Pantalla y sala de "Preferencia" del Cine Ayacucho. Foto de la familia Centeno
Por Oscar Carrasquel
Cuando nombramos al CINE AYACUCHO, sencillamente nos estamos refiriendo a un rinconcito romántico que guardamos en el disco duro de los recuerdos. Se trataba como todos saben de una sala de proyección cinematográfica que a pesar del tiempo transcurrido no deja de latir en la mente y el corazón Un importante icono del ayer que tuvo su auge en las décadas de los años 40, 50 y 60 del pasado siglo xx. Sin embargo, se dice que no fue el más antiguo de la ciudad de Villa de Cura. Existió también el "Cine El Corralón" que pasó a llamarse "Cine Central" y "Cine Sucre". Nos informan que del "Cine Ayacucho" fue dueño y promotor el señor Miguel Borges que aquí fundo familia. Hoy en día el cine propiamente dicho ha cambiado mucho, como todo cayeron en el abismo. Vivimos una nueva soledad.
Desapareció, se fue como un soplido esta sala de diversión, terminó su recorrido en la séptima década del pasado siglo, posiblemente acorralado por los avances tecnológicos; y además, la familia tuvo la ocurrencia de salir de la estupenda casona donde funcionaba el cine. Uno de nuestros símbolos de recuerdos infinitos que no pudo evitar el golpe del martillo y la piqueta.
Aun existen muchas personas en Villa de Cura que no dejaron de divertirse en esta sala de cine, el cual estuvo instalado en la calle Real calle Bolívar, diagonal con la plaza Miranda. En su lugar lo que existe hoy es un pequeño centro comercial, y al frente unos ventorrillos, ventas de jugos, frutas y verduras que ocupan toda la cuadra.
El "Cine Ayacucho" proyectaba películas de vieja data, consignadas por la Distribuidora Salvador Cárcel, además de cintas norteamericanas producidas por la Metro Golden Meyer, cuyas corporaciones disponían de representación en la capital de la República. Día a día despachaban dentro de un saco de fique los rollos de películas a los cines del interior. Particularmente a La Villa las traía en su auto de cargar pasajeros el señor Rafael Èxime y don Paco Villalobos..
Podemos recordar que las cintas cinematográficas preferidas por los muchachos de mi edad eran las basadas en el oeste americano, protagonizadas por unos vaqueros de estatura universal de nombre Clint Eastwood"; .John Wayne, Bud Lancaster, Gary Cooper y Alan Laad.
Estas remembranzas sobre el "Cine Ayacucho" cobran importancia, ya que entre sus trabajadores figuraba un amigo nuestro de nombre Pablo Centeno, un hombre humilde oriundo de Cagua, que ahora no está, porque se fue con el silencio de la muerte. Esta persona en la época de oro de este cine, cuando era bastante joven, lo vimos que paso a paso se fue haciendo experto en la proyección de cintas cinematográficas en la pantalla gigante.
Pablo Centeno comenzó en el "Cine Ayacucho" como obrero de limpieza, pero a la vez, como buen pensante se ponla a observar de cerca los movimientos de un señor llamado Rafael Ávila....Don Ávila venía de La Victoria contratado por don Miguel Borges, ya que en La Villa, en esa época no se disponía de operadores de cámaras cinematográficas. Ahí Centeno comenzó su marcha.
Allí están los recuerdos de Pablo
Centeno como protagonista, nos habló muy bien del "Cine Ayacucho", agradecido de
su antiguo patrono, cuya empresa lo cobijó durante 18 años, tal como si
fuese uno de sus hijos predilectos. Es oportuno señalar que en otra etapa
fue también operador de proyector el señor Rómulo Bermúdez (qepd), un hombre
muy sencillo y tratable a quien conocí mucho..
Esta sala de cine era bastante espaciosa, poseía un amplio salón. En tiempos que el país disfrutaba de la política seria, no escapaba para la realización de mítines y conferencias de los partidos políticos, y eventualmente se presentaron en su espacio veladas de teatro y actos culturales organizados por los planteles públicos y particulares.
La cartelera del "Cine Ayacucho" era muy variada, uno se pasea por los recuerdos y no puede dejar de enumerar aquellas películas que más sonaron en la época, tales como: “Las Aventuras del Capitán Maravilla” con Billy Watson; “Lo que el viento se llevó” con Clark Gable y Vihien Leigh; “Tarzan, El Rey de La Selva”, protagonizada por Johnny Weissmuller; “Los Peligros de Nioska”; “Allá en el Rancho Grande” con Jorge Negrete y Lilia del Valle; las series “Fumanchú” y “El Fantasma•“; “Juan Charrasqueado" ,con Pedro Armendáriz; todas las películas de Mario Moreno “Cantinflas”, cuyas exibiciones eran devoradas por una gran masa de espectadores.
También veíamos con animoso sentimiento infantil las películas de corte humorístico como “Los Tres chiflados” y “Viruta y Capulina” "Tin Tan" y las películas rancheras con Pedro Armendáriz, Jorge Negrete, Pedro Infante, Antonio Aguilar y Luis Aguilar.
Fueron muy admiradas por nuestra generación las actrices mexicanas de la época como: Sara García, Miroslava Stern, Marìa Fèlix, Silvia Pinal, Dolores del Río. Y particularmente las más sensuales rumberas del cine mexicano que nos hacían sentir escalofríos en el cuerpo tal como María Antonieta Pons, Amalia Aguilar, Tongolele, Rosa Carmina, y otras. En 1950 hizo su debut una de la más atractiva producción fílmica ambientada en Venezuela, se tituló “La Balandra Isabel llegó esta tarde” protagonizada magistralmente por Arturo de Córdova y la espectacular Virginia Luque.
El ambiente popular se llamaba “Galería” que algunas personas despectivamente solían llamar “gallinero", por las pequeñas escaramuzas que allí se formaban, con asientos de madera en línea paralela. Una entrada por “Numerado” tenía un valor de Bs 1,00 y por “Galería” Bs 0,50. Algunos lo encontraban caro. Y que no se le ocurriera a alguien entrar ensombrerado porque la rechifla era ensordecedora.
Durante el pase de la película se interrumpía el rodaje por unos minutos, las luces del salón las apagaban para retomar la proyección. Esa parada se denominaba “Intermedio”. La sala se convertía en un cuarto oscuro; y entonces las parejas -algunas- aprovechaban el momento para darse un apretón, sin sobrepasarse de la raya amarilla, con respeto, de repente aparecía un buen pellizco., Estaba de moda los vestidos anchos con armador.
Durante la citada pausa hacia su aparición un muchacho, un catire que todos llamábamos “Red Ryder”, por su afición en leer y comerciar novelas vaqueras, vendiendo entre los espectadores unos deliciosos caramelos rellenos de miel y disponía de otras chucherías..
Por esta sala de cine paseamos los jóvenes de entonces nuestras penas, también las alegrías Tenía dos cornetas grandes instaladas para producir música popular.. Resuena en mis oídos el sonido de un gran timbre colocado en la cornisa del edificio. Dicho timbre era pulsado tres veces; el primer repique era una especie de saludo, el número dos indicaba que se aproximaba la función, enseguida el último toque el comienzo de la proyección.
Existió en este cine un reglón que no debemos de obviar, como eran los llamados Tráiler, que se mostraban en la antesala de la función, unos videos que tenía como objetivo la promoción de las películas en cartelera. Aparte se pasaba un porcentaje de cuñas comerciales en diapositivas de productos y servicios..
Auxiliar de este blog Ramón Alfredo Corniel.
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