Doña Otilia Martinez Briceño. Foto archivo familiar
A sus hijos. nietos y biznietos, con afecto
Por Oscar Carrasquel
Se desenvolvió en sus inicios como bandolinista y violinista dentro de una familia musical villacurana. .Fue llevada a la pila bautismal con el nombre de Petra Otilia Martinez Briceño..Lógicamente, la historia completa la conoce como nos las narró su hijo, nuestro amigo, Ingeniero Agrónomo Douglas Carrizalez Martínez, quien reside actualmente en la ciudad de Maracay. Conversamos en un corredor amplio, apoyado él, por un legajo de viejos papeles en un portafolio. Douglas nos enseñó documentos y los viejos retratos de su madre que deambulan en un álbum desteñido por el tiempo.
Generosa en demasía, de carácter agradable y de fina estampa villacurana, de dura madera de roble, a decir de los que tuvieron la suerte de conocerla de trato y relación de amistad. Estamos hablando de doña Otilia Martìnez Briceño. Pocos en La Villa conocen o no recuerdan sus atributos artísticos y culturales.. Me tocó en suerte conocerla personalmente cuando ella ya era una mujer madura.
Otilia, obviamente era toda música, era poeta,,contribuyó a la formación de una familia musical, una ferviente enamorada de las flores y sus aromas. En ne su casa en Villa de Cura tenía un jardín bien cuidado. Igual hizo en la hacienda “Caicara”, propiedad de su progenitor don Pedro Nolasco Martìnez. Una tierra coronada de serranías altas. Allá formó un jardín luminoso en la casa de campo que bautizó con el nombre de “La Carrizalera”. Por un lado se desliza una corriente de agua cristalina, y paralelamente un huerto perfumado de albahaca, sembrado de madreselvas, de rosas de todos los matices, tulipanes, margaritas, trinitarias, capacho y la flor de cayena de variados colores. Allí llegaba ella todos los días bien tempranito a darle comida y a jugar con los azulejos y turpiales. .
Vivió en; una Villa apacible de escasos transeúntes, de cuando la gente sacaba las sillas a las aceras en las tardes-noches para entregarse a la amena tertulia en la puerta de las casas. Habitó una casa ubicada en la calle doctor Morales, a mitad de cuadra, entre Bolívar y Miranda, en Villa de Cura.
Esta cuadra tuvo mucha importancia en aquella época. En el asiento de la cuadra vivieron familias por demás conocidas, en donde tuvo excelente vecinos y amigos: entre ellos Antonio Saá Fernández, Juan Enrique Rodríguez, Catalina de Hernández, Salvador Saá, Manuel Ceballos y Rogelio Tavío Tosta, y muchas otras familias de la vieja comarca.
Otilia Martínez Briceño era oriunda de este airoso y pintoresco valle, nació el 13 de abril de 1912 en este pedazo de noble tierra aragüeña en La Villa de San Luis, fue una dama inteligente en la música y en el estudio académico. El terruño era próspero en la producción agrícola y con eminente nombramiento como centro comercial ganadero de la región central del país..Sus padres fueron don Pedro Nolasco Martínez y doña Petra Briceño Landa de Martìnez.
La educación primaria la realizó en una escuela mixta fundada en las primeras décadas del siglo xx por la maestra Pepita Peraza. Funcionaba en la propia casona de los Peraza en la calle Real. Recibió clases de don Víctor Ángel Hernández., quien le dio apoyo en lo musical; aunque en realidad quien descubrió su vocación y su principal maestro en armonía, solfeo y ejecución fue su abuelo materno, el afamado músico don Amador Briceño, pianista, flautista, violinista y compositor de importante trayectoria. Su abuelo Amador fue quien guió sus estudios musicales y la llevó a dar el primer concierto de violín en la ciudad de La Victoria. A la temprana edad de 7 años; ya actuaba en los círculos musicales más importantes de Maracay y Caracas. Compartió escenario con afamados artistas.
Estudia y se gradúa en Andragogía, una técnica orientada a la enseñanza de personas adultas, con licencia para impartir clases en escuelas granjas, en zonas rurales y núcleos urbanos. Desde 1951 hasta 1966 entregó su contribución en todos los programas adelantados por el Ministerio de Educación. En ese tiempo comenzaba a brindarse apoyo a la alfabetización de adultos en barrios de Villa de Cura y zonas rurales. Recorrió muchas veredas y trochas, mientras la lluvia y el sol la azotaban, apoyando el proyecto de alfabetizados, ayudando a fundar escuelas y ofreciendo su conocimientos a la educación inicial..
Incansable en el estudio y el trabajo, aprovecha para aprender enfermería, sin descuidar la música, simultáneamente trabajó como asistente del doctor Manuel F. Rondón en el proyecto de medicina preventiva, entregada a la atención de parturientas y diversas campañas de vacunación en el área urbana y rural. De esta manera tenía que viajar diariamente a El Cortijo, La Lagunita, el Pao de Zarate; subiendo y bajando cuestas en lomo de bestias, muchas veces con el sol ardiente sobre la frente pero con Dios por delante. También fue enfermera auxiliar en el viejo Hospital doctor José Rangel de Villa de Cura, contiguo a la plaza Bolívar. Entonces se sentiría como dueña de todas las bendiciones de esta tierra, por la considerable cantidad de ahijados que dejó en estas comunidades rurales y barrios.
Mientras tanto continúa sus estudios musicales y actuación en la ciudad de La Victoria, donde estudia la ejecución de instrumentos de cuerdas y sale dominando perfectamente el violín y la bandolina, y además se gradúa de profesora musical, y es entonces cuando efectúa los primeros conciertos en Maracay, cumpliendo una encomiable labor..
Por algo proviene de la dinastía musical de los Briceño. nativos todos de Villa de Cura. Fue compositora, se planteó el reto de componer valses, merengues y pasodobles. Escribió la letra, música y arreglo de las siguientes canciones: “Zaida”, “Reina”, “Mi casita en la Montaña”, “Canción a La Madre”, “Sabor de Engaño”, “Taborda” “Mi Cariño” y hay un montón de hermosas canciones más compuestas sobre poesías suyas.
Ejerció como profesora de violín, en el periodo 1972 1981, en la Escuela Superior de Música del Estado Aragua. Fue primer violín de la Orquesta Filarmónica del Estado Aragua. Figuró en numerosos actuaciones como integrante de esta orquesta sinfónica, en las ciudades Caracas, Valencia y Maracay. y en otros capitales importantes..
En su carta curricular aparece participando en conciertos en el Conservatorio de Música del Estado Aragua; en el auditorio de la Universidad Central de Venezuela; en el Teatro Teresa Carreño, como integrante de la Orquesta Filarmónica del Estado Aragua, bajo la dirección del Maestro Antonio Esteves..
Otilia, como todo el mundo se acostumbró a nombrarla (omitiendo el primer nombre, que realmente era Petra), siendo bastante joven casó en primer término con el villacurano Ángel Rafael Motamayor Hernández, y de este primer matrimonio nació Ángel Rafael Motamayor Martínez, cuyo fallecimiento ocurrió el año 2018. Toda La Villa lo conoció como "Motamayor".
Queda viuda y contrae nuevas nupcias con el comerciante de ganado don Eusebio Carrizalez, de cuya unión nacieron: Zaida Margarita, Dilia Arcadia, Alexis Orlando y Douglas Asdrúbal Carrizalez Martínez. Otro integrante de la familia fue Tomás Vicente Carrizalez Huerta, hijo del primer matrimonio de Eusebio Carrizalez, . En este hogar villacurano la madre enseñó a todos sus hijos a soñar desde que eran pequeños, sin escatimar esfuerzo para que estudiaran. La estirpe con el paso del tiempo se ha visto prolongada en nietos y biznietos. Para todos alcanzaba la alegría de su noble corazón. La mayoría de esta familia se encuentra hoy en día establecida en la ciudad de Maracay, capital del estado Aragua.
La historia de la radiodifusión en Villa de Cura que data de principios de los años 50 del siglo xx, tiene en en sus paginas la actuación de”doña Otilia, que animaba con su interpretación un espacio en vivo de una hora en Radiodifusora La Villa bajo la conducción y presentación del locutor y director de esta emisora Manuel Vicente Zapata. En una sala aparte había siempre un público entusiasmado que la aplaudía.
Tuvo una ligera pasantía como columnista de periódicos. Refiere Douglas que su mamá escribió en algunas ediciones del periódico humorístico villacurano “El Cotejo Mocho”. Entregaba una croniquilla vibrante muchas veces lírica, para el periódico fundado y dirigido por el poeta de La Villa, J M Morgado, que fue su amigo.
Doña Otilia Martínez Briceño, no fue ajena a la fisonomía del conglomerado que la vio nacer, siempre estuvo pendiente del devenir del pueblo, aquel que poco a poco se iba convirtiendo en ciudad. Formó parte de una dinastía musical villacurana sin precedentes, testimonio de una raza de fuerte repercusión musical que no se ha visto más en posteriores épocas. Me manifiesta el contertulio que hay en la actualidad en el entorno musical de la familia Briceño, pianistas, cantantes de orfeón, flautistas, trombonista, lombardista, guitarrista, cuatristas, bandolinistas, compositores y directores de orquesta, tanto popular como clásica. Sin duda alguna un torrente musical sorprendente y amplio cada vez que se reúnen..
El profesor Oldman Botello, historiador, ex Cronista de Villa de Cura y actual Cronista de la Ciudad de Maracay, genealogista, realizó un amplio bosquejo de esta familia Briceño de importancia histórica, del cual extraemos el párrafo siguiente::
“Constituye esta familia Briceño (150 años de músicos) la segunda generación de músicos más significativos del país después de los Calcaños...De este suelo villacurano eran oriundos desde el primero hasta el último de los Briceño".
Una mujer alta, blanca, delgada, de pensamiento libre era doña Otilia, muy educada, bonita como las letras de la canciones que ella compuso y la inspiración que llevaba por dentro, con un corazón lleno de música y un universo de versos en el alma. Fue una luchadora en todos los terrenos, con caídas y levantadas, al mismo tiempo supo forjar a una gran familia de bien, con la dedicación y el coraje que la acompañó siempre.
Doña Otilia Martinez Briceño descansó en la paz del Señor en la ciudad de Maracay, un día 13 de octubre de 2001, a los 95 años de edad. Sus restos reposan en el Cementerio Metropolitano de la capital aragüeña.
En el sector cultural de nuestra Villa de Cura,, es una rareza que no se haya elevado a la altura correspondiente el nombre de Otilia Martínez Briceño, simples cosas del olvido.
Otilia Martinez Briceño, veinteañera. Foto archivo familiar
Oscar Carrasquel, La Villa de San Luis, 22 de noviembre de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario