Por Oscar
Carrasquel
En
décadas del 40-50-60 Villa de Cura era un pueblo muy alegre, divertido. La Villa
encabezaba la lista de las mejores fiestas patronales que se realizaban en todo el
Estado Aragua, superada solamente por las Ferias y Fiestas de San José en
Maracay.. En eso tiempo llegaban a nuestro pueblo su la última semana de agosto un caudal de gente
de todas partes.
Solía visitar la población en temporada de fiestas a
mitad del siglo xx el "Circo Razore"
que instalaba sus carpas con animales salvajes en nuestra pintoresca "sabana" , cuya atracción principal era el célebre Blacamán, el
mejor Faquir y domador del mundo. En la Villa fue fundado posteriormente el Circo “Los Hermanos Castro”.
Lo cierto que en festividades patronales llegaba de
todo a esta especie de feria popular, tales como carruseles, bazares, carritos
chocones, ilusionistas, payasos, ruleteros, juegos de batea blanco y negro, juegos
de ruletas Nos
visitaron comerciantes, ganaderos, y hombres de letras, de la eterna bohemia,
de expresión poética y artistas teatrales.
Hubo la
costumbre que en víspera de agosto el Concejo Municipal de Zamora designaba la Junta
Directiva de las fiestas patronales, y en los primeros días de agosto ya la
gente estaba preparada para recibir el programa de las fiestas. En formato grande, como un periódico,, el cual lo imprimía la Tipografía
Miranda, Se contaba siempre con la colaboración del comercio mayorista..
El programa
era repartido en medio de una caravana de automóviles acompañados de músicos del pueblo, bajo la batuta de Germán Cordero tocando desde la platabanda de un camión, con lanzamiento de cohetes.
En esa época
a que nos referimos hubo dos celebracion en un mismo programa, la religiosa y la popular. La imagen de San Luis Rey de Francia era retirada de su nicho y en la noche la sacaban en procesión. Las viejas campanas coloniales de la torre de la Iglesia Matriz repicaban a rebato llamando a la misa de tres padres.
La programación contempla encuentros de béisbol en
el estadio de La Aduana, con encuentros entre el Ayacucho Star de la Villa, versus Universidad Central, Cartografía Nacional, Valdespino y otros.
Pongo la mirada retrospectiva en los rumbosos bailes en La Alameda, en el Bar La
Gavilana, para aliviar el estrés, y una hilera de quioscos ubicados en la calle
Comercio por la acera de Régulo. Allí estaba el restaurant de don Arístides
González, con sus recetas culinarias típicas de la época. En el bar y patio de bolas El Samán se podía adquirir la exquisita parrilla de carne de José Gómez al precio de tres reales el servicio.
Y qué
decir de las grandes tardes de toros coleados escenificadas en la Calle Sucre, cerraban
con viguetas las bocacalles, y la gente de trepaba de las ventanas. Las damas
premiaban con lazos multicolores las coleadas
efectivas. A los toros acudía sin ninguna pompa el presidente del Estado, y el presidente del Concejo Municipal, ocupaban puesto en el templete de la Reina, con la orquesta
moliendo pasodobles y música cañonera..
Cómo
olvidar todos los días el paseo musical, a partida de las 5 de madruga, por las principales calles amenizado por un conjunto, y recordar también las retretas con profusión
de fuegos artificiales en la plaza Miranda. Los señores de sombrero ocupaban los bancos de la plaza y los muchachos platicando en la acera.
En aquel
tiempo había Bulevar frente al parque del CVN, desfile de la soberana en su trono, escoltada por jinetes y lindas
amazonas. Juan Colmenares era principal animador de esta caravana y de las fiestas.
La mano estrechando la de tanta gente que llegaba a Villa de Cura de .todos lugares, entrando a comprar a los establecimientos, talabarterías, alpargaterías, comprando liquilique hechos por nuestras sastres y costureras. La Casa de Cuadros ofrecía cortes de casimir inglés, perfumería, zapatos Walkover y las mejores marcas en sombreros para el llanero, Panizza, Cabaliero y Borsalino.
En la
vieja casona de don Dionisio Infante y doña Carlina de Infante con sus patios
de trinitaria repleta de coleadores que llevaban sus monturas, entraban y salían por el “portón de campo, por calle Urdaneta.
En la antigua calle Guarico estaba la gallera del carupanero don Pío Zapata, en agosto de realizaban peleas de gallos de feria. Venían cuerdas y galleros de todas partes. Igual en El
Gallo Giro en Los Colorados, vía Carrizalito. Villa de Cura contaba con su Plaza de Toros en la calle Guárico, concretamente levantada en la esquina El Taparito.
Ubicado en el
propio centro de la comarca el flamante Bar Savery, la primera tasca al estilo
europeo, podía parangonarse con las mejores de la capital. Y los legendarios
botiquines "La Garita" y "El Chorrito", Carlos Almenar y Rafael Gómez, respectivament, recibían a los coleadores después de la faena.
A poca distancia de
La Calidrat, el bar-cabaret "La
Cita" de ambiente de placeres. en agosto en tiempo de fiesta patronal no cerraba nunca. Recibía meretrices
criollas y de otros países latinos que le dieron fama.
En ese tiempo la cosa era al revés, empiezan a llegar a La Villa
familias procedentes de otros países buscando una mejor vida. Aquí le
dimos hospitalidad y se arraigaron con nuestra cultura.
Las dulceras de Turmero y Ocumare de la Costa, hacían su agosto, el fotógrafo con una
cámara de cajón, y los vendedores de estampas milagrosas, se agrupaban alrededor de la
Iglesia y la Gruta Nuestra Señora de Lourdes.
Por la
noche del día 25 el baile de gala en el Club Social de la calle Miranda, fueron contratadas las orquestas Billos Caracas Boys, los Melódicos, Megatones de Lucho, alternando con la Orquesta
local Siboney. Se trata de un evento social de mucha importancia en el
marco de las fiestas patronales. Se alumbraba todo el pueblo con una sola Planta eléctrica, instalada en la calle Comercio..
Invitado especial a los salones del Club Social en 1948 fue don Rómulo Gallegos, quien bailó el Alma Llanera con la soberana de las fiestas,
señorita Teresita Díaz Dorta, según testimonio del escritor villacurano Omar Gutierrez Hurtado..
El
programa de las fiestas patronales contempla ternera para los barrios, donada
por el comerciante de ganado don Ramón Hernández y otros ganaderos. La música popular de nuestras
raíces ancestrales, fue siempre el joropo
aragüeño. Recordamos los maratónicos bailes en La Alameda, cantando
Quintín Duarte y Silvino Díaz y Rafaelito Zarramera, además de otros cantores, acompañados por el arpa de Salvador Rodríguez y Saturno Linero.
Ramón Trujillo desde Altozano de la Iglesia Matriz, en horas de la
noche, lanzaba unos globos de papel al espacio, la gran bola llevaba un
mechón encendido en el centro, .presenciado el acto por un gentío en la plaza
Miranda.
Cómo no recordar a Víctor "sordo" Criollo,
con un pianito de manilla, amarrado a la cintura, amenizando los bailes en los
salones de las casas de cita en La Alameda Crespo.
El célebre PIRULÍ con su ruleta repartiendo premios
en caramelo. Y en La Alameda, Ramón El Lotero con su ruleta de animalitos.
Desde el primer día "El Pajarero", era un hombre que aparecía
por la plaza Miranda los días de fiesta patronal, llevaba una jaula abrazada. Se
presentaba con un periquito en el centro de una pequeña jaula. El loro
era prestigiador.
Entre 9 y 11 de la mañana competencia en bicicleta de paseo, recorriendo las calles Bolivar y Miranda , con llegada
marcada en la Plaza Bolívar, frente al viejo hospital doctor José Rangel.
Aparte de las distracciones, se incrementa la compra-venta de ganado en La Romana, también se convierte en un espectáculo los corrales de remate "Subasta La Rural", en el sector El Samán. .
Todo esto nunca se olvida lo acontecido en el pasado reciente. Lidiando con el recurso de la memoria hemos refrescando unas cuantas décadas de nuestra historia.
Oscar
Carrasquel. La Villa de San Luis, Tricentenaria
El corrector
fotográfico Ramón Alfredo Corniel, tiene problemas con el equipo