dígitos (desde el 1 hasta el 6). Luego con el paso de los años fueron cambiados por nombres propios que enaltecieron una época. Uno de ellos (antiguo callejón 1) se le dio el nombre de Calle Mateo Vargas. Un hombre con una vida digna, ejemplo de humildad que con su trabajo representó el gentilicio villacurano. La callejuela nombrada es orgullosamente habitada por familias modestas de solvencia ciudadana.
Un día nuestra Villa de Cura se vio visitada por unos jóvenes artesanos del estado Lara que llegaron dispuestos a trabajar la suela, entre ellos Eduardo Rodriguez "Conejo". Entró otro, feliz, voluntarioso, espigado, andaba por los 18 años que llegó a ser Maestro Oficial I del arte de la alpargatería. El epicentro de trabajo era la calidez de la casa de doña Genoveva de Ybarra en la calle Páez. Se presentó con el nombre de Mateo Vargas, oriundo de la ciudad de Quibor, juzgada como una ciudad artesanal, capital del municipio Jiménez del estado Lara, en donde había nacido el 15 de mayo de 1934, en el seno de una familia muy humilde. Felices transcurrieron allá los años en la escuela que le permitieron abrir nuevos caminos. No se sabe si estudió bachillerato.
Escogió a Villa de Cura como su terrón de adopción para serle útil a este pueblo. Con el tiempo conoció a una atractiva muchacha nacida en La Victoria llamada Isidra Mendoza, especialista en cuestiones del hogar; la encontró bien bonita, se hicieron novios y tiempo después contrajo nupcias con la mencionada joven, compartiendo la vida durante toda su existencia terrenal. En el callejón 2 (hoy calle Ezequiel Zamora) casa marcada con el número 13 de Las Tablitas se estableció familia. En La Villa disfrutó el nombrado Mateo Vargas de muchos amigos, su presente y su futuro hasta la última etapa de su vida.
La pareja procreó seis hijos, dos hembras y cuatro varones, son ellos Carmen Alicia Vargas de Torres, Xiomara Josefina Vargas de Manzano, Eddy José Vargas Mendoza, Omar José Vargas Mendoza, Eduardo José Vargas Mendoza y Luis Alberto Vargas Mendoza. La familia habita casa propia hacia lo alto del callejón, desde donde uno se asoma por una ventana o por el patio y puede contemplar las nubes y las estrellas haciendo su natural recorrido; y al frente, se encuentra el cerro El Vigía con su peculiar aspecto. Desde entonces para acá la descendencia se ha multiplicado en 13 nietos, cinco hembras y ocho varones.
En cierta ocasión falleció un hijo de la pareja en un accidente automovilístico de nombre Eddy José Vargas Mendoza, quien para el momento cumplía funciones como concejal del municipio Zamora del estado Aragua. Eso fue el 30 de septiembre de 1989, lo cual causó natural desasosiego en la colectividad villacurana y en la familia, especialmente para la madre, la mujer que siempre “tiene una sonrisa para las alegrías y una lágrima para todos los dolores”; y produjo un desánimo en el espíritu del patriarca, pero igual la vida como una máquina sin detenerse seguía su giro. Y con ella los sueños, los triunfos y las derrotas.
Uno de sus hijos de nombre Luis Alberto Vargas, tuvo acceso a la educación superior, la de antes, aprovechado estudiante, tanto en los primeros grados como en bachillerato, este joven fue favorecido por una de las becas del programa “Gran Mariscal de Ayacucho” del presidente Carlos Andrés Pérez; gracias a su capacidad intelectual salió graduado de Ingeniero Petrolero. En los tiempos ejerce su carrera y por ende residenciado hace unos cuantos años en Arabia Saudita. La mayor de las hembras, Carmen Alicia Vargas de Torres, es graduada de maestra normalista, ya jubilada. Le tocó la responsabilidad de presidir a la sociedad AMEJUP (Asociación Municipal de Educadores Jubilados y Pensionados de Zamora).
Mientras esto pasaba el amigo Mateo Vargas sigue su caminar acometiendo su trabajo de Maestro Oficial en la fabricación de alpargatas y en otras actividades comerciales. Como es harto sabido la alpargatería representó en una época la vida económica del centro del país y una fuente ocupacional de Villa de Cura a mitad del siglo xx. La confección de este popular calzado significó para él una vida de sacrificios y experiencias que realizó toda su vida, para ganarse el sustento y levantar una familia, aferrado al trabajo desde que el sol comenzaba a alumbrar desde el poniente, hasta la entrada del anochecer.
Unas pilas tipo torre de docenas de alpargatas reunía junto con otros operarios que trabajaban con él .A casa llegaba el golpe del pesado mazo sobre la suela. De todas partes del centro y del llano solían visitarlo para comprarle parte de la producción del criollo calzado el cual era de uso cotidiano en aquella época.
Se dedicó al ramo de la alpargataría a su fabricación y comercio. Llegó un momento que Mateo Vargas siempre perseverante se encaramaba frente al volante de una vieja camioneta que había comprado con sacrificio, la cual le servía para la distribución del producto surcando algunos pueblos del llano; sus llantas entonces calentaban los caminos y carreteras de Calabozo, Valle de la Pascua, Chaguaramas, El Sombrero, Barbacoas y otros pueblos intermedios, donde tiene fama el mayorista. De allá para acá no había trabas para traer productos del llano que incluía pescado salado, casabe, queso, panelas, para comerciar en el centro.
Algunas veces la vida no fue tan generosa con el amigo Vargas. Sin embargo nunca detuvo el impulso de su intenso trabajo por estos valles de Aragua y por los estados llaneros para vencer las tempestades, seguía firme en su labor hasta que la mano de la muerte despiadada, de manera repentina le tendió una celada en un accidente por un punto de la carretera del estado Lara, ocurrido el 13 de febrero de 1964. Viajó en días de carnaval a pasar unos días con su progenitora ya que nunca abandonó esa responsabilidad. Lo que significó su último viaje. Sus restos fueron velados en La Villa y sepultados en el viejo cementerio municipal, una vida todavía útil llena de proyectos. Mientras que todo el cuadro familiar quedaba desconsolado y ahogados en la desolación.
La viuda junto a sus hijos mayores comenzaron a vislumbrar la manera de cómo seguir luchando en la vida para lograr salir adelante y afortunadamente con esfuerzo propio ellos consiguen la meta. Doña Isidra Mendoza de Vargas,su esposa como queda dicho, había nacido en la ciudad de La Victoria, municipio José Félix Rivas del estado Aragua el 15 de mayo de 1934, fallece por causa natural el 14 de marzo de 2018 en su casa de Las Tablitas de Villa de Cura, ya estaba próxima a cumplir 84 años de edad. Otro manazo en el alma para sus hijos
Lo fundamental no es simplemente lo que se hace, sino saber multiplicar los pasos por esta vida para que después de la ausencia dejar un legado de virtudes y sean tomado en cuenta sus múltiples facetas. Gracias a las gestiones de una diversidad de seres maravillosos que tuvieron siempre a su lado y por acuerdo unánime de los miembros de la corporación edilicia se logra que el Concejo Municipal de aquella época presidido por el señor José Tomás Ojeda, tomando en cuenta sus dotes y virtudes ciudadanas, el callejón número 1 de Las Tablitas fuera bautizado con el nombre de “Calle Mateo Vargas”, tal como se ha mantenido hasta el día de hoy.
Su desaparición física dejó un hondo vacío en la colectividad villacurana donde era muy apreciado por sus dotes de extraordinario y recto ciudadano, y de pana a través del trato, su sepelio constituyó una sentida manifestación de dolor en todos los sectores de esta ciudad.
Mateo Vargas y su esposa Isidra Mendoza de Vargas
Oscar Carrasquel. La Villa de San Luis, marzo 2023
Fotos cortesía de Prof. Carmen Vargas de Torres
Fotos rectificadas por Ramón Alfredo Corniel
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